capitulo 1.

1923 Words
Apresurada guardando su celular en el bolsillo de la chaqueta, corría a la puerta, colgando su mochila al hombro, el sonido chirriante de los tenis al golpear el encerado piso resonaban en el cuarto piso ... cabellos castaños rebotaban al son que ella corría, los rizos deformes y rebeldes que adornaban su melena se sacudían con brusquedad cada vez que saltaba un escalón, la fina capa de pecas que cubrían su rostro de oreja a oreja se empezaba a empañar por una ligera capa de sudor. Bajaba las escaleras lo más rápido que sus regordetas piernas se lo permitían, sentía como rebotaba su busto, pero no había tiempo para sentir pena ahora. -Maldición, maldito viejo, ya me la pagaras, hacerme escribir un maldito ensayo por cuestionarlo -decía entre dientes llegando al final de las escaleras. El turno vespertino empezaba en media hora y ella aún seguía en la facultad, llegando a la entrada saludo con la mano a las chicas que se encontraban sentadas en la entrada de la universidad. Siguió su camino con la respiración alterada después de bajar corriendo - bien, justo a tiempo - se decía a ella misma mientras se paraba en la banqueta. El sol era fuerte, pero no quemaba, era esa época del año en la que el sol es bien recibido a cualquier hora día, gracias al frió que azotaba cada enero al paraíso exótico donde vivía, desierto rodeado de mar, pareciera una mala broma, pero es totalmente real - Cabo san locos- soltaba en risitas mientras miraba el cálido sol entre sus dedos. El sonido de un auto la saco de sus pensamientos, asomándose a la esquina un hermoso corola del 73 azul metálico se acercaba a donde ella estaba de manera lenta - genial, míster increíble - agito su mano, lo suficiente para que el conductor la ubicara , el coche se detuvo justo frente a ella. - hermana, lo siento, después de clases la directora me pidió unos minutos - juntando sus manos a manera de súplica el gigantesco chico robustito pedía disculpas con una sincera sonrisa en sus labios. - tan puntual como siempre hermano - abriendo la puerta del coche, la distraída jovencita subía - ¿bien? - miro con curiosidad a su hermano, al no obtener respuesta insistió -¿hermano, iremos hoy o no? - moviendo su rostro como los cachorros curioso lo observo expectante. -hmp, creo que hoy si - poniendo en marcha a su fiel compañero, ordeno - ponte el cinturón. ¿Hermana, sabes? creo que aún no estoy preparado para dejarlo ir, pero si ustedes ya lo decidieron será lo mejor- su mirada se volvió triste - ya ha pasado un año y no hemos podido cumplir la promesa de unirlo con el mar- su voz se quebró un poco - después de todo el así lo quiso, hoy será el día- estiro su mano y alcanzo la de su pensativa hermana -¿y tú, estas segura? - -hmp, definitivamente, es hora de soltarlo, el así lo hubiera querido- dando suaves palmaditas en la mano de su hermano sonrió - será hoy- El resto de camino a casa transcurrió en un musical silencio, en el estéreo del viejo carro sonaba yellow de coldplay, después de 20 minutos de armoniosa música de coldplay, se acercaban a su destino. Al final de la calle se asomaba la tropical casa de dos pisos, perdida en las largas palmeras la chica recordó todas las veces que llego a casa y su padre la recibía al bajar del carro, observaba los pilares del frente que con aquel anhelo su padre había construido, entrando por el pequeño espacio de terracería al lado de la casa observaba los floreados obeliscos rojos, amarillos, blancos y color salmón que él había plantado. Al mirar el fondo del patio no pudo evitar sentir un nudo en la garganta. Miro con tristeza el pequeño tejado de madera, donde debajo se marcaba lo que parecía ser una enorme mesa de trabajo cubierta por lonas, varias cajas de materiales bajo esta y una enorme sierra de mesa medio cubierta por plásticos. Sacudió su cabeza rápidamente tratando de despabilar su creciente tristeza. Pero al ver la puerta trasera de la casa, los enormes ojos miel de la chica se abrieron grandes al encontrarse con una figura muy parecida a la de su difunto padre-¿Papa? - soltó en un susurro. Su hermano la alcanzo a escuchar. -¿Se parecen mucho no? Mamá dice que en estos últimos meses después de perder peso se parece más a su misma edad, definitivamente le queda perfecto el nombre- dijo esto último apagando el coche. Animado saludaba al tercer hermano parado en la puerta. - los estábamos esperando, mamá ya salió y entro de casa 20 veces - volteo los ojos y parpadeo como si tuviera un tic nervioso. Los tres rieron juntos, pero las risas fueron reemplazadas por un nudo en la garganta cuando en la puerta apareció la delgada mujer de unos 50 años con una caja pequeña color chocolate, decorada con pequeñas trenzas de madera, de frente tenía una manos juntas de metal y una pequeña placa que decía, "amado padre y esposo" - Zacarias. Al darse cuenta del impacto que creo en sus hermanos la presencia de su madre, bueno de la urna. El pequeño zack como le llamaban sus hermanos mayores, soltó - bueno por fin no se le olvido algo- encogiendo los hombros. Nuevamente las risas volvieron. Al volante iba la joven, al frente la madre con la urna en las piernas y en el asiento de atrás los dos hermanos. El silencio reinaba dentro del carro, hasta que la pensativa madre rompió el silencio -¿sabían que