Capítulo 4

3266 Words
Qué haré para conseguir su perdón? La necesitaba más que aire para respirar y todos estos años en los que ella no estaba en su vida, fue lo peor que le había pasado en su vida. La amaba, claro que la amaba, mucho más que antes y tenía que recuperarla, aunque se le fuese la vida en conseguir el amor de María Elena, conseguiría que ella lo amara de nuevo y tuvieran al fin la vida que tanto habían soñado, juntos. —Perdóname, por favor. Te necesito. Sollozó Marco Antonio y ella negó. —No digas eso cuando estás con ella. ¡Estás con Jannet!. Gritó —No. Dijo sin levantar el rostro — Tengo que irme de una vez… Tengo que salir de aquí. Susurró María Elena y Marco Antonio le cogió del brazo para evitar que se fuera. Al sentir el contacto de su mano sobre su piel, todo su cuerpo se erizó, reconociendo al único dueño de su cuerpo y de su alma. María Elena miró su mano agarrándola y Marco Antonio la soltó dándose por vencido. María Elena caminó hasta la puerta para por fin salir de allí y antes. —No estoy con Jannet. Es cierto que tuvimos algo, pero ya no. —Me da igual y no me interesa. Yo sí estoy con alguien y me trata muy bien, me respeta y me valora. Se lleva bien con Susy y con.... Se quedó callada por qué sin darse cuenta, ella misma casi le dice lo de la niña. —¿Con quién más? Ah, sí con tu hija. ¿No? . Preguntó sorprendiéndola. Su cuerpo tembló y se dio la vuelta de nuevo para mirarle a los ojos y que le dijera quién fue que le dijo sobre su hija. No quería que supiera que tenía una hija, podrían pensar que era egoísta y en cierto modo así era. Pero no podía exponer a su hija de esa manera, no podía dejar que sufriera como hizo ella. Si Marco no le creyó queriéndola como jura que hacía, ¿cómo iba a dejar que tuviera cabida en la vida de su hija ?. Las cosas no eran tan fáciles y no se lo pondría fácil. —¿De dónde sacas eso? . Pregunto ansiosa. —Lo sé y punto y de ¿De quién es? —¿De quien más pues ?. De mi novio, por eso nos vamos a casar, muy pronto. —No puedes casarte. ¡Tú me amas a mí!. Expresó acercándose a ella y tomándola por los brazos para abrazarla. —Te equivocas, te ame, en pasado, ya no, querido. Respondió altanera y se soltó de su agarre. Lo miró por última vez y salió de esa habitación tirando la puerta. Al salir, pegó su espalda a la puerta, sintiendo como sus pulmones se cerraban, necesitados de aire. Lo necesitó a él durante tres años y ya no estaba dispuesta a dejarle entrar en su corazón, aunque en realidad jamás salió de ahí. Él era el dueño. Y la pregunta que la atormentaba "¿Por qué tuvo que volver? ” Ahora que me estaba recuperando. No voy a permitir que me vuelva a hacer daño, nunca más. Se dijo a sí misma y caminó hasta el ascensor para irse a su hogar, donde sus hijos la esperaba ansiosa por verla. Marco Antonio al quedarse solo en esa habitación de hotel, sintiéndose el peor hombre del mundo, cayó al suelo de nuevo, en una esquina, con la mirada perdida y el corazón latiendo a millón. ¿La perdí? Sí, la perdí, se repetia una y otra vez. Las lágrima, se asomaron por sus ojos para recorrer sus mejillas y dejar salir esa tristeza que lo embargaba, perdiendo la única mujer que había amado. María Elena no quiso escucharlo, él sabía que eso sería una misión diferente, pero no imposible y sabía que lo conseguiría. Lo que no podía sacar de su mente, era esa niña que tenía con su “novio”. Todo eso era muy raro y tenía que preguntarle a Julio César y por qué no le dijo nada sobre ello, le voy a preguntar y espero que me diga la verdad, necesito saberlo todo. Dijo levantándose del suelo para coger el móvil. Buscó el número de su amigo entre sus contactos, quería mandarle un w******p para preguntarle si María Elena también estaría presente en la cena de esta noche en su casa. Sería una buena oportunidad para volver a verla e intentar hablar con ella. Marco Antonio pensó que, con la ayuda de sus amigos, conseguirían convencer a María Elena de que no podía casarse con otro hombre que no fuera él. Gritó dándole a la mesa que tenía al lado de él. El golpe no le dolió nada para lo que le dolía el corazón, por saber las intenciones de ella de compartir su vida con Alberto. Podría dejar que fuera feliz, sabiendo que es tipo podía conseguir lo que no consiguió él, pero Marco Antonio, lo único que quería era recuperar a esa mujer