Capítulo 4

2389 Words
Alice pasó los siguientes días sumergida en depresión, no salía de su habitación y apenas comía, al principio aún tenía la duda de si Demian le había dicho la verdad, pero su madre, con la menor delicadeza posible le confirmó el deceso de Chris. En ese momento ya todo estaba perdido, no volvería a ver al amor de su vida nunca más y le dolía en el alma, haberlo perdido de una manera tan trágica. No quería saber de nadie, solo quería permanecer allí hasta que muriera de tanto llorar, no comprendía como había sido capaz de matar a alguien, ¿con qué fin? Él era el hombre más puro sobre la faz de la tierra, a diferencia de Demian por quien no podía sentir más que desprecio. Conor trató se disculpase de mil formas posibles, pero nada sirvió, Alice no quería volver a verlo, aunque sabía que eso sería imposible de lograr, al menos lucharía por mantenerse alejada de él. Unas semanas después regresaron a Los Ángeles, la amiga de la rubia le hacía mucha compañía en días de depresión, era la única que le subía el ánimo y eventualmente volvió a sonreír un poco, no era fácil olvidar a Chris, siempre lo llevaría en su corazón, pero tenía que seguir con su vida o al menos tratar de hacerlo aunque le doliera con cada día que pasaba. Más semanas fueron transcurriendo, agradeció que su madre regresara con su papá dejándola en paz, Edna solo le recordaba a cada momento lo afortunada que había sido al ser perdonada por su esposo, ella no creía lo mismo, estaba en una cárcel, en un verdadero infierno. La vida con Demian no había cambiado en absoluto, se la pasaban en total silencio durante la cena, Alice estaba sumergida en sus pensamientos mientras él se desesperaba un poco más cada día. Por más que trataba de acercarse a ella no lograba nada, era muy orgullosa e incluso estaba casi seguro de que lo culpaba por la muerte de su amante. Ese día, mientras estaba en su habitación, el azabache entró sin tocar, acto que enfureció a Alice, no tenía derecho, lo tenía pero no con ella. Demian iba en plan neutral, aunque ese día no estaba de humor para soportar sus desplantes. —Ponte esto. —Colocó un hermoso vestido de color rojo sobre la cama—. Vendrán a cenar personas importantes y te quiero presentable. Alice frunció el ceño y miró la prenda, era hermosa, sin embargo, no dio a conocer sus pensamientos con ninguna reacción, sin importarle lo que dijera no lo aceptaría si ese vestido venía de él y mucho menos haría lo que le pedía. —Ni creas que seré tu adorno personal, me niego a bajar a cenar—. Se cruzó de brazos mirándolo retante. Demian no quería perder la paciencia, Dios sabía cuanto soportaba todo lo que Alice le mencionaba, pero ese día no se sentía muy complaciente y con un movimiento rápido tomó a su esposa entre sus brazos, apretado un poco su cintura. A pesar de cuánto lo odiaba o decía hacerlo sabía que ella no era ciega y le encantaba observar como su cuerpo reaccionaba a su cercanía, no le era indiferente después de todo. Conor era un hombre atractivo y muchas veces estando en esa posición, Alice se preguntó como seria sentir de nuevo esos labios sobre su cuerpo, aunque que se reprendiera enseguida a penas fuera consciente de ello, no podía pensar en Demian como hombre, ni siquiera le agradaba, creyendo que el encierro la estaba volviendo loca. La ves en que Demian casi la tomó a la fuerza había sido una experiencia aterradora, pero en realidad no la recordaba así, era algo que la llegaba a confundir mucho. Su esposo la aprisiono más entre sus brazos y ella se obligó a desviar la mirada. Era demasiado. —Si quieres sentirte como un jodido objeto es tu problema. —Incluso su cálido aliento la hacía estremecerse—. Solo te recuerdo que eres mi esposa y si sabes lo que te conviene aceptaras. Alice soltó un ligero gemido sobre sus labios cuando el agarre en su cintura se hizo un poco más fuerte, no fue realmente consciente de lo que había hecho con Demian, pero que la soltara era lo que buscaba. —La empresa de tu padre puede tener una gran repercusión si te empecinas a desobedecer. —Lo miró seria y los ojos de la rubia se endurecieron más, ¿a caso la estaba amenazando? Era un hijo de puta, eso ya lo tenía claro. Se forcejeó con más fuerza soltándose por completo, no dijo nada al respecto y Demian apretó su mandíbula conteniendo su enojo, dio media vuelta y dejó a Alice sola, esperando que hubiera entendido la importancia de la cena. La rubia maldijo, pero hizo lo que le pidió, a regañadientes se vistió y se arregló para la cena. Un par de horas después ya se encontraba bajando las escaleras, se veía hermosa con el vestido que acentuaba cada una de sus curvas, la luz tenue de la sala y su majestuosa presencia la hacían destacar más que cualquiera en ese lugar, sonrió al encontrarse con la mirada atenta de dos desconocidos hasta que esa misma sonrisa se desvaneció al recaer en los ojos penetrantes de Demian, este la tomó de la mano y la abrazo de la cintura guiándola hasta la pareja presente. —Sonríe, estas personas esperan que estés locamente enamorada de mí —Demian le susurró con una gran sonrisa falsa, Alice trató de objetar, la calló tomándola con más fuerza para que no hiciera nada que pudiera echar a perder sus planes. —¡Alice Conor! —La saludo un hombre mayor con anteