L. Droga extraña

1578 Words
El pensamiento de Ivania era cada vez más frecuente, un ser pequeño que necesitaba de su presencia con gran anhelo en sus sueños, las imágenes de los pequeños hijos de Alex se repetían, pero seguía sin poder recordarlos, la situación le angustiaba cada día más, al punto de querer aceptar el ofrecimiento de don Emmanuel para visitar a un especialista, se preguntaba cómo el tal Luis Roberto había logrado recordar todo sin problema y ella no, ¿cuál sería la diferencia? Definitivamente tenía que hacer algo al respecto. Sabía que Ángel no le permitiría acudir con ese médico, así que debía visitarlo a escondidas, le pidió a Aldo que le avisara a don Emmanuel que aceptaría su ayuda, a lo cual, él respondió de inmediato que el médico especialista la recibiría cuando ella quisiera, no lo pensó dos veces y se comprometió a ir al día siguiente. Ángel continuaba con sus crisis, al parecer, Ivania, Aldo y don Emmanuel habían logrado lo que querían, él ya no podía controlarse ni con la dosis más fuerte de medicamentos. Aldo llamó de nuevo al médico que lo atendía, ya que Ángel se mostraba alterado de nuevo, sus alucinaciones eran un poco diferentes está vez, el reloj que él poseía había cambiado de lugar, según palabras del mismo Ángel, y de verdad que esta vez no era cosa de Aldo ni de Ivania. El médico que llevaba su caso, había decidido trasladarlo a la clínica psiquiátrica cuanto antes y así sucedió, personal de esa clínica acudió por Ángel, fue muy difícil para todos, él se resistía y tuvieron que aplicar sedantes para llevárselo en una ambulancia. Ivania continuaba sintiendo lástima por Ángel, no comprendía cómo una persona tan amorosa debía sufrir tanto, incluso, lloró cuando se lo llevaron, la vida no era justa, según su pensar. A la vez, ella tenia sus propios demonios contra los que luchaba a diario, se sentía culpable por seguir pensando en Alex, pero a pesar de todos sus esfuerzos, no podía evitarlo. Alex continuaba en la cima del éxito y cada canción que él grababa, se volvía un éxito inmediato, una tortura para Ivania, quien intentaba no caer en tentación ahora que su esposo estaba recluido en una clínica, pero sus emociones eran más fuertes y Aldo no la ayudaba a resistir, él le aconsejaba seguir la voz de su corazón, ella todavía no comprendía porqué él insistía tanto. La cita con el especialista sería pronto, una tomografía y un par de estudios más fueron necesarios para definir su estado de salud, al médico le había parecido muy extraño su caso, que siguiera sin poder recordar, pensó que su cerebro seguía inflamado o con alguna lesión permanente. Al día siguiente, Ivania obtuvo los resultados de sus estudios, no había lesión ni inflamación, así que el médico ordenó otros estudios, recordarás que los estudios acerca de la anemia que Ivania mostró a Ángel eran falsos, por lo que fue necesarios practicarlos realmente. Un día más fue necesario para obtener los resultados, el médico había citado a Ivania con urgencia, una droga extraña había sido encontrada en su sangre, esa droga hacía que su memoria se fuera borrando poco a poco, por lo que cada vez le era mas difícil recordar, el médico le hizo algunas preguntas para tratar de evaluar el daño. — Señora Ivania, dígame su nombre completo — Ivania Lamat — Muy bien. ¿Usted lo recuerda por sí sola o lo sabe porque lo leyó en algún documento? — Pues... mi acta de matrimonio lo dice — ¡Eso es perfecto! — Me alegra — ¿Sabe usted su edad exacta? — Tengo 25 años — Su cumpleaños — Creo que es en julio — ¡Es excelente! Su nivel de estudios — La preparatoria — ¿Tiene hijos? — No — El nombre de su esposo — Ángel — ¿Conoce su apellido? — ... No. ¿Eso es malo? — Para nada, es normal, pierda cuidado. ¿Puede decirme el nombre de sus padres? — Los señores Lamat, los mataron hace tiempo y caí en una fuerte depresión — ¡Qué triste! ¿Puede hablar del tema? — ... No Ivania se sorprendió que no pudiera recordar ni siquiera a sus padres, ésto le llevó a pensar que algo estaba mal en ella, pero no le quedaba más que esperar. El médico había solicitado a un familiar de Ivania para hablar, Aldo se apuntó como su hermano mayor y el doctor pidió hablar con él a solas para explicarle. — Soy el hermano mayor de Ivania — Tengo que hablar muy seriamente con usted — Me lo imaginé, siempre me pareció muy extraño que mi hermana no tuviera sus recuerdos básicos. Por favor, dígame qué sucede — Los análisis de sangre revelaron una extraña sustancia en su sangre, creemos que es una nueva droga sintética, ya que no tenemos antecedentes de algo como esto y no sabemos cómo mitigar sus efectos, usted debe cuidar todo lo que ella consume porque podrían estar administrándola por medio de los alimentos. Tengo la esperanza que al dejar de consumirla, su sistema vuelva a la normalidad, pudiendo recuperar la memoria — Doctor le agradezco mucho la información y realmente espero que no se meta el problemas por esto que me dice — Pierda cuidado, he tomado mis precauciones — De todas manera, mandaré a una persona para que lo proteja, usted sabe que los cárteles viven muy cerca y es necesario tomar precauciones — Le agradezco, pero debo decirle que si mañana no amanezco con vida, no importa — No diga eso, a mí si me importa, y estoy seguro que a mi hermana también — Dígame cómo se llama la persona que enviarán para estar al pendiente, por favor — Don Emmanuel Veleta — He escuchado cosas turbias de él y no quiero problemas — Le aseguro, doctor, que él es la única persona que puede protegerlo y si me permite contarle la historia completa, podrá confiar en nosotros plenamente — Lo escucho El médico accedió a escuchar a Max, más por compromiso y temor que por gusto, pero al terminar Max de contar, se quedó conforme con haber ayudado a buenas personas y estaba esperanzado a que su paciente recuperara la memoria, era una persona de edad que ya jubilado seguía trabajando por amor a su profesión y no le importaba morir, pero la historia de Nathalya le devolvía la fe en la humanidad. Aldo comunicó a don Emmanuel todo lo que el médico le había informado, realmente estaba molesto por las drogas que su hija habia consumido sin darse cuenta, pues, sabía que ella no las tomaría por voluntad propia, ni aún con su memoria perdida. Inmediatamente visitó al médico que la había atendido para brindarle protección y seguimiento al caso de su hija. Ivania desconocía su situación real, pero Aldo seguía cuidando de ella, él mismo se encargaba de cocinar para ella y había comenzado la cacería, buscaba en las grabaciones de las cámaras a la persona responsable de administrar la droga que evitaba que Nathalya recordara su pasado y pronto lo descubriría. A Natasha apenas le habían autorizado las visitas, era normal que en cada penal negaran las visitas hasta que la reclusa tuviera su sentencia definida, y todavía, la persona interesada en ella debía esperar un par de días más para poder verla, ya que no era días de visitas. El señor Carlos Bejarano la buscaba para hacer acto de presencia, su madre, Ana María Bejarano, era la editora de Natasha, pero desafortunadamente había fallecido tras un accidente, razón por la cual no le había podido brindar su apoyo y él la estaba buscando para darle la triste noticia y para continuar con la labor de su madre. Carlos Bejarano era una persona con visión y pensaba que "el diario de una reclusa" sería todo un éxito, pues a la gente le interesaba conocer la historia que le había llevado a estar tras las rejas y allí, había mucho que contar. Natasha se sentía afortunada de contar con esta persona, la muerte de Ana María le había caído como un hielo por la espalda y se sentía muy triste por las pérdidas sufridas recientemente, su diario era testigo de todas esas emociones y se había propuesto escribir todo lo que sus compañeras le compartieran. — Mi esposo me golpeaba cada día y mis hijos presenciaban todo eso, la última vez, mi hijo mayor me defendió, pero él se fue contra él y lo golpeó, casi lo mató, entonces yo tomé un cuchillo de la cocina y lo apuñalé para salvar a mi hijo, ¡soy una asesina desde ese maldito día! Y mis hijos viven con mis padres, pero ellos ya están viejos y no pueden hacerse cargo de ellos como yo lo haría — contó Luli — ¡Luli! ¡Eso fue legítima defensa! — explicó Natasha — Yo no sé de esas cosas legales, sólo se que me trajeron para acá y ya no salí, el abogado me pidió dinero cada mes y mi familia le estuvo pagando, pero no ha pasado nada desde entonces — ¡Ese abogado te defraudó! Hablaré con mi abogado para que lleve tu caso, te lo prometo. Cada día, Natasha tenía más historias que contar, don Emmanuel y el abogado se encargaban de ayudarla, había muchas mujeres inocentes pagando culpas ajenas, como ella, y se sentía bien ayudando a sus compañeras.
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