CAPITULO XXXIII. Herida

1036 Words
Ángel se percató del chorro de sangre, pero no era él el herido, sino Nathalya que había decidido cortarse la vena de la mano izquierda, la sangre brotaba y él debía tomar una decisión, ayudarla o ultrajarla, si no la ayudaba moriría en poco tiempo. Mientras Nathalya iba perdiendo el sentido, Ángel le daba los primeros auxilios cubriendo la herida para evitar que perdiera más sangre, Aldo regresaba con el encargo y al ver la puerta destruída, pensó lo peor, entró y pudo escuchar los gritos de Ángel pidiendo ayuda, se acercó de inmediato para ver lo sucedido, Nathalya yacía en el suelo sin sentido, con sangre que provenía de su muñeca y Ángel estaba semidesnudo, odió mirar esa escena y podía sentir la sangre recorriendo sus venas, quería matarlo con sus propias manos, pero intentarlo sólo haría que lo mataran y eso no ayudaría a Nathalya que en estos momentos se encontraba tan frágil. Ángel le pidió ayuda para salvarla y él se acercó aún más para intentar algo, encontró el botiquín y curó la herida lo más que pudo, sugirió un doctor, ya que podría requerir puntadas, pero Ángel no quería llevar más gente extraña a su casa y le ordenó que hiciera lo que tenía que hacer o él también moriría. Aldo tuvo que coser la herida, para ésto tuvo que fingir que ya lo había hecho antes y que nada le causaba miedo, puesto que su perfil hablaba de ocasiones en que se había curado a sí mismo de varias heridas, por lo que sabía lo que hacía, no hizo preguntas, no hacía falta pues, la escena lo decía todo. Aldo sugirió a Ángel que se fuera. — Patrón, es mejor que se vaya a bañar, queme la ropa manchada de sangre y yo me encargaré de limpiar el desorden — ¿Estará bien? — Sí. Ándele, vaya, necesitaré un par de puertas para arreglar ésto, no se le vaya a escapar la palomita con las puertas destruídas — Sí, sí... mandaré a alguien por ellas, tú quédate aquí — Pierda cuidado Aldo había logrado que Ángel se fuera, Nathalya seguía sin recuperar el sentido y él se culpaba por no haber estado para ayudarla, le rogaba a Dios que no muriera y que la ayudara a protegerla y a rescatarla. Ángel siguió las indicaciones de Aldo, se metió a bañar de inmediato metiendo su ropa en una bolsa, después la llevó a la chimenea y la quemó, por ese momento estaba en total cordura y el remordimiento le quitaba el sueño, pero no quiso acercarse de nuevo a Nathalya, temía volver a perder el control de sí mismo, sólo le quedaba esperar. A petición de Ángel, Pedro se había encargado de comprar las puertas y le ayudó a Aldo a instalarlas, cuando él llegó, Aldo ya había limpiado el desorden y la sangre de Nathalya, ella estaba dormida en su cama y Pedro ni cuenta se había dado de lo ocurrido. Por esta noche, Aldo se quedó a cuidar a Nathalya para asegurarse que siguiera con vida y que la herida no se le fuera a infectar, ya que realmente no sabía cómo curar heridas. Se quedó toda la tarde en el sillón junto a su cama rezando por ella, al anochecer, pidió permiso a Ángel para pasar la noche allí y seguir al pendiente, le explicó que como se trataba de una herida en la vena, requería mucha observación y cuidado, a Ángel no le quedó más que aceptar, el remordimiento le causaba insomnio y sólo se pasó la noche mirando hacia la habitación de Nathalya, esperando alguna noticia, ya que no se atrevía a preguntar. La noche fue larga y Nathalya no despertaba, quizá era lo mejor, pero eso mantenía a Aldo con gran angustia, él intentaba mantenerse al margen para no demostrar sentimientos, pero le era demasiado difícil, en alguna parte de la madrugada, acercó el sillón a la cama para estar más cómodo, tomó su mano y le dirigió algunas palabras. — Perdóname, Nathalya, debí estar aquí cuando me necesitabas, lo siento de verdad — sus ojos se llenaron de lágrimas que evitaba a toda costa — por favor, tienes que despertar, te sacaré de aquí muy pronto, lo juro... Mi hermano jamás me perdonará si algo te pasa y tu papá se sentirá defraudado, si te pasa algo, jamás podré volver , no soportaré el dolor de Natasha ni el mirarme al espejo y ver en mí mi propia culpa reflejada, por favor, tienes que vivir, todo mejorará, lo prometo. Aldo dejó de hablar y se quedó dormido tomando su mano. Cuando despertó ya era de día, volvió a acomodar el sillón donde estaba, pues nadie debía notar su dolor ni su angustia, le susurró a Nathalya unas palabras más para explicarle que debía vigilarla desde afuera, ella despertó poco a poco y se alegró de verlo allí, con ella, Aldo también se alegró de verla despertar y le sugirió no mover la mano por ningún motivo, estaba adolorida y sus lágrimas comenzaron a brotar, pero no de dolor, sino del terror que había vivido. Aldo le suplicó que tratara de calmarse, que mantuviera la fe porque pronto la sacaría de allí. Ella sólo sonrió y le dió las gracias. Aldo salió de la habitación para vigilar desde fuera, la empleada se aproximaba a dejar el almuerzo como cada mañana, Ángel quería ver a Nathalya, pero no se atrevía a entrar a su habitación, tenía miedo de sí mismo y sólo le hizo llegar un brazalete para cubrir la herida, pues su padre no tardaría en llegar, le preocupaba no saber qué decirle. Aldo recordó que don Emeterio llegaría ese día de visita, al ver tan nervioso a Ángel, sugirió explicarle a su padre que la señorita Ivania tenía una crisis nerviosa por lo que había ingerido un calmante y estaba profundamente dormida. Las crisis nerviosas son muy comunes a pocos días de las bodas y aunque no habría invitados ni una gran fiesta, de todos modos el evento ejercía una fuerte presión en las novias. Ángel se sintió agradecido por la ayuda de Aldo y poco a poco iba creciendo la confianza que le tenía.
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