y por supuesto no iba a permitir esa boda de algún modo tenía que impedir. María Elena volvería con él, al precio que fuese. Cuando encontró el número de su amigo, comenzó a escribirle un WhatsApp — Julio, cómo estás, necesito que me aclares una duda. —Me, imagino de que se trata. Lo conocía demasiado, eran como hermanos y hasta por mensaje sabía si le pasaba algo o no. Marco sonrió sabiendo que su amigo lo conocía más de lo que a él le gustaría. Así que, sin más rodeó, pregunto lo que le interesaba saber. —¿Ella va esta noche a tu casa? . Me refiero a María Elena —Sí, ella viene… Pero no viene sola. Amigo, viene con su novio, Alberto. —Me lo imaginé, pero quería que me los confirmaras. Nos, vemos está noche amigo. —Puedes llegar a eso de las siete, para que hablemos con Mariana, a ver si la convensemos. Una vez que se despidió de Julio César. Se desnudo, camino hasta el baño, para darse una ducha de agua fría, a pesar que estaba haciendo frío en la ciudad de Lima, tenía que alistarse rápido, ya que tenía una reunión con el Señor Vicente Flores, Gerente General de Aloft Lima Miraflores, a quien le haría una oferta de compra que no podía rechazar. Y cuando todo este listo, piensa adquirir varios hoteles, ya que en sus planes estába fijar su residencia en la ciudad de Lima y preparar paquetes turístico para resaltar los sitios espectaculares que tiene la ciudad de Lima, cómo: Punta Negra, ese hermoso balneario que cuenta con piedras oscuras, que le da ese nombre tan particular. La Reserva Paisajista Nor Yauyos - Conchas, El Caral, la ciudad más antigua del Perú, sino de América, por nombrar algunas. Él quería que no quedará ningún turista que fuera a la ciudad de Lima se perdiera de esas bendiciones que Dios les había regalado. Lo Quería vivir allí y resaltar su cultura, sus costumbres en honor a María Elena, ya que en la ciudad de Lima, fue donde conoció el verdadero amor. La reunión ya había concluido, después de tres largas horas y se podría decir que ya él hotel le pertenecía, sólo faltaba finiquitar cierto detalles con los abogados y el hotel era suyo. Se dirigió al estacionamiento para buscar el auto que alquiló un Volvo XC 90, azúl marino, encendió el motor, condujo hacia el Sur de la Playa del Golf, dónde compartió con María Elena por primera vez. Casa que por supuesto compro con la intención de compartir algún día con la mujer que amaba. Estacionó su Volvo XC 90, en una vereda que da a una colina, para encontrarse con una hermosa casa, apenas llegando se abrió la puerta y ahí estaba esperándolo el Señor Héctor Pacheco, él agente encargado de la inmobiliaria V&V Grupo Inmobiliaria , esperándolo. —Señor Rodríguez ¿ Cómo está ?. Se acercó el agente inmobiliario para estrecharse las manos —Bien gracias a Dios —Y por fin logró comprar la casa y disfrutar de doscientos setenta y nueve metros cuadrados y de esta hermosa vista. —Así es. Esta casa me trae muy buenos recuerdos y quiero conservarlos. ¿Dónde firmo?. El Señor Pacheco, le indico que pasará a la sala de estar, para la firma de los documento. Marco Antonio, tenía los mejores recuerdos. El día que pasó con ella, después de hacerle el amor por primera. Todo eso quería mantenerlo vivo en esa casa, en ese hogar que quería construir con ella. Quería que, cuando sus hijos, si es que llegaban a tener, fueran mayores, supieran como empezó todo y porqué compró la casa. —Aquí tiene el contrato. Échele un vistazo y si está todo correcto, firme en todas las páginas. Explico el Señor Pacheco pero Marco Antonio ya estaba firmando. —Perfecto, ya lo firmé todo. —Muy bien, pues bienvenido a su casa, aquí tiene sus llaves. Ya con las llaves en sus manos, tenía la sensación de haber dado el primer paso para ser feliz con ella. Miró la hora en su reloj y se dio cuenta de que eran casi las siete. Con todo lo que había hecho todo el día, se le fue volando y tenía que ir ya a casa de Julio César. Salió de su casa y antes de cerrar la puerta, miró a su alrededor, sonrió y asintió feliz. Con la esperanza reflejada en su rostro, se montó en el Volvo XC 90 y se incorporó de nuevo a la autopista. Quince minutos después ya estaba en la puerta de su amigo, salió del coche y caminó nervioso, pero decidido, toco y Mariana abrió la puerta y sin saludarlo, le pregunto: —¿Qué haces aquí, Marco Antonio?. Dijo Mariana con el