Nunca me había sentido así con un hombre, tan cohibida. Si bien mi personalidad no es fácil de tratar, ha logrado llevarme el ritmo, lo que me agrada mucho. —¿Postre? —pregunta con una sonrisa, y no puedo evitar recordar la cena que tuve hace poco con Isaac. Asiento. —Si, gracias. —contesto mientras Luciano llama a uno de los camareros. Me pongo de pie y él también lo hace— Si me permites, debo ir al baño. —espeto, por lo que él, aún de pie, asiente. —Por supuesto. —dice y me señala con la mano por donde ir. Dejo la americana colgada en el respaldo de la silla y camino hacia donde me indicó Luciano, sintiendo el peso de su mirada en mi espalda. El lugar es hermoso, con candelabros de araña y luces tenues, perfectos para una cita romántica. Entro al baño, lleno de mármol y detall