—Es el hermano de tu futuro esposo, pequeña Dhampir —finge burlarse con sus ojos impregnados en una emoción que no logro descifrar, de si es una mezcla de tristeza, enfado o una oposición ante lo que dice, dándome a comprender que, en su mente, hay un recuerdo que rechaza internamente. Mis ojos pican con las lágrimas que se agrupan, amenazando en salir a mares. —¿Qué? —eso lo explica, pero… ¿Qué hace él aquí? ¿A caso siempre me van a estar vigilando? ¿Qué quiere conseguir de mí? —Sí, a Christopher lo mandaron para vigilarte y vigilar que hagamos nuestro trabajo —afirma luego de aclararse la garganta, sin mirarme a la cara. —Qué pesado —bufoneo conteniendo el aliento, recostándome en el sillón aparentando que no me importa un comino lo que hagan. —Dejen de hablar de mí, que los puedo oí