Yerimen. —¿Anya?. —miro hacia la estufa donde esta tomando un té con calma, mi hijo duerme en su cama con los brazos hacia arriba super relajado, acaricio su pancita que esta regordeta gracias a las atenciones de Anya, pensando en eso voy hacia ella sonriendo por el olor del pan tostado que tiene en la estufa—. Te levantas temprano mujer. —Si, costumbre diría yo. —miro su cuenco con unas flores violetas. —¿Me convidas?. —No puedes tomar, —¿Por?, dale convídame que huele rico. —No, es mío, prepárate tú. —me tiende un cuenco con una sonrisa pero no me gustó nada que me niegue el beber de su té—. Hoy no hay mucho trabajo. —Que bueno. —Si, así que voy a limpiar la tienda y visitar a Maya, ¿Tú?. —Debo ir a ver si fueron a trabajar y que los animales tengan comida y ya, nada mas. —Ento