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992 Words
Me dirijo a ver a los superiores, sé que me ocultan algo pero no estoy seguro de qué es.  Hace un par de meses desperté de mi letargo, según recuerdo caí en ese estado luego de utilizar los poderes del Abismo para salvarlo de Rafael, pero no logro recordar mucho más. Hay cosas que me confunden, en mis recuerdos puedo ver que le tenía aprecio a un pequeño demonio que ya no existe, por alguna razón Lucifer acompaña a la híbrida que se me ordenó destruir pero estoy seguro de que ella puede ser la clave para entender lo que me ha sucedido.  Hasta hace un tiempo – por lo menos así lo recuerdo– yo era una especie de ángel caído y guardián a la vez, pero cuando desperté mi Creador me dió la bienvenida al Cielo, dijo que mi sacrificio fué tan sincero que demostró que debía ser perdonado. El problema es que no recuerdo qué es lo que sacrifiqué, ni porqué o por quién. Me encuentro con Zadkiel en el camino y se me queda viendo, como si le costara realmente aceptar que estoy de regreso, no es el único, Merth también me vé anonadado, tampoco entiendo porqué lo llaman así, no es su nombre original. —¿Qué tanto me ves pollo?— le digo a Merth serio. —Definitivamente no cambiarás nunca Kaiael — el ex- arcángel me observa con fastidio. —Para tí soy Kaia, y tú ex guardián cuida tus palabras— paso por su lado y lo dejo atrás. Siento cierto rencor hacia él, pero no encuentro una razón lógica o confiable, es extraño en verdad. Llego hasta dónde Miguel se encuentra, habla animadamente con varios ángeles custodios novatos, me recuerda a cuando él me entrenaba junto a Zorobabel. *Flashback* Volaba rápidamente entre las nubes, el sol del amanecer acariciaba mi rostro y yo me dejaba perseguir por Lucifer, habíamos nacido hacia unos mil años, éramos unos niños en realidad y nunca faltaba la oportunidad para escabullirnos y jugar entre nosotros. —¡No me alcanzas Lucifer!— grito riendo. —¡Cierra la boca Kaiael!— me contesta enojado, siempre fué competitivo. Volamos entre las nubes y nos lucimos a lo grande haciendo las mejores piruetas, pero algo llama mi atención y me detengo en seco. Desde dónde estoy puedo ver la Tierra, los humanos caminan tranquilamente entre ellos y la curiosidad aflora de inmediato; quiero saber más, quiero ver más ya que no me basta con lo que mi Padre y los arcángeles nos enseñan. —Vamos— Lucifer me sonríe— Yo también quiero investigar. —Pero Él no nos permite eso, somos muy jóvenes y no es nuestra misión ir a la Tierra hermano— suelto algo cohibído. —¡Ay, por favor Kaia! No le quites la diversión a todo, además Él no es nuestro dueño— sonríe volando hacia los humanos. Lucifer manifestó siempre estar en contra de las reglas celestiales o no estar de acuerdo en cumplirlas, desde pequeño desobedeció todas y cada una de ellas pero éramos unos niños intentando descubrir que éramos y porqué. Nunca imaginamos el camino que mi gemelo elegiría luego de haber llegado a la adultez. Lo sigo de cerca, yo me consideraba el más tímido de los dos por lo que mi hermano solía darme el valor necesario para hacer las cosas.  Mis pies tocan el suelo, se siente extraño estar aquí. Los humanos son interesantes en verdad, desde dónde estoy puedo sentir sus pensamientos, pesares, alegrías, amores. Es abrumador sinceramente y me hace sentir algo dentro de mi pecho, un cosquilleo, cariño hacia ellos, frente a nosotros vemos un demonio, lo reconocemos al instante a pesar de que nunca hemos visto uno antes y es que es algo natural creo yo. Nos observa con interés y sonríe mostrando sus colmillos y una sonrisa socarrona, camina hasta quedar a unos metros de distancia, las personas caminan entre nosotros sin saber siquiera que estamos presentes. —¿Dos recién nacidos del Cielo? ¿Qué los trae por aquí?— ríe y nos observa aún más. —No es de tu incumbencia— digo tratando de verme tranquilo. —¡Oh, vamos! Estoy seguro de que se aburrieron de las normas de su tan amado Creador— se mofa.—Yo puedo mostrarles algo mejor. —Cuida tu boca engendro— la voz de Miguel nos sorprende. Apenas el arcángel se acerca el demonio desaparece entre la niebla. De camino a nuestro hogar recibimos un gran sermón por parte de Miguel, nos da un castigo extra y está demás decir que a Lucifer no le agrada para nada. Mi hermano es el primero en marcharse molesto y protestante, se siente sofocado en nuestro mundo y lo sé porque tenemos una conexión especial entre los dos. —No sé qué haré con él Kaiael— dice sin pensar, me revuelve los cabellos y desaparece en el Santuario de los Querubines. *Fin flashback* Espero pacientemente a que termine de platicar con los nuevos, a mi mente viene la escena del cementerio, sigo preguntándome cómo es que pude quererla si en estos momentos la encuentro como una perfecta extraña, no hay ningún atisbo de sentimientos hacia la muchacha, lo peor es que ella parece verme como si fuera lo único en su mundo. Suspiro resignado, quiero terminar pronto con la misión para así poder volver al Abismo y descansar un poco, desde que desperté no he podido volver y mi Padre insiste en que me quede aquí. —Deja de soñar despierto Kaia— Gabriel y Miguel me observan. —Lo siento, estoy distraído— digo sonriendo. —¿Averiguaste algo? ¿Sabes quién está cazando las almas perdidas?— pregunta Gabriel con ansias. —No, no lo sé aún. Pero estoy altanto de la situación — lo observo seriamente. —Ten cuidado con la chica, no es lo que aparenta. Ya caíste una vez en sus trucos, no lo hagas de nuevo— Gabriel me da una última mirada y se marcha. Al parecer están ansiosos de que Anael deje de existir, mi pregunta es ¿Por qué?  Lo averiguaré, así tenga que llegar hasta el mismo Infierno, yo voy a descubrir lo que está sucediendo aquí, almas perdidas han dejado de llegar al Abismo y por el contrario las están recolectando, no sabemos porqué ni para qué ni quién. Pero de algo estoy seguro, es un pecado atroz.  
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