su papa siempre me dijo que en su vida pasada fue sirena ?, siempre decía lo mismo cuando los traíamos al mar de jóvenes- nostálgica miro por la ventanilla el paisaje marítimo que se presentaba frente a ellos. Un nuevo pero cálido silencio embargo el momento de nuevo, conocía a sus hijos y sabía que decir justamente en ese momento, tenia que que hacerlos sentir que era un deseo genuino de su padre. Media hora de viaje después, por fin salieron de la carretera y se adentraron por una angosta terracería llegando a lo que parecía una no muy visitada playa, bajaron en silencio y caminaron hasta la orilla, después de una breve despedida por parte de los tres hijos la madre hablo -Fuiste el amor de mi vida, el hombre que me enseño amar, la persona que me enseño a defenderme y el que posiblemente también me hizo más daño, de nuestra vida juntos me dejaste de herencia 3 semillas, a las cuales amaste profundamente, confiaste tanto en mí que te fuiste tranquilo a descansar, hoy reitero, descansa en paz amor mío, yo me encargare de que hermosos arboles crezcan de nuestras semillas - metiendo sus piernas al mar vacío la urna, la tranquila agua se llevo las lágrimas de los 3 hijos y los restos de lo que en vida fue su padre. De regreso a casa el silencio fue reemplazado por platicas del día y de que cenarían, el más pequeño propuso ensalada, el mayor panqueques y la mediana alegaba que con que fuera comida estaba bien. Al llegar a casa los dos varones se dirigieron a su cuarto y la chica a la cocina con su madre, donde amenamente platicaban del día de la joven, la armoniosa plática se vio interrumpida cuando la joven recordó de golpe -¡mamá! - grito iluminada por el recuerdo. - ¿Qué te pasa hija, porque gritas? - toco el hombro de la alterada chica. -¡Mi tableta !, creo que la olvide en el salón de clases, ¿Qué hora es? - levantándose buscaba su chamarra y las llaves del carro de su hermano. - 7 con 30, aun tienes tiempo, las clases vespertinas aun no terminan ¡ve, ve ! - señalaba la puerta con cara divertida, mientras pensaba... es igualita a él... -¡Hermano, me llevo tu carro, vuelvo rápido! - gritaba saliendo apresurada de la casa. Llego a la universidad en menos de 15 minutos, agradeciendo vivir tan cerca de esta, bajo corriendo del coche, en la entrada saludo al vigilante tomo una bocanada de aire y comenzó a subir las interminables escaleras, al llegar al cuarto piso sintió que le faltaba el aire, golpeo su pecho para calmarse, después de unos minutos lo consiguió a medias, camino al fondo del corredor donde se encontraba su salón y tímidamente abrió la puerta, asumía que aun abría clases por la hora o que por lo menos se encontrarían algunos alumnos dentro de ella, durante la tarde su salón era ocupado por los de primero, se llevó una sorpresa al ver que solo estaba una persona en el salón, un joven que permanecía recostado en la mesa la cual era justamente la que ella ocupaba durante las mañanas, usando los brazos como almohada parecía dormir plácidamente. Aclaro su garganta con la esperanza de que solo eso fuera suficiente para despertarlo, pero fracaso, después de meditarlo un momento se acercó a él y toco su hombro pero este no respondía, acerco su cabeza un poco a la de él y los vio - audífonos - rodó los ojos, el joven escucho esto último y giro su cabeza, quedando esos enormes ojos negros clavados en los bellos ojos miel de la curvilínea jovencita, del susto ella dio un paso atrás perdiendo el equilibrio cayendo sobre sus sentaderas - ¡me asustaste! - grito iracunda. -lo s... siento - quitando los audífonos el alto joven se apresuró a dar la mano para ayudarla a ponerse de pie. Miro su mano y después el rostro del chico, lo estudio durante un momento, quedo embobada por su rostro, cabellos negros y lacios cubrían su frente y parte de su ojo izquierdo, una nariz perfilada y unos carnosos pero modestos labios eran enmarcados por una mandíbula perfecta, la voz de él la saco de sus pensamientos. -¿Estás bien? - decía agitando su enorme mano frente al rostro de la chica. -s ... ¡Sí! - tomando tímidamente la mano del joven, pensó, - rayos, y yo que me consideraba alta- -espero que seas la dueña de una tableta, llevo rato esperando que aparezca su dueño - decía el joven tomando de su mochila el pequeño objeto morada. -sí, es mía- le arrebato rápidamente. - no pensaba quedármela si es lo que piensas, la clase termino hace una hora y decidí esperar por si aparecía el, o en su caso dueña - rasco su nuca en señal de evidente incomodidad - y bien, supongo que cumplí, soy Isaac, no preguntaste pero igual me presento - sonrió mientras un sonrojo cubrió las mejillas de este, extendiendo su mano derecha en son de saludo. - Reichel, pero me gusta Rei, gracias y que pases buenas noches- Sin más dio la vuelta caminando a la puerta, dejando la mano estirada del atractivo muchacho. -¿Y, Rei alguna muestra de agradecimiento? - La tomó por sorpresa la pregunta del joven, normalmente no era tan tajante pero el ridículo de embobarse y caer de nalgas frente a él la obligo a huir lo más rápido posible, después de mirarlo unos segundos, por fin soltó - ¿vives muy lejos? - alzando las cejas. - vivo cerca - dejando de lado su enorme altura, era un chico realmente tierno. -te llevo-
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