Capítulo
Él
Narra Lucy
Después que el médico revisara mis signos vitales y me dijera que lo que tenía era una leve contusión en la cabeza, me he quedado mucho más tranquila y me sentí contenta cuando dijo que al día siguiente podía irme a casa.
Estoy sola en esta habitación, imagino que mis padres deben estar en sus quehaceres y por eso mandaron a Louis, «¡Ja! Ni siquiera pueden venir a ver si su hija, que estuvo a punto de morir, se encuentra bien de salud» claro está, asumo que Louis, como siempre de adulador con mi padre, le habrá informado de absolutamente todo.
Odio cuando se comporta de esa forma, como si fuera el dueño y señor de todo el mundo, Louis no es un mal hombre, en lo absoluto, él ha estado para mí incluso cuando mi propia familia no lo ha hecho.
Entra una enfermera de rostro amable, me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, se acerca a mí y comienza a revisar mi intravenosa y me dice con timidez
—Lucía ¿Verdad?— pregunta curiosa
—Si, aunque puedes llamarme lucy, todos me llaman así— le digo siendo amable y ella asiente.
—Quizás creas que estoy loca por lo que voy a decirte y te pido disculpas si te incomodo, pero un viejo amigo me pidió un favor y la verdad es que no puedo decirle que no— frunzo el ceño confundida porque no se a que se refiere
—No entiendo...— le digo y ella me toma la mano
que tengo libre de agujas, me deja un papel doblado y me susurra
—Esto te lo mandan, nadie debe enterarse porque podría perder mi trabajo— recibo el papel de su mano y veo como ella se retira dejándome sola.
No aguanto la curiosidad por saber quién carajos es su amigo, así que me acomodo un poco en la cama, para estar más cómoda y desdoblo el papel para leer la extensa nota que está escrita
" Hola desconocida
Te dejo esta pequeña nota porque no quiero incomodarte, solo quería recordarte que tenía razón, aquí estamos tu y yo vivos, tal como yo lo dije, dimos un salto de fe juntos y aquí estamos, sanos y salvos.
Me quedé junto a ti, esperando que despertaras, pero nunca lo hiciste y por circunstancias del destino, tuve que irme.
Para mí fue un gran placer conocerte, eres una mujer valiente y espero que algún día te vuelvas a cruzar en mi camino, hasta pronto
Teniente Monroe"
Sonrío al leer eso y al recordar cuan terca fui en ese momento, si no fuese por su insistencia, creo que ambos estaríamos muertos ahora.
Me parece un gesto muy hermoso que se haya quedado a mi lado, nunca nadie había hecho eso por mí, al menos no nadie que no se sintiera comprometido conmigo.
Louis siendo otro, se hubiese comportado para poder quedarse a mi lado, ahora me encuentro sola, en la cama del hospital mientras mi mente divaga en muchas cosas.
Lo veo entrar, con una sonrisa que puede enamorar a cualquiera, en su hermoso rostro, que parece tallado por los seres celestiales, se forman dos hermosos hoyuelos al sonreír, aún sigue con su traje de bombero y me mira detalladamente.
—¿Ya se fue el tarado de tu novio? Estuve esperando afuera impacientemente, necesitaba verte y saber que estás bien— se acerca a mí y yo me siento para apreciarlo mejor, recordaba bien su intensa mirada, pero no lo sexy que podía ser
—Ya se fue, y ya me viste, ¿Ahora que piensas hacer?— le digo siendo un poco molesta
Pasa su dedo índice por mi rostro, acariciándolo suavemente y cierro mis ojos para apreciar el contacto, la calidez que emana su piel deja un leve cosquilleo en mi cara.
Siento muy cerca su respiración, incluso, puedo sentir su aroma, dulce, un tanto almizclado, abro mis ojos y lo encuentro muy cerca de mi rostro, miro sus carnosos labios y quiero acercarme a él
—¿Quieres saber lo que pienso hacer?— me pregunta y coloca sus manos a cada lado de mi rostro, se acerca a mi, siento como mis latidos se aceleran, mi pulso se va incrementando y mi respiración se agita, no puedo creer lo que estoy a punto de hacer, ¿En serio voy a besar a otro hombre?
Él, se acerca lentamente hacia mí, prolongando el momento y cierro mis ojos, esperando recibir ese beso…
—Señorita Stewart, Señorita Stewart ¿Está despierta? Es hora de su tratamiento— abro mis ojos y estoy sorprendida.
Me encuentro en mi habitación, pero frente a mí no se encuentra el guapo teniente Monroe del departamento de Bomberos, se encuentra la enfermera regordeta y un tanto malhumorada qué ha venido hora tras hora a revisar que todo esté bien.
«¡Maldición, no puedo creerlo, ¿Todo fue un sueño?» me río de mi misma, es el sueño más vívido que he tenido en toda mi vida, pero una pregunta más importante ronda en mi cabeza «¿Por qué carajos sueño que un hombre distinto a mi prometido me está besando?» la verdad, creo que definitivamente estoy loca, creo que aunque los médicos digan lo contrario, debí golpearme la cabeza, porque el único hombre en el que me permito pensar desde hace años es en él, el hombre que escogí para formar mi futuro y mi familia.
«Tienes prohibido entrar a mis sueños otra vez teniente Monroe» pienso para mí, queriendo decírselo en su cara, aunque lo mejor, para mí y para ambos, es no volver a vernos nunca más…
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Hola hermosas, se que ayer les dije que subiría otro capítulo, peeero, como somos humanos, nos suceden cosas. Y pues sucedieron cosas imprevistas, como el nacimiento de mi sobrina, es algo en lo que he estado ocupada todo el día.
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Besos y abrazos
Ava