Hermes se hallaba en el apartamento de recursos humanos. Había recibido un mensaje donde lo citaban a que viniera a la empresa. Esta vez se había colocado un traje de etiqueta color n***o y se había rociado perfume. Una sonrisa se le pintaba en los labios. ¿Para qué otra razón lo llamaría la prestigiosa empresa de Industrias Hansen? Eso era claro para él; había sido el seleccionado. Estaba seguro de ello y se preparaba para escuchar las buenas nuevas. La misma mujer que lo había recibido la vez pasada, lo volvió a invitar al mismo despacho, donde estaba el mismo hombre que lo había entrevistado.
—Bienvenido, Hermes, toma asiento por favor —dijo el encuestador—. La vez anterior quizás no nos presentamos, mi nombre es Samuel Park. —Saludó a Hermes con su mano—. Yo soy el director del apartamento de recursos humanos. Lo que quiere decir, que eso me hace el responsable del reclutamiento de empleados dentro de Industrias Hansen, además actúo como el mediador entre los empleados y sus superiores. ¿Te preguntarás por qué te hemos llamado? Ayer presentaste una excelente entrevista, pero lamento informarte que no has sido el escogido para ocupar la vacante de gerente de finanzas. —Hermes sintió como si le hubieran echado un baldado de agua fría. Quedó serio y desconcertado. La noticia lo entristecía. Pero no creía que lo hubieran citado, solo para darle esa información. Eso podían hacerlo por el móvil y bien se ahorraban ver las afligidas caras de los rechazados—. Sin embargo, fuiste el segundo y creemos que es indispensable de tus servicios, por eso, hemos hecho esta propuesta para ti. —Samuel le entregó los documentos y Hermes los recibió—. Adelante, puedes leerlo. Te contrataremos como mensajero interno y como asesor financiero no oficial de Industrias Hansen. Eso quiere decir que podrás obtener cierta experiencia e ir acoplándote con los demás empleados. En algunas ocasiones se te harán consultas financieras y evaluaremos tus resultados. Así observaremos tu desempeño. Podrás verificar que es un contrato indefinido, por lo que puedes cancelarlo cuando obtengas una mejor propuesta laboral o cuando esté una vacante en el puesto ejecutivo, pues ahora tú eres un potencial aspirante a obtener el cargo de gerente. Te daremos hasta mañana para que lo revises. Por supuesto, puedes declinar la oferta. Pero en Industrias Hansen estaríamos encantados de tenerte. Piénsalo, no cualquiera puede acceder a esta empresa y a ti se te ha hecho una oferta exclusiva.
Hermes escuchó atento cada palabra del director Samuel, ese había sido un gran discurso, en tanto pasaba con sus dedos las hojas y quedó asombrado con la increíble cantidad que le pagarían solo por ser el mensajero y un asesor no oficial.
—¿Me pagarán todo esto por ser mensajero? —preguntó Hermes, formal y mirando directo a Samuel.
—Y asesor —contestó Samuel—. Somos conscientes de tus habilidades y de tu preparación académica y laboral… Son impecables. Aquí pagamos lo merecido a nuestros empleados para que sigan desempeñándose de manera idónea en sus ocupaciones. Debes llevar los documentos a la oficina de la señora Hariella y hacer lo que ella te ordene.
La propuesta era inesperada y tentadora. Además, era indefinido y le daban opción de anularlo cuando él dispusiera.
—Mañana tendrá mi respuesta, señor Samuel.
La reunión terminó y Hermes salió pensativo. Inmerso en que tendría que responder. No perdería nada, solo ganaría mucho, en cuanto a experiencia trabajando en una multinacional, como en sus ingresos económicos, ya que el salario de lo que pagarían era muy bueno. De hecho, muy similar a lo que estaría ganando como gerente. En teoría, era dinero fácil de ganar, al mismo tiempo que podía hacer asesorías financieras en industrias Hansen.
Era del campo y se había mudado a la ciudad para cursar su carrera de administración de empresas. Ya habían pasado seis años desde que se había mudado y se había instalado en la ciudad. Sus padres todavía vivían felices juntos y nada más tenía un hermano. Había hecho trabajos de medio tiempo para culminar sus estudios, pero sus padres siempre le enviaron ayudas monetarias. Ya era tiempo de que él les devolviera el apoyo que ellos la habían brindado. De alguna manera ser el mensajero y servir a Hariella Hansen era algo que muchas personas quisieran tener la oportunidad de hacer.
Hermes abandonó el ascensor y se detuvo de forma repentina. El comunicado de la reunión en Industrias Hansen lo había consumido y había olvidado que tenía un mensaje que mandar. Hela le había dicho que alguna ocasión vendría a ayudar a su amiga, por lo que quizás ella estuviera aquí. Miró su reloj, eran las cinco de la tarde; la hora perfecta para caminar y disfrutar de un relajante paseo por la ciudad. Sacó su celular y comenzó a teclear para enviar un mensaje a su precioso ángel a la que había guardado con el nombre de Hela.
El móvil de Hariella se encendió y en las notificaciones pudo leer el nuevo texto que había recibido. El reciente contacto que había averiguado y registrado, le había escrito, el de Hermes.
[Hermes].
Hola, Hela. ¿Estás en la empresa?
[Hela].
Sí, ¿por qué?
[Hermes].
¿Estás libre ahora?
Quisiera invitarte a caminar un rato.
[Hela].
¿Un paseo?
[Hermes].
Sí, un paseo.
[Hela].
Ya estoy por desocuparme.
¿Dónde nos encontramos?
[Hermes].
Podemos reunirnos en…
[Hela].
Está bien. Ahí estaré.
[Hermes].
Te espero.
(Visto por Hela).
Hariella llamó a Lena y ella se presentó con rapidez a su presencia.
—¿Qué hay pendiente en mi agenda? —preguntó Hariella.
Lena revisó su celular y lo miró a detalle. Era la encargada de la agenda de su señora y lo hacía con todo el gusto poder servir a alguien tan distinguida como ella.
—Solo tiene que verificar algunos proyectos, dar su aprobación y autorizar la firma de los cheques.
—Encárgate de eso y después pásame un informe escrito.
Hariella se levantó de su escritorio. Se colocó un sombrero y cogió unos lentes negros. Tomó su bolso y se detuvo al frente de Lena.
—¿Va a salir, señora Hariella? —preguntó Lena, al ver que arreglaba.
Hariella se puso las gafas de sol oscuro y respondió:
—Sí, saldré a dar un paseo.