La esposa abandonada

1834 Words
Adam despertó solo en su habitación, se dio una corta ducha y se puso ropa fresca, cuando bajó a la cocina se encontró a Jane conversando con sus hijas y riendo, las tres estaban en pijama con el cabello despeinado y bebiendo en gigantes tazas que parecía contener café. —Buen día.  —¡Adam, vaya que roncas! —Jane rió y Ada asintió con la cabeza.  El hombre con una sonrisa divertida se acercó a darle un beso en la frente a las niñas y uno en la mejilla a su esposa.  —Lo siento, cariño.  —Solo porque estabas enfermo te lo perdoné, eeh. —Dijo y se bajó de la barra de la cocina. —¿Podemos ir a jugar mientras haces el pan? —preguntó Serena a su madre y ella asintió con una sonrisa.  Las dos pequeñas caminaron con cuidado a su habitación mientras conversaban y sus padres se dedicaron a observarse el uno al otro.  —Quiero que especifiques a qué volviste.  —Jane, podemos hablarlo más tarde, alguno de los chicos podría venir y escucharnos.  —Adam, quiero saberlo todo. No tu versión resumida, la verdad—Ella asintió y se dedicó a amasar el pan mientras Adam insistía en ayudar.  Jane le dio el cartón con los huevos, en seis platos batió huevos con leche durante unos segundos y su esposa le observó y se dio cuenta de que en aquel hombre había instinto de familia y amor o demasiada delicadeza para batir los huevos que metió en el bowl. —Terminé, cariño.  —Lávate bien las manos y amasa el pan —Dijo y él le miró sonriente.  Jane no quería sonreírle, tampoco sabía cómo estar enojada con él y aunque era algo que él amaba de ella era un algo que le atormentaba a ella sobre sí misma, pero, tenerle tan cerca no le ayudaba.  Adam se sacudió los dedos sobre el rostro de Jane y ella no aguantó.  Le tiró la harina. Los dos comenzaron a jugar con todo lo que encontraron, hasta acabar sobre el suelo a causa de una de las cáscaras de banana, eso le recordó a Jane lo mágico que podía convertir Luthor un simple reguero.  —Dicen que el huevo y el aguacate son buenos para el cabello.  —No.  — Te verás guapísima. Más tarde, me lo agradeces —Adam estripó el aguacate que tenía en la mano sobre el cabello de su mujer y lo mezcló con el huevo que ya tenía ella sobre el cabello. Jane sintió los gigantes dedos que unos momentos atrás la deseaba que amasaran el pan acariciándole y sin duda alguna recibió aquellos hipnóticos labios sobre los suyos.  Jane y Adam se sentía como un par de adolescentes enamorados, dentro de aquella cápsula que habían creado. Besándose como un par de enamorados felices cuando en realidad eran una pareja completamente rota por dentro y por fuera. Una pareja que había jugado a hacerse daño y en algún momento se quemaron con  fuego, uno intenso, más aún que el amor que un día sintieron.  Los hijos Luthor veían la escena de sus padres desde las escaleras, todos menos Serena quien se acercó en silencio al refrigerador y se apoderó de la leche, la misma la vació sobre sus padres.  —Habías escuchado sobre la leche.  —Claro, sus vitaminas dan… brillo, brillo en la piel —Jane rió e intentó levantarse, pero cayó un par de veces haciéndoles reír a todos.  —Serena, ¡tú me acabaste de ensuciar ayúdame! —La pequeña le dio la mano y Jane la abrazó para embarrarle de huevo, la pequeña le miró sería después de que le soltara.  —¿Y el pan?  —Luthor lo arruinó —Acusó Jane y la pequeña se acercó y negó con la cabeza. —Te invitaré a desayunar fuera, ¿Te parece?  —Bien, iré a bañarme.  Adam les indicó a todos que se fueran a bañar para salir y la mayoría asintió. Kyle se acercó a ayudar a su padre a ponerse en pie y Adam agradeció, Jane subió al lado de su esposo.  Ambos ingresaron a la habitación y el mayor cerró la puerta con picaporte, Jane se acercó a su camisa y comenzó a abrirle los botones, Adam se deshizo del pantalón de su esposa, ella sonrió al sentir las manos calientes sobre.  —Ahora señor, ¿cama o ducha? —Ducha y cama, tardarán una eternidad —Dijo y se estiró para  comer la boca de su esposo.   El hombre la cargó hasta la bañera. Antes de que se llenara se metió con ella dentro del espacio y se aseguró de besar cada uno de los espacios de piel de su esposa sin importar, la leche el huevo,  queso, harina o los pedazos de arena sobre la piel de Jane.  Adam se había encargado de besar cada uno del rincón del cuerpo de su esposa con los labios, pero ella creía merecer más y querer más, hasta que fueron interrumpidos.  —Jane, las gemelas no se quieren poner ropa y andan desnudas por la casa—Gritó Kyle.  —Jane se está duchando —dijo Adam.  —Pues sal tú —Respondió Karl y ambos fueron a perseguir a sus hermanitas. Jane echó su cabeza hacia atrás  le hizo una seña a su esposo para que saliera del agua, este besó la mejilla de su mujer, luego fue hacia la ducha para retirar lo que quedaba de harina y huevo de su cuerpo. Se puso un bóxer y una camiseta antes de salir a pescar a sus hijas quienes quedaron quietas al verle con los brazos cruzados.  —¿No les da pena que todo el mundo las vea así? —Las dos se miraron entre sí y Addi bajó la cabeza, pero Serena no pudo evitar reírse —Serena a vestirse y Addi también, ambas están castigadas, nada de postres.  —De por sí a mí no me gusta.  —De por sí a mí no me importa Serena, ve a vestirte que te vas a ganar una nalgada.  —Solo mi mamá me puede pegar, Adam —Dijo y comenzó a subir las escaleras, todos se quedaron en espera de la próxima reacción de su padre. Sabían que no soportaba que le retaran y Serena Solía hacerlo sin filtro Jane, creía que lo sacaba de ella y Adam supo de inmediato que se trataba de él.  —Serena, estás castigada, lo hemos hablado ¿Cierto? Discúlpate con tu padre, y adivina ahora no solo yo te doy nalgadas. No verás televisión ni jugarás con el computador hasta que te disculpes.  —No veré televisión, ni jugaré con el computador —Dijo y Jane le soltó tres nalgadas. Todos sabían que Serena no lloraría y que Jane enloquecería por lo que todos dirigieron sus miradas en otras direcciones, excepto Jane y su hija la cual se dio media vuelta y fue en dirección a su habitación. —No tienes permiso para darles más de tres, tampoco son a morir, pero Serena en especial… lo necesita y ustedes todos deberían estar castigados —Señaló al resto de sus hijos. Solo que no llegar al clímax no era una verdadera razón para castigar a sus hijos. Jane subió a terminar de vestir a Addi,  luego a Serena. Tenían el mismo comportamiento y  eso les hacía pasar pésimo rato y no dudó que tomarle de la mano en la adolescencia no le sería fácil, además, no era de esas niñas que contaban con una persona favorita; ella simplemente se dedicaba a vivir.  Salieron de casa en dirección a un bonito restaurante playero en el cual posicionaron varias mesas y sillas en la orilla de la playa, la más inquieta por la cercanía con el agua era Addi, le encantaba el sonido del mar y como les pringaba cuando estallaban las olas.  —Mamá, ¿a qué hora nos podremos meter? —En dos horas.  —Ahh… Serena, jugamos en la arena.  —No, estoy castigada además planeo una fiesta —Jane rodó sus ojos. —Pensé que hoy podíamos hacer algo juntos. —Propuso  Adam y todos sus hijos le miraron con diversión. —Podríamos jugar en la playa.  —Ya crecimos, papá.  —Y a mí no me agradas —Respondió Serena.  —Ayer éramos amigos. —Ayer no estaba castigada.  —¡Qué curioso! ¿No? —Dijo Drake. —Así fue como te fuiste, un día estabas con nosotros y otro de viaje… Bueno, luego solo estaba Jane, sabes… —Dijo Drake quien hizo una larga pausa.  —¿Te vas a morir o nos dejarás de nuevo? —preguntó Kyle.    Todos se quedaron en silencio, los Luthor, las Luthor y las novias de los mismos decidieron hacer silencio, todos estaban en espera de alguna respuesta, pero Adam parecía no tener algo bueno que decir o siquiera un argumento para convencerles de que había llegado para quedarse.  El señor Luthor volteó a ver a su esposa, ella tenía la miraba sobre su desayuno y estaba en la misma posición desde que sus hijos comenzaron la disputa contra él. Jane no podía ver a los ojos a Adam porque temía hacer un berrinche,  justo en medio de los desplantes de sus hijos hacia el señor Luthor, Jane no pudo evitar recordar aquella frase que envió él unos años atrás en el medio de un papel estaba escrito:  > —¿Estás bien cariño? —Jane llevó una mano a su frente en señal de angustia y negó con la cabeza.  —Yo… Umm… La mujer hizo una pausa antes de ponerse en pie y acercarse a su esposo.  —Soy Jane. La esposa número cinco, la madre número cinco, la mujer que le dio la vida a tus dos últimas hijas, las cuales no viste nacer, no bautizaste o elegiste sus nombres. Yo soy la mujer abandonada por Adam Luthor. ¿Sabes? No puedo fingir odiarte porque te amo, pero estoy muy segura de que mi vida no depende de ti, ni la de mis hijas. Ahora cuéntame qué tienen las demás esposas o qué tienen mis hijas para no haber merecido una explicación, un gesto de apoyo o amor. Jane rodeó la silla de su esposo y cargó a Ada, luego hizo lo mismo con Serena y besó la cabeza de sus otros hijos. No quería abandonarles porque no era justo, simplemente  necesitaba un espacio y Adam Luthor no conocía aquella palabra para él todos era mucho o poco y para ella. En ese momento la casa se hacía chica y estaba inundada de Adam Luthor en todas partes, la quinta persona en abandonarle, pero la que más le lastimó. En aquel momento él no merecía compartir con las niñas a las que había abandonado o pasar tiempo con la esposa a la que no había amado.
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