Calisto observó el lugar, parecía ser un monasterio a simple vista, incluso pudo ver a alguno que otro monje y párroco de aquí a allá haciendo sus actividades con calma. Luzbel entrecerró los ojos al ver que un hombre delgado y de calva incipiente, avanzaba a toda prisa hacia ellos. Al ver a aquellos tres inmediatamente palideció, sin embargo sacudió la cabeza y luego fingió una sonrisa. - Majestad Calisto… Dijo saludando al joven Rey quien portaba su corona. - Hola Esteban, te presento a Calisto II, y su esposo Luzbel. Le informó el muchacho. El hombre pareció estar a punto de desmayarse de la impresión, sin embargo logró mantenerse de pie con bastante dificultad. - ¿Es… es enserio?. Preguntó luego de vacilar. Calisto asintió muy serio. - Hemos venido a hablar con el arzobispo.
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