CAPITULO XLI. Consciencia enemiga

1843 Words
Natasha seguía intimidada por la actitud del pretendiente, el ciclo escolar aún no terminaba y se notaba que le urgían unas vacaciones para alejarse de la capital, ella era una maestra muy responsable y amaba su trabajo, nunca se permitiría volver a alejarse de sus alumnos sin haber terminado su trabajo. Max comenzaba a pensar que la mejor manera de terminar con el terror de su esposa era decirle la verdad, toda la verdad, desde que se le confundió con un muerto, hasta este momento en el que estaba luchando por regresar a Nathalya a su vida y personalidad anterior, la idea le estaba rondando la cabeza constantemente, a fin de cuentas, Nathalya ya sabía que su vida con Ángel era un error y tanto don Emmanuel como Alex, la protegerían a costa de todo, no estaban solos y realmente nunca lo habían estado, lo cual le motivaba lo suficiente para tomar su decisión. Pero don Emmanuel ya había tomado sus propias decisiones, adelantándose a cualquier idea que pudiera tener. Como había pensado antes, se infiltraría entre la gente de poder con que se relacionaba Ángel, desde allí, buscaría hacerlo caer, le preocupaba su esposa, pero ella estaba de acuerdo con cualquier decisión que él tomaba, sabía que como padre era su derecho y obligación y jamás sería un obstáculo para ello. La distancia podría ser el único inconveniente real, pero era un precio que ambos estaban dispuestos a pagar. Doña Matilde continuaba con sus citas médicas y se le veía cada día más motivada, sus palabras siempre eran de alegría, de pensar positivo y de buscar nuevos sueños que lograr, además, estaba fascinada cuidando de sus nietos. Los pequeños Alex y Emmanuel siempre eran los más afectados de todos, aunque la música se había convertido en su refugio, siempre había sentimientos por expresar y Alex estaba allí para ayudarles a crear hermosas melodías, habían comenzado a cantar en los recreos de su escuela, tan pequeños y talentosos, no cabía duda que habían heredado el talento y llevaban la música en las venas. Ivania no podía permitirse la debilidad, cada día se arreglaba y contemplaba su reflejo en el espejo repitiéndose a sí misma las palabras "yo puedo, yo siempre puedo" y cuando se sentía frágil su mantra era el de siempre "yo siempre estoy bien", sin saberlo, poco a poco volvía a ser la misma de antes, ella no se percataba de ello, pero en su interior se iban desarrollando ideas que solamente Nathalya podría tener. Alex seguía cantando en lugares nocturnos, el proyecto con sus hijos era cosa seria y estaban trabajando muy duro para lograr grabar un disco, algunos productores estaban impresionados con su trabajo, pero aún no se lo hacían saber. Su padre estaba muy orgulloso y claro, estaba dispuesto a colaborar con ellos y se dio a la tarea de llamar a sus antiguas amistades para hacer lo suyo. El pretendiente de Natasha no quitaba el dedo del renglón, sus regalos sorpresa eran cosa seria, pues por segunda vez, le había hecho llegar una caja con cosas adentro, cosas que ella había escrito en su diario, Natasha pidió a los policías que le ayudaran a abrir la caja, ella sabía lo que ésta guardaba y antes de que ellos mostraran el contenido, les leyó cada una de las cosas que había escrito, se sorprendieron mucho con este acontecimiento, pero así supieron que debían buscar alguna cámara escondida en la recámara de Natasha. — Señora Toscano, nos gustaría hacerle unas preguntas — Sí, claro — respondió Natasha desconcertada — ¿Cuándo escribió usted esas líneas? — Ayer por la tarde — ¿Tiene un lugar especial para escribir? — Sí, normalmente lo hago en la biblioteca o en mi habitación — ¿Dónde estuvo ayer mientras escribía? — En mi habitación — Tendremos que revisarla — Por favor, es por aquí — Natasha les indicó el lugar exacto donde había escrito la noche anterior — ¿Puede mostrarnos los movimientos exactos que hizo al escribir? — Sí, yo me senté aquí, y mi diario estuvo frente a mí todo el tiempo — Siendo así, por aquí tiene que haber una cámara, no hay otra explicación para ésto. Justo en el respaldo de su cama habían encontrado una cámara, ¡sabrá Dios desde cuándo estaría allí! Natasha recordó la cantidad de veces que se desvistió en su habitación, se sintió acosada, además de aterrorizada y devastada, pero ahora los agentes tenían una prueba contra el individuo. Aldo había recibido un mensaje a su celular, era Alex informándole lo ocurrido, por obvias razones no podía correr a los brazos de su amada para consolarla y confortarla, pero sí podía usar su personaje para protegerla. Ya tenía ubicado al tipo y lo enfrentó con el pretexto de haberlo mirado con desprecio, la personalidad enferma del pretendiente le hizo reaccionar de manera violenta y ambos se fueron a los golpes, ganando Aldo, por supuesto, quien lo amenazó de muerte intentando persuadirlo para que se fuera de la ciudad. Ángel se percató que su mano derecha había reñido con alguien, pero al ser Aldo un tipo rudo y de cuidado, no le tomó importancia, pues consideraba que era algo muy normal en él. Ivania se dio cuenta también, pero su personaje le impedía preocuparse por los empleados, solamente lo trató con un poco de asco al verlo con sangre y con golpes y de manera despectiva lo mandó a bañarse, pues ella odiaba que las personas a su alrededor le hicieran sentir pobreza, miseria, lástima o cualquier otro sentimiento que no demostrara dinero o alegría. Pero al estar a solas se daba cuenta de su pobreza, de su mente hueca y de ese sentimiento de vacío que la ahogaba cada día más. Se preguntaba lo ocurrido y trataba de mantenerse fuerte, una sola lágrima frente a su marido podría ser su perdición. Tuvo que esperar a que Aldo pudiera hablarle para darle una explicación, eso sólo ocurrió al día siguiente cuando Ángel tuvo que salir para reunirse con sus socios. A Ivania le causó angustia lo que estaba viviendo Natasha, algo dentro de ella se había removido, ese gran corazón que siempre buscó el bienestar su amiga estaba volviendo a la normalidad, pero lejos de agradarle la idea de volver a ser quien fue, le atemorizaba. Ángel no se esperaba que en su encuentro, don Emmanuel estuviera presente como pieza clave para los negocios, desconocía sus intenciones, pero intuía que nada bueno podía esperar del padre de su esposa, esa esposa que había conseguido a base de dolor, secuestro y mentiras, y no estaba dispuesto a perder lo que tenía, así que debía actuar con agrado frente a los demás, aunque en su mente ya había disparado su arma la misma cantidad de balas que en su interior se alojaban. Don Emmanuel era astuto y sabía exactamente cómo actuar frente a todos, no cabe duda que este talento lo había heredado su hija, e hizo parecer que él se había dedicado a ésto desde mucho tiempo atrás, incluso tenía evidencia de haber colaborado con don Emeterio, antes de morir, ello causó gran impacto en Ángel, a manera que se dió cuenta que don Emmanuel ha estado cerca de su hija, habiendo podido rescatarla desde hace tiempo. Don Emmanuel tenía en mente atormentar a Ángel con la muerte de don Emeterio, él sabía muy bien que él era el causante de su muerte y el hecho de que él colaboró en la liberación de su hija, le hizo sentirse comprometido a buscar la justicia por su propia mano, la muerte de don Emeterio no quedaría impune. Recordaba las palabras exactas que él le había dicho y cada ademán que él hacía, repetía todos ellos para confundir a Ángel, al asesino, al secuestrador, al violador. Poco a poco el actuar de don Emmanuel comenzaba a dar resultados, Ángel no lograba concentrarse y se había retirado antes de la reunión, las alucinaciones lo atormentaban y además, tenía muchas preguntas y muy pocas respuestas, no lograba entender porqué don Emmanuel no se había llevado a su hija con él desde un principio, ¿habrá sido la causa de que su padre lo traicionara al liberar a Nathalya? Sabía que Pedro le había fallado, pero no había imaginado la magnitud de su traición. Con todos estos pensamientos sólo consiguió alterarse y depositar su confianza en quien no debía, Aldo e Ivania, quienes sólo estaban esperando el momento preciso para hacerle pagar todo el mal que había hecho. Ángel llegó a casa ya en crisis, le estaba siendo muy difícil digerir todo lo ocurrido, pensaba encerrarse en su despacho, como acostumbraba, pero Aldo se interpuso entre la puerta y él, indicándole que debía controlar su temperamento frente a Ivania, quien estaba cerca y se aproximaba. — ¡Cariño, regresaste! — Sí, Nany — ¿Estás bien? Te veo algo tenso — Mejor que nunca, amor — ¿De verdad? — se acercó a él para decirle algo al oído — si quieres te puedo ayudar, conozco un método infalible, pero requerimos subir a la habitación — Lo siento, querida, pero esta noche no podría, estoy exhausto. — Siento que ya no me atiendes como antes, ¿ya no me amas? — Claro que sí, pero de verdad estoy agotado — Bien, como tú quieras Ivania salió del despacho molesta por la actitud de Ángel, obviamente sólo era una treta para alterarlo aún más. Aldo se mostraba como siempre, serio y sin expresiones faciales, pero por dentro le alegraba ver a su enemigo tan mal y, obviamente, aprovecharía para fastidiarlo aún más. — Señor, estoy aquí para proporcionarle el reporte de actividades de su esposa — Ángel tomó el escrito que Aldo había elaborado y lo vio sin prestarle mucha atención — Es lo mismo de siempre, esa mujer no sabe hacer más que gastar mi dinero — ¿Desea tomar alguna medida? — No, así déjalo, mientras siga a mi lado que haga lo que quiera — Si no tiene inconveniente, me retiro — Espera — ¿Sí? — Necesito que investigues los últimos movimientos de Pedro, tengo mis sospechas de que me traicionó más de la cuenta — Sí, señor — Además, quiero que investigues a fondo al señor Emmanuel Veleta, está metiendo sus narices en mis negocios y eso no me gusta — Sí, señor. Aldo se retiró, tomó un gran respiro cuando estuvo a solas, le causó conmoción escuchar el nombre de don Emmanuel en la lista negra de Ángel, obviamente buscó comunicarse con él para ponerlo al tanto. Cuando Ángel por fin tuvo tiempo para sí mismo, la imagen viva de su padre volvió a su mente para acabar con la poca cordura que le quedaba, esa imagen comenzó como don Emmanuel y luego se transformó en don Emeterio, le parecía tan extraño que alguien hiciera los mismos gestos que él y mucho más, que repitiera las palabras que solía usar su padre al hablar, ahora tenía un nuevo enemigo, el peor de todos: su consciencia.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD