Anya. Yerimen calienta leche en un jarro, es todo con mucha calma lo que hace siempre, no pierde los estribos al oir a su hijo berrear con locura del hambre que supongo debe tener, porque desde que Quene me lo dejó no ha tomado leche, y yo loca doy vueltas para todos lados con él en mis brazos meciéndolo como he visto que todas hacen cuando sus niños lloran, pero Yerimen con su calma habitual sigue como si nada; mide la temperatura de la leche con su dedo pequeño mientras se va enfriando, cuando creo que esta porque pone la leche en esa cosa que le compró al hombre blanco me lo pide en brazos, miro a detalle todo lo que hace porque me da mucha intriga lo que hace y porque quiero aprender, lo recuesta en sus brazos y ahí guía esa cosa a su boca. —Esto reemplaza el pecho de Quene, cumple l