Mentiras e insidias.

3963 Words

La madrugada estaba sumamente fría y la escarcha crujía bajo sus botas. La noche anterior apenas había dormido, por lo que sentía el cuerpo lánguido y los párpados pesados. Había pasado un par de semanas desde la última vez que había visto a Étáin, pero su recuerdo no le abandonaba nunca. Estaba cansado, pero dormir era en lo último que pensaba. Debía estar en alerta, dejar de pensar en ella y prepararse para el ataque a la fortaleza inglesa. Con un bostezo se cruzó el morral al hombro y salió de la caverna. El relente helado le hizo temblar, pero le quitó del rostro ese molesto olorcillo a humo. Inhaló profundo, y el aire frío de la mañana le repletó de energía los músculos. Entonces se pasó una mano por el pelo y miró alrededor: a una distancia considerable vislumbró un tupido bosque

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