Anya.
—¿Anya?. —la oigo a Maca de lejos, es como si estuviera en una cueva, ella tiene una voz suave, casi como de una niña, muchas veces se me hace imposible oírla pero ahora no le entiendo nada, solo la oigo sin comprender ninguna palabra.
—¿Maca? No te entiendo nada Maca habla más fuerte. —me recuestan en algo suave y mullido, un paraíso si no estuviera tan mareada—. Estoy bien, dejen que vaya a trabajar por favor.
—No puedes trabajar en este estado mujer, deja de decir tonteras. —me tocan la cara y me hace abrir la boca—. Enferma no estas, ¿no estarás embarazada?.
—No, no lo estoy. —las comienzo a ver mejor pero igual estoy mareada.
—¿Has estado comiendo bien?. —abre los ponchos mirando mi cuerpo tocando mis huesos—. Estas mas delgada, ¿acaso no estas comiendo Anya?.
—Si, he esta
