Capítulo 4

1919 Words
Al volver a casa me quedé viendo toda la tarde Gossip girl con mamá. Habían dado un maratón y mi mamá estaba encantada. Lloraba de la felicidad, a veces me arrepiento de haberle enseñado ese programa. Dice que le recuerda a sus días de juventud en donde se reunían como lo hacen ellos. Me había quitado el uniforme y puesto mi pijama, casi no salía de casa así que después de clases me ponía la pijama y así pasaba el resto del día. Deprimente mi vida. Miro el reloj, dándome cuenta de que faltan minutos para las siete lo que significa que James estará a punto de llegar. Tengo paz en este momento, estoy viendo La Cenicienta mientras mamá había subido a su recámara. No quiero que venga James. Pero es por el trabajo. Solo por el trabajo. Escucho el timbre de casa, me debato en si abrir o no abrir. Con pereza me levanto y abro. No es la persona que esperaba ver. —Rodrigo, hola —rasqué mi ceja. ¿Dónde está James? Rodrigo sonrió de lado, bueno, no estaba nada mal el chico. —¿Estas más tranquila? —quiso saber, refiriéndose a lo de hace unas horas. —Si, perdón por eso —me disculpé— ¿Necesitas algo? Se rascó la nuca nervioso. —Eh... quería ver si podíamos ir a Helen's a tomar algo o así. —sugirió. Nadie, absolutamente nadie me invitaba a salir. Dicen que soy muy inmadura e infantil y que me enojo demasiado rápido. No van con mi carácter. Ya que si Rodrigo me está invitando es porque no me conoce bien aún. —¿Estas seguro de que me quieres invitar a mi? —me señalé. El asintió sin entender. —¿Qué tiene de malo? Allá esta Piper con Omar y tu vecino con una chica —dijo. Paré en seco. —¿Mi... vecino? —pregunté poniendo toda mi atención. Asintió. —Si, es más, me dijo que te dijera que se la estaba pasando muy bien y que no podrá venir —explicó. Mi boca se desencajó. Maldito hijo de... no te exaltes, Prudence, ve el lado bueno: no le verás la cara. ¿Ven? Es lo mismo que les digo, mi humor estaba bien, apenas y supe algo de James empeoró. ¿Como hace para sacarme de mis casillas tan fácilmente? Podría ir allí y traerlo de las orejas y obligarlo a que me diga el nombre del trabajo o... podía hacer otra cosa. Una idea llegó a mi. Brillante. —Rodrigo, ¿Sabes qué? —toso dando a tener que estoy enferma—. Creo que hoy comí algo que se hizo daño, me duele la garganta. Creo que estoy resfriada—vuelvo a toser. —¿podemos salir otro día? Me mira con un poco de preocupación. —¿Estás bien? Si quieres me quedo y te preparo un remedio... ¿Estoy escuchando bien? —No, no. Mi mamá ya me dio uno así que sólo me queda descansar—bostecé— es más, me está dando sueño. Nos vemos mañana, ¿si? —le sonrío queriendo cerrar la puerta. —Espera... —me detiene. Lo miro sin comprender, esperando que hable pero parece pensativo. Como si quisiera decirme algo pero a la vez no—. Olvídalo, descansa —se despide girándose. Cierro la puerta y busco mi teléfono celular en el sofá, lo  encuentro en la mesita. Marco el número de Piper enseguida, suena una, dos, tres veces hasta que contesta: —¿Pru? ¿Qué pasó? —suena música de fondo, así que está en Helen's. Claro y su amiga no la invita. —¿James está ahí? —pregunto. —¿Porqué quieres saber...? Ves, te dije que lo vigilas. —Solo haz lo que te dijo, Piper Ramona —la corto. —Bien, espera un segundo... —silencio—... sí, está con Paloma. Se ven bien acarameladitos. Pero James mira la entrada de vez en cuando, es como si esperara a alguien. A otra conquistas será. —Bien, necesito que vengas en este mismo instante. Tenemos... tengo que entrar a la recámara de James para buscar en sus cuadernos el nombre del trabajo que nos dejaron. No me quiere decir nada. Así que lo tengo que buscar yo. —Pero estoy con... —¡Piper! Esta es una emergencia, ¿o es que quieres que tu amiga repruebe? —No. —Bien, te espero en diez minutos. —corté. Subí a mi recámara y busqué ponerme algo más apropiado para la ocasión. Ay James, James. Que fácil me lo pusiste hoy. Me quité la pijama, busqué entre mi ropero algo n***o que ponerme. Saqué toda la ropa dejándola tirada por doquier. Quien aguanta a mi mamá después. Encontré un pantalón n***o estilo licra. Me lo puse. Luego encontré una camisa a juego, también era negra y tenía un zíper delante. También me la puse. Bajé un poco la cremallera de delante dejando ver un poco mi escote. Me puse unas botas sin tacón en negras. Peiné mi cabello y lo amarré en una coleta alta. Y no podían faltar mis lentes oscuros. Siempre me quise vestir así. ¡Estoy lista para la misión!... okay no. El timbre sonó, así que me apresuré a bajar las escaleras y abrir la puerta. Ahí estaba mi amiga, vestida igual que yo. De n***o. —Ves que pensamos igual —le digo sonriendo. —Y por eso es que somos las mejores amigas —me dice mostrándome dos walkie-talkie. —Ahora sí parecemos espías —tomé uno. —Por supuesto. ¿Cuál es el plan? —me pregunta. Cierro la puerta detrás de mí para estar afuera de la casa. Solo ha de estar la mamá de James pero no querrá dejarnos pasar si él no está. —Necesito que distraigas a la mamá de James mientras yo entro y busco el cuaderno —explicó. —Bien, eso es fácil. Es mi especialidad tener atención. —Como sea. Tenemos que tener un código para identificarnos cuando vayamos a hablar por el walkie. —me quedo pensando en qué sobrenombre podría ser para mi. —Yo quiero ser Abeja Reyna —explica con suficiencia. Wow. Que terror me da ese apodo. —Entonces seré... —piensa, piensa—... ¿conejita? —frunzo el ceño. —Eso no da miedo —se cruza de brazos. —El tuyo tampoco —la ataco mirándome las uñas. Necesito una manicura. —Por lo menos yo pico —se defiende. —Bien, entonces seré... Escorpión —como mi signo. —Lo que sea, es hora porque James quizás no dure con Paloma. —Cacatúa. —¿Que tiene que la llame por su nombre? —se hizo la ofendida. Respiro profundo y me llevo una mano a la cabeza. Si sigo estando en su contra no va a parar de hablar y nunca haremos la misión. Así que asiento. —Está bien, vamos. Ve primero tú mientras me escondo en ese arbusto. Ella asiente y corre a la puerta. Me apresuro a esconderme detrás. Piper toca la puerta algo rápido, hasta que la mamá de James abre. —¿Se te ofrece algo, Piper? —le cuestiona esta—. ¿Estás bien? Te noto algo pálida. Piper sorbió su nariz. Eso amiga, actúa. —Es que... n-no quiero ver a mamá porque... yo solo quería platicar con alguien —solloza—. Prudence no está y no tengo con quien hablar —vuelve a sollozar. La señora Alicia pone sus manos en su pecho y la mira con pesar. —Puedes hablar conmigo si quieres —siguiere esta. —¿De verdad? Yo no quiero molestar —cubre su cara y camina unos metros lejos de la puerta. La señora Alicia la sigue, dejando su puerta abierta. Es mi hora. Me voy a gatas para que no me mire, subo un pie al pequeño muro para llegar al porche de su casa pero resbalo y caigo. —Mierda... —me quejo en silencio. Soy una inútil. Me pongo de pie y lo subo sin problemas ¿no podías hacer eso antes? Piper sigue en su actuación, camino muy cerca de la pared para que no me mire hasta que llego a la puerta. Doy una última vista a Alicia y me adentro. Respiro tranquila. Subo a toda prisa las escaleras, me adentro al cuarto de James y cierro la puerta tras de mi. —¿Dónde estás, cuadernito? Se que estás por aquí. ¿Porqué le hablo como si estuviera buscado a un animal? El cuarto de James está ordenado ¿quién pensaría que fuera así de limpio? Aunque bien pudo ser la mamá la que lo ordenó. Sí, seguro es ella. Noto unos cuantos libros en la mesa, un computador, algunas fotos de donde vivía antes que no tengo la menor idea de dónde era y tampoco me importa. Tengo que buscar la mochila, eso. —Aquí Abeja Reyna hablando a Escorpión, cambio —se escucha la voz de Piper en el walkie-talkie. Doy un respingo pero me lo llevo cerca de la boca. —Aquí Escorpión, ¿qué pasa Abeja Reyna? Cambio —La madre fue por un vaso de agua, se lo creyó todo. Cambio. —Perfecto, sigue entreteniéndola. Cambio y fuera. Puse el walkie en el cargador de mi pantalón y busqué la mochila de James. La encontré en una silla en el otro lado de la habitación. Camino hacia ella y la abro. Reviso entre los cuadernos cuál es el de ciencias hasta que lo encuentro. —¡Aquí Abeja Reyna! —exclama entre susurros. —¿Qué pasa? Cambio. —El lobo volvió a su cueva. Repito: el lobo volvió a su cueva... espera... viene con una presa. Repito: viene con una presa. Cambio. Arrugo mis cejas y me dirijo a la ventana. Allí está James bajando con la Cacatúa del coche. Mierda. —Que no te vea. Cambio —le dije. —Es lo primero que hice al ver su coche: huir. Cambio. —¿Te fuiste sin mi? Cambio. —No, estoy detrás de la casa. Sal. Cambio. —Vamos a ver cómo. Cambio y fuera. Volví al lugar en donde estaban los cuadernos y tomé el de ciencias. Camine hacia la puerta pero pasos y risas muy cerca me hicieron retroceder. Son ellos ¿y ahora qué hago? ¿QUE? Miro para todos lados intentando ver donde me escondo. ¡El armario! No lo pienso dos veces y me apresuro a correr al armario, entro y cierro la puerta con sumo cuidado. En ese momento James entra con la Cacatúa. Entran besándose. Hago una mueca de horror. —Oh, James, no sabes cuanto quería hacer esto —le dice ella. Pero él no responde, solo la besa y la manosea. Aquí en el armario hay ropa de James, sus camisas de colegio y pantalones. También hay algunos zapatos en el suelo. Solo por curiosidad huelo una camiseta. Hmm no huele tan mal. Huele a él. ¡¿Qué diablos estoy haciendo?! Ellos dos se dejan caer en la cama, James encima de ella. —Oh, James —le dice ella entre jadeos—. Me gustas tanto. —Y tú a mi, Prudence. Me quedo helada, de piedra, siento que el mundo se detiene. Mi boca amenaza con desencajarse así que la cubro con mis manos. ¿Acaso escuché bien? —¿Qué? ¿Prudence? —inquiere ella alejándose un poco para verlo a la cara. —¿Qué pasa con ella? —parece reaccionar él. —Me llamaste Prudence —reprocha. James ríe. —Por supuesto que no, ¿porqué lo haría? Solo quise decir que tenías que tener prudencia con las demás chicas. Ya ves que después se ponen celosas y hacen de todo para arruinar la relación —intentó componer el asunto. O quizás en realidad había dicho prudencia. Aún así sigo confundida. ¿Porqué con un demonio James diría mi nombre cuando estaba besando a otra? ¿Porqué? ¿Porqué? Mi cabeza no deja de dar vueltas. La Cacatúa parece convencida, así que lo toma del cuello y lo besa. Puta. Necesito salir de aquí, necesito pensar claridad. El walkie emite un ruido que hace que me quede de piedra, ellos dos se separan y se miran ceñudos. —¿Qué fue eso? —pregunta la tipa. Inmediatamente apago el aparato y rezo para que James no sospeche y no me cache. Rezo, rezo y rezo. ¿Como demonios saldré de aquí?
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