ceño fruncido. — Yo también me alegro muchísimo de verte cuñada . Exclamó Marco Antonio con una sonrisa ladeada. —No soy tu cuñada. Respondió molesta. —Tu, sabes que Julio César y yo somos casi hermanos. Nos criamos juntos, eso me hace casi tú cuñado. Tras ella, se oye la carcajada de Julio César pero Marco Antonio no se reía, sinceramente no le había hecho mucha gracia el chiste, además de enterarse de que con Mariana lo tenía incluso más complicado que con María Elena. —Mi mujer tan ocurrente como siempre. Déjalo pasar Mariana. Pidió Julio César parándose a su lado. —Pero Julio, sabes que Mari viene dentro de un rato. Dijo Mariana angustiada. No quería que su amiga se sintiera incómoda con la presencia del hombre que tanto daño le hizo. —Lo sé, por eso le dije que viniera antes para hablar contigo… Por favor, dale una oportunidad, cariño . Suplicó Julio César dándole un beso en la mejilla a su preciosa y cascarrabias mujercita —Está bien, solo una —recalcó mirando a Marco Antonio con cara de pocos amigos. Al menos había conseguido que lo escuchara, solo faltaba que ella sí le creyera y así conseguir su ayuda. Entró y caminaron hasta el salón, allí, en el suelo, estaba el pequeño Anthony. Era un niño precioso que se parecía muchísimo a su madre. —Hola Chibolo. ¿Cómo está mi sobrino preferido? Lo levanto entre sus brazos para darle un beso. —Si Grabiel te escuchara, se enfadaría mucho. Exclamó Julio César sarcástico. —Los dos son mis favoritos. Respondió Marco Antonio poniendo de nuevo al niño en el suelo para que siguiera jugando. — ¿Qué quieres Marco Antonio? Porque tu visita no es por gusto y sé que tiene que ver con Mari. Dejando en claro su punto de vista. —Quiero recuperar a María Elena y necesito tu ayuda Mariana. Le suplico Marco Antonio con voz apagada. Mariana alzó las cejas incrédulas, mirando a Marco Antonio como si estuviera demente y comenzó a negar, ella jamás ayudaría al hombre que le hizo daño a su mejor amiga, a su hermana. ¿Es que no tenía decencia? Eso fue lo que cruzó la por la mente. Marco Antonio se acercó a ella sabiendo su negativa e intentó razonar con ella, pero estaba bastante difícil hacer eso con una mujer como ella, tan temperamental. Tenía incluso más carácter que María Elena y eso era ya demasiado. —Estás demente si piensas que después de tres años te voy a ayudar a hacerle daño de nuevo. Ni lo pienses. Dijo Mariana muy enojada. —Por favor, Mariana, mi padre me engaño. Sé por qué me dejo y sé que cometí el error de creer a mi padre, pero tenían pruebas. ¿Qué querías que hiciera? Me cegué y no me lo perdono, pero la amo y estos tres años han sido los peores de mi vida. Mariana lo miró y una parte de ella quería creer en sus palabras, pero la otra recordaba como su amiga se quedaba dormida entre sollozos en sus brazos. No quería volver a verla así, no quería que María Elena derramara ni una sola lágrima más por él. —Ella también ha sufrido mucho Marco, solo quería morirse. —Mariana, lo siento, pero no voy a perderla de nuevo… Sé que me ama y voy a hacer que me perdone. Voy a reconquistarla. Afirmó seguro de sí mismo. Esa era una promesa interna que él se estaba haciendo y que sabía le iba a costar mucho más de lo que pensaba, pero que, tenía claro cumpliría. —Y si lo consigues, ¿te la llevarás de nuevo a Cusco? . Esa pregunta lo descolocó por completo. Comprendió uno de los motivos por lo que Mariana no quería ayudarlo, ella no quería que María Elena. —Claro que no, pienso hechar raices aquí en Lima y Cusco es aquí mismo en Perú. —Si es verdad, pero para verla tendría ella que viajar o yo. —Te prometo, no sacarla de la ciudad de Lima. Prometió Marco Antonio. — ¿Lo prometes ? —De hecho acabo de comprar la casa de la Playa del Golf. Después de confesarle sus planes, parecía que Mariana se estaba convenciendo de lo que Marco Antonio le decía. —¿En serio lo vas a dejar todo por ella? . Formuló la última pregunta que, necesitaba para darle su voto de confianza. —Ella lo hizo por mí y mira lo que pasó, es lo justo. Ahora seré yo, quien se sacrifique por nuestro amor. Una gran sonrisa dibujó los labios de Mariana y Julio la abrazó, enamorándose aún más de ella si podía. Mariana se quedó unos instantes escuchando cada palabra de Marco Antonio cada promesa que, esperaba que cumpliera. Marco Antonio la miraba expectante, esperando como un niño que esperaba a su madre con un helado de jagua y puma rosa. Julio César le susurró algo al oído a su mujer y esta asintió clavando sus ojos en Marco Antonio. —Te ayudaré, pero pobre de ti como le vuelvas a hacer daño a mi hermana, porque ella es como mi hermana… Te castro. ¿Lo entiendes verdad? . Los tres soltaron una carcajada. Marco Antonio la miró y asintió acercándose a ella para darle un abrazo y agradecerle todo lo que hacía por María Elena —Ves cómo eres mi cuñada. Dijo Marco Antonio separándose de ella—. Gracias Marina. Te prometo que no le haré daño. Yo la amo. —Eso espero. Bueno ya te quedas a cenar. ¿No? —Por supuesto, cuñada. Sonrió complacido y asintió. Estuvieron hablando de todo lo que hicieron durante el tiempo que no se vieron. Marco Antonio les contó todo sobre la casa que había comprado y con ello el motivo por lo que lo hizo. Les contó que había visto a María Elena y que habló con ella, intentó ablandar su corazón. También hablaron de su padre y de cómo había muerto, cosa que a Marco Antonio no le gustó recordar, pero no podía decirles nada a sus amigos. Entonces una cosa cruzó su mente, y que, aún no le había preguntado a su amigo. —Por cierto. ¿Cómo es que María Elena tiene una hija y yo no sabía nada? . Mariana y Julio César se quedaron sin habla y se miraron, intentado pensar qué podían decirle a Marco Antonio sobre la niña sin que se diera cuenta de que era su hija. Además, estaban extrañados de que supiera la existencia de la niña. —¿Cómo sabes eso? ¿Quién te lo dijo? —Preguntó Mariana nerviosa. —Escuché a una compañera de María Elena, cuando le pregunto por su hija y cuando hablé con ella me dijo que era de su novio, pero no me lo termino de creerle. Cuando Mariana y Julio César se disponían a responderle, sonó el timbre, provocando el nerviosismo en Marco Antonio y también en Mariana. ¿Qué harían ahora? Mariana estaba preocupada por su amiga, estaba segura de que se iba a enfadar con ella cuando viese a Marco Antonio, pero ya no había marcha atrás y todo estaba ya planeado. —Por favor Marco Antonio, María Elena viene con Alberto y su hija, por favor comportate. Pidió Mariana y Marco Antonio le respondió: —Me comportare cómo un angelito. Prometió. Mariana sonrió dándole un codazo en el brazo a Marco Antonio y se dirigió hasta la puerta y unos segundos después, escucharon las voces acercándose. Aunque Marco Antonio solo la escuchaba a ella, solo a ella. Era como si su mente bloqueara todo lo demás, como si su corazón supiera exactamente quién era su dueña. Cuando llegaron al salón, María Elena lo vio y palideció. Marco Antonio clavó sus en ella, pero María Elena desvió la mirada hacia Mariana y le susurró algo en el oído que, no pudo escuchar, aunque sabía claramente que hablaba de él. Entonces la mirada de Marco Antonio viajó hasta la niña que, sostenía María Elena entre sus brazos. Se quedó de piedra al ver a la niña, se parecía tanto a su hermana Elizabeth. No podía ser verdad. > Pensó. —Alberto, te presento a mi hermano. Dijo Julio César. Pero Marco Antonio estaba ensimismado mirando a la niña —Marco Antonio. Lo llamó tocandolo, por el hombro — Encantado. Dijo amablemente —Lo mismo digo. Respondió Alberto—. ¿Conoces a mi novia?. Preguntó Alberto que estaba ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor. Pues claro que la conozco, estupido " ella es mía". Pensó Marco Antonio. —Por supuesto que la conozco. Respondió con una sonrisa. Miró a María Elena y al ver que ella le miraba, sintió como su corazón se aceleraba. No borraba su sonrisa, sabiendo lo que eso le gustaba a ella, lo que estaba pasando. Entonces Marco Antonio entendió, que la noche iba a ser muy divertida, que de lo que pasara en la cena, sabría el siguiente paso para acercarse a ella. En pocas palabras, jugaría y sería el ganador. —Hola María Elena, estás más hermosa que nunca. Sorprendiendo a los presentes con su piropo. María Elena no podía creer que fuera tan estúpido y solo esperaba que la noche pasara rápido y a ser posible, sin ningún percance. Pero conociendo como conocía a Marco Antonio, estaba segura de que eso no iba a pasar. A muestras un botón, ya le hizo el primer comentario, aunque no se quedaría callada. Si Marco Antonio quería jugar, jugarían y ella sería la ganadora.
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