“Estoy agotado, acabo de despertar y aún así me encuentro bastante cansado.
Fui a buscar Lilith pero no le encontré por ningún sitio; se la tragó la tierra.
Entonces comienzo a deambular por las grandes ciudades que han construido los seres humanos.
Hay muchísimas personas.
He tomado varías siestas de millones de años en distintas dimensiones.
Hace algunos siglos que me ví inmiscuido en la crucifixión y muerte de un tal Jesús de Nazaret en ésta dimensión.
La verdad si fue culpa mía que le dieran muerte, aunque jamás cruzó por mi cabeza que le fueran a asesinar de esa manera tan brutal.
Algo sucedió en mí cuando lo vi morir, me sentí triste.
Creo que hice mal en haber sido participe de tal cosa.
Dios me castigó sufriendo frío y tormentos inimaginables por bastante tiempo.
Hace mucho tiempo atrás me encontré totalmente devastado por mi situación.
Incluso consideré clamar por el perdón, pero me contuve.
Aún sigo seguro de que no hice nada malo cuando cree a mis demonios.
Entonces cambio de dimensión y cuando llego a ese sitio comprendo que probablemente ahí no hay humanos.
Es entonces que comprendo que estoy equivocado ya que de repente me encuentro con uno, es bastante joven.
Parece ser un adolescente, parece estar perdido en su mente mientras contempla absorto un pequeño riachuelo.
Decido acercarme a él con bastante curiosidad; piso una rama seca y el chico voltea a verme.
Al observarme inmediatamente abre los ojos asustado.
- Hola.
Le digo.
Rápidamente se pone de pie y me mira de manera analítica.
- Hola. ¿Quien eres tú?.
Me contesta.
- Me llamo Luc… Luc.
Decido mentirle con mi identidad.
Él asiente.
- Yo me llamo Bohn.
Me responde con voz trémula.
Tiene bonitos rasgos faciales.
- ¿Que haces?.
Le pregunto.
- Le doy de comer a los peces.
Me contesta señalando el pequeño río.
Yo asiento y me acerco a él con mucha lentitud.
Hay algo en él que me hace querer no asustarle.
- ¿Hay más humanos aquí?.
Le pregunto.
- No muchos. Y los qué hay se encuentran bastante lejos.
Me responde.
- ¿Estás tú solo?.
Él asiente.
- ¿Por que?.
Le preguntó bastante interesado.
- Pues… a las demás personas no parezco gustarles. No se por qué… desde que era pequeño.
- ¿Por que?.
Repito.
- Ya te dije que no tengo idea. ¿Quieres darles de comer a los peces conmigo?.
Me pregunta.
Veo que él está bastante pálido, de hecho luce muy enfermo.
Me acerco y tomo unos cuantos insectos muertos que él tenía sobre una roca.
Me siento en la orilla y comienzo a alimentar a los peces.
Noto que Bohn se sienta a unos metros de mí con bastante dificultad.
Su respiración se escucha forzada y también le tiembla la mano.
Antes de preguntarle qué le sucede decido echar unos cuantos insectos más a las tranquilas aguas del riachuelo.
Entonces me percato del fuerte olor a hierro en el lugar.
Giró mi cabeza olisqueando el aire tratando de averiguar de donde viene él aquel aroma a sangre.
Mis ojos y olfato me guían hacía el chico, es entonces que me percato de que está sangrando puesto que debajo de él hay un gran charco de sangre.
- ¿Que te sucedió?.
Le pregunto extrañamente alarmado.
Sin embargo él no me contesta.
Me acerco a él con cautela y me doy cuenta de que está prácticamente muerto.
Al tocarlo él cae al suelo con los ojos semiabiertos.
Por alguna extraña razón ver morir a este muchacho me hace sentir bastante triste.
- Yo te conozco…
Me dice con su último aliento.
- ¿De donde?.
Le pregunto yo.
- Eres… Luzbel.
Me contesta para luego morir.
Puedo sentir su alma dejar ese cuerpo, es entonces que reconozco su energía.
Era Sariel, sin saber por que motivo, comienzo a llorar su muerte.
Al cabo de unos minutos examino su cuerpo, tiene clavada una larga daga en el costado derecho a la altura del hígado, comprendo que alguien le asesinó”.
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Luzbel recorrió muchos lugares buscando el alma de Sariel, calculando el tiempo desde la última vez que le vió en su forma original, habían pasado millones de años.
“¿Habrá estado reencarnando desde entonces?”.
Se preguntó a sí mismo.
Entonces pues, se puso a retomar su búsqueda.
No tenía idea de por qué había decidido a hacer tal cosa.
Le tomó bastante tiempo dar con su alma mientras se hallaba sentado en la cima de una montaña concentrándose en ubicarle.
Y lo logró.
Inmediatamente se teletransportó a aquel sitio, era una pequeña ciudad pesquera perteneciente a un país de nombre Jiux en un mundo llamado Sydhra.
Deambuló por el lugar buscando entre las personas.
Entonces le encontró.
Era una pequeña niña de al menos cinco años, estaba bastante sucia y parecía estar famélica.
Era a penas un diminuto cuerpecito huesudo y enfermo.
La pequeñita se encontraba jugando con unas ramitas secas y unas piedritas.
Entonces Lucifer tomó la forma de una mujer de mediana edad bastante atractiva.
Se acercó a la niña y se agachó para quedar a su altura.
- Hola… ¿Como te llamas?.
Le preguntó en su lenguaje llamado Kureno.
La niña alzó la vista y sonrió.
- Nilen.
- ¿Donde están tus padres pequeña?.
Le preguntó con dulzura.
Lucifer no sabía por que había optado por hacer tal cosa, pero le intrigaba en demasía el alma de Sariel.
- No tengo. Mi mamá murió hace unos meses, yo vivo aquí.
Le contestó la niña señalando una pequeña casita improvisada hecha con unos cuantos tablones de madera.
Entonces Lucifer asintió.
- Ven conmigo.
Le dijo.
La niña observó su entorno y asintió, arriesgándose a ir con aquella desconocida.
Lucifer entonces comprendió que el mundo era una mierda gracias a él.
No sólo aquel sitio si no todos los mundos y dimensiones existentes.
Si él no se hubiese revelado nada de todo aquello hubiese sucedido y Sariel no estaría vagando eternamente sufriendo diferentes tipos de problemas cada vez que existía.
- ¿Como te llamas?.
Le preguntó la niña.
- Lila.
Le contestó.
- ¿Me vas a matar?.
Le preguntó Nilen.
Lucifer bajó la vista hacia ella y negó.
- No. No te voy a hacer daño, te quedarás conmigo.
Le dijo.
- ¿Por que?.
Preguntó ella.
- Por que sí. Eres muy pequeña para estar sola por ahí.
Le respondió.
- ¿Vas a ser como otra mamá?.
Le preguntó Nilen.
“Maldita sea Sariel, sigues siendo igual de preguntón que siempre”.
Pensó Lucifer un tanto irritado, comenzando a cuestionarse su decisión de cuidar a Sariel.
- ¿Quieres ver cómo bailo?.
Le preguntó Nilen comenzando a bailar de manera extraña mientras caminaba.
Lucifer se quedó pasmado al ver aquella demostración.
- ¿Te gustó?.
Le preguntó ella evidentemente orgullosa.
Lucifer no supo si responder sí o no.
- Ajá.
Logró decir al cabo de un rato.
Las pequeñas manitas de la niña sudaban y estaban muy frías.
Entonces Lucifer se concentró en crear una casa en alguna parte muy retirada de la ciudad en lo más profundo del bosque.
Mientras caminaban, él estaba concentrado en los detalles de la casita.
Al ver la edificación Nilen comenzó a brincar emocionada, Lucifer se preocupó de que las raquíticas piernas de la pequeña se fueran a romper.
Una vez dentro le hizo aparecer comida.
- ¿Eres una maga?.
Le preguntó la niña asombrada.
Lucifer asintió.
- Algo así.
La pequeña comenzó a roer un muslo de pollo especiado y asado.
Luego comió unas cuantas papas y bebió un gran vaso de leche.
Lucifer la observaba fascinado.
Jamás le había parecido hermoso un ser humano, sin embargo aquella diminuta personita le hizo cambiar de opinión.
Nilen comenzó a quedarse dormida mientras comía, haciendo que Lucifer sonriera genuinamente por primera vez en miles de millones de años.
Su sonrisa no fue producto de alguna maldad, si no por la única y sencilla razón de ver a la niña dormitar con un pedazo de pollo a medio masticar en la boca y el muslo en la manita derecha.
Con mucha delicadeza la alzó en brazos y se concentró en asearla, en un instante la pequeña ya no estaba sucia, al igual que sus ropas.
La llevo a su pequeña habitación y la recostó en una camita muy cómoda.
Lucifer pasó toda la noche vigilando su sueño.
Él mismo sabía que debía de ser aterrador tener al diablo al lado de tu cama observándote.
Por primera vez en su existencia deseó no ser quién era.
El tiempo pasó y Nilen había crecido bastante, ahora tenía doce años.
Vivían tranquilamente en aquel lugar sin molestar o ser molestadas por nadie.
Tenían un huerto y alguno que otro animal de corral.
Mientras Lucifer hacía de madre, le fue imposible no encariñarse con Nilen.
O más bien con Sariel.
Hasta que cierto día, mientras Lucifer leía unos manuscritos escuchó un fuerte golpe afuera.
Salió inmediatamente del lugar y vió a Nilen tirada en el suelo.
Espantado corrió hacia ella y al voltearla vio que la pequeña había muerto tras caer de lo alto de una rama de un gigantesco árbol que estaba en el jardín.
Entonces Lucifer pegó un grito de dolor y rabia y comenzó a llorar amargamente, fue entonces que se dió cuenta de que existía un dolor más grande que el físico.
Incrédulo cayó en cuenta de que lloraba por un humano, y por Sariel.
Pero en verdad amaba mucho a esa niña.
Cayó en depresión, mientras enterraba el cuerpo de Nilen.
Esa depresión le duró bastantes meses, fue entonces que se dispuso a buscar de nuevo el alma de Sariel.
Había perdido todo interés en lo que pasaba con la humanidad en general de todas las dimensiones y mundos.
Solo le importaba saber en donde estaría el alma de Sariel.
Nada más le importaba Sariel, lo demás pasó a ser de su total desinterés.