[KEIRA]
No es que Dane tenga mal gusto para vestir, todo lo contrario, se viste muy bien, sus pantalones de jean y sus camisas le quedan muy bien, pero no es lo adecuado para el entorno en el que yo me muevo y en el que él deberá moverse en estos meses —¿de verdad tenemos que comprar aquí? ¿no hay otro sitio menos…?— intenta decir pero deja la pregunta en el aire.
Observo la vidriera de la boutique localizada en la calle Serrano y puedo verlo con esos pantalones elegantes, zapatos haciendo juego y accesorios que lo harían ver como un hombre con muchísima clase —sí, tenemos que comprar aquí, además, el gerente es amigo mío— explico.
—Keira…— me dice volteando a verme y debo hacer lo mismo —yo no tengo dinero para comprar aquí— me explica y asiento.
—Lo sé, pero nadie dijo que tu ibas a pagar por esto— explico y de inmediato él niega con la cabeza.
—No puedo dejarte pagar, eso no estaría bien— me dice y debo respirar profundo y herir su orgullo el cual debo admitir que me parece un poco innecesario en esta situación.
«Respira Keira, respira» me digo en un intento por no perder la paciencia.
—Dane, escucha— le digo obteniendo su atención —esto es un contrato y hay cosas que debemos hacer para que todo salga según lo planeado, entraremos a esta boutique, te compraremos ropa sumamente elegante y moderna y después de que todo esto termine, tú decides que hacer con ella. Si quieres la puedes regalar o vender para usar el dinero en lo que quieras, pero por favor no hagas que tu orgullo lo arruine todo— le pido y su silencio me hace saber que al menos lo está pensando.
—Está bien, pero te advierto que no usare cosas con las que no me sienta cómodo— me dice firme y asiento.
—Totalmente— digo con una enorme sonrisa en mi rostro y antes de que se arrepienta de su decisión, lo tomo del brazo y hago que entremos a la boutique.
Apenas cruzamos el umbral de la puerta, allí esta Guillermo hablando con una de las empleadas, pero apenas me ve, él se acerca a mí —¡Keira, bienvenida! — me dice con entusiasmo y me saluda con dos besos.
—Guille, ¿Cómo estás? — le pregunto amablemente y sonríe.
—Perfecto, ¿y tú? — me pregunta con interés.
—Muy bien, gracias… eh, déjame y te presento a Dane— digo y rápidamente él lo mira.
—Un placer Dane— dice con este tono algo gracioso que pone cada vez que aparece un hombre como lo es Dane frente a él.
—Igualmente— responde mi falso novio un tanto incomodo e intento no reírme de la situación.
—Guille, necesitamos ropa de todo tipo para él, ya sabes casual, elegante, y así…— le explico.
—¿O sea que quieres que lo vistamos? — me pregunta e intento no reír ante la manera que lo dice.
—Exacto—
—Bueno mi querida Keira, han venido al lugar indicado, toma asiento y tu querido, ven conmigo— le dice a Dane y se lo lleva para comenzar a enseñarle toda la ropa que tienen aquí y con solo ver lo incomodo que esta él río disimuladamente.
—Señorita Olavarria, ¿puedo ofrecerle algo de beber? — me pregunta una de las empleadas que ya está acostumbrada a verme aquí bastante seguido cuando vengo a comprar mi ropa.
—¿Puede ser un café por favor? — le pido y ella amablemente asiente.
—Claro que si— responde inmediatamente y se aleja para ir por lo que le pedí mientras que otra chica se acerca a mí.
—¿Es su novio? — me pregunta con gran interés y sabiendo que Mauricio también es cliente habitué de este lugar, pienso mi respuesta por un instante.
—Sí, es mi novio— respondo finalmente y me sonríe.
—Felicidades, es muy, pero muy guapo— comenta y lo observo un instante mientras que Guille le muestra unas americanas con un estilo increíble que ya me imagino como le quedaran.
—Sí, es muy guapo— respondo mirándola y no sé cómo aun con mi respuesta, ella puede mirarlo como lo hace —iré a intervenir un poco— digo levantándome del sofá y me acerco a ellos dos —¿y cómo van por aquí? — pregunto y Dane me mira como pidiéndome auxilio, cosa que me hace reír por dentro.
—No encuentra su estilo— irrumpe Guille y sonríe.
—Déjame que yo me encargo de esto, creo que sé lo que le gusta— le digo a Guille y el asiente levemente para después alejarse de nosotros dos.
—Gracias, me estaba sintiendo muy incómodo— me dice de una manera tan graciosa que me hace reír.
—¿Miedo de Guille? — pregunto divertida.
—No es gracioso Keira, quería tomarme medidas de no sé qué— comenta preocupado y ahora sí que no puedo contener la risa haciendo que Dane me mire de manera fulminante.
—¡Lo siento! — digo de la manera más sincera que puedo.
—Señorita Keira— escucho la voz de la chica que me ofreció algo de beber y al darme la vuelta está allí con su cabello dorado y ojos azules con grandes pestañas mirando a Dane mientras que me entrega el café.
—Gracias— digo y al darme cuenta que parezco ser invisible, me giro y coloco mi mano en la mejilla de mi falso novio —¿Seguimos con esto nene? — le pregunto y su mirada se cruza con la mía.
Él me sonríe de esa manera que te podría sonreír el hombre que esta perdidamente enamorado de ti y asiente —si mi amor— me responde finalmente y con estas palabras, ella se aleja.
—¡Dios! ¡¿Cómo es que hacia tu ex con todo esto?! — me quejo mientras me alejo de él y comienzo a mirar la ropa.
—¿Con que? — me pregunta y para mi sorpresa agarra la taza de café de mi mano y bebe un sorbo.
—Oye, eso era mío— me quejo —y hablaba de que todos y todas quieren contigo, ¿Quién eres? ¿Brad Pitt? ¿Can Yaman? ¿Enrique Iglesias? ¿Chris Hemsworth? O ¿Henry Calvin? — me quejo.
—Ninguno de ello, y no sé, quizás simplemente les parezco atractivo y ya— me responde y sonríe, para después entregarme la taza —sigue siéndolo— comenta haciéndose el interesante.
Decido ignorar su primer comentario e ir a lo que realmente es importante en este trato —debes aprender una cosa de mi— explico mientras vuelvo a entregarle la taza y me concentro en ver los polos.
—¿Qué debo saber de ti? — me pregunta con gran interés.
—Odio compartir vasos, platos, cubiertos o cualquier cosa que pueda trasmitir gérmenes de otra persona— me quejo mientras voy eligiendo algunos polos.
—¿Entonces como haces para besar? Digo, porque en un beso se trasmiten muchos más gérmenes— comenta intentando hacerse el chistoso.
—En realidad hay más gérmenes que son trasmitidos por un apretón de mano que por un beso, pero si, estas en lo correcto, en un beso con lengua se pueden llegar a trasmitir 80 millones de gérmenes, pero en ese caso prefiero pensar en las cosas buenas que trae besar— explico bajo el efecto de su intensa mirada.
—¿Y qué cosas buenas trae besar? — me pregunta con mucho interés y sonrió mientras que voy separando la ropa para que se pruebe.
—Bueno, científicamente hay 10 efectos que traen los besos, pero los más interesantes son que disminuye la depresión, baja la presión arterial y como consecuencia las arterias se llenan de oxígeno, alivia el dolor de cabeza, ayuda con las caries, elimina calorías, borra arrugas, y levanta el autoestima— explico y es tanta la ropa que voy separando, que Guille viene rápidamente a llevarse hacia uno de los vestidores.
—Entonces, ¿por eso no te importan los 80 millones de gérmenes que hay en un beso, pero si los que hay en compartir una taza? — me pregunta prácticamente al oído.
—No me juzgues, soy así— respondo divertida.
—Un poco rara, ¿no? — cuestiona y al girar mi rostro, me encuentro con el suyo a una distancia casi inexistente.
—Creo que deberías alejarte un poco— murmuro.
—Tú me preguntaste como hacia mi ex con las miradas de otras mujeres, ¿no? — me cuestiona.
—Aha— respondo mirándolo fijamente a los ojos e instintivamente mi mirada se desliza hasta sus labios y no sé qué rayos es todo esto.
—Me besaba para que todas supieran que era suyo— sentencia finalmente y me quedo inmóvil.
—¿Acaso estas esperando que te bese? — pregunto a modo de reto.
Él sonríe y muerde su labio inferior para después soltarlo lentamente —el punto número dos de tu contrato dice que ninguna persona de nuestro entorno puede enterarse de nuestro contrato— dice bajito y acorta un poco más las distancia —además, si no quieres que el punto número siete del contrato ocurra, la chica aquella debe tener claro que eres mi novia— añade.
—Veo que te aprendiste el contrato de memoria, felicidades— bromeo.
—Ya ves…— rebate y sonríe triunfal —¿entonces? — insiste.
Soy yo quien sonríe ahora y se termina de girar para que quedemos completamente frente a frente y llevo mi mano hacia su nuca —como que estás buscando una excusa para besarme, ¿no? — cuestiono y el gesto que hace en estos momentos podría seducir a cualquiera.
—Estoy intentando de que Guillermo no quiera agarrar el metro para tomarme las medidas para un traje— bromea haciéndome reír.
—Le diré que me la cinta métrica a mí, solo espero que no te incomode— propongo.
—En absoluto señorita Olavarría, solo que tendrás que convencerlo— me reta.
No sé qué clase de juego es este que intenta, pero hay algo que no me permite detenerlo —¿Y dices que con un beso lo convenceremos? — cuestiono.
—Yo creo, además… me mencionaste varios beneficios… ¿te duele la cabeza? ¿estas deprimida? O ¿quieres quemar calorías? — me pregunta sonriente.
—Creo que quiero disminuir mi depresión— sentencio y sin más lo atraigo hacia mí con mi mano en su nuca y acorto la distancia entre su boca y la mía para besarnos sin saber muy bien porque, pero si sabiendo cómo queremos hacerlo.
Su lengua y la mía se unen en una danza que nos hace olvidar el mundo, pero en un instante breve de consciencia, hago que nos separemos llevando mis manos sobre su pecho —el punto que más me gusta del contrato sin duda alguna es el de poder besarte— me dice un tanto agitado y de inmediato doy dos pasos hacia atrás.
—Dane, no nos confundamos por favor— le pido y asiente.
—No te preocupes, no lo hare— responde firme y lo único que se me ocurre en estos instantes para no seguir hablando de este asunto es buscar más y más ropa hasta el punto que pueda estar una hora metido en los probadores probándose todo esto.
«Keira, no te desconcentres de tu objetivo» me repito y hago de cuenta que este beso solo fue una práctica para el teatro que deberemos comenzar en un par de semanas frente a nuestros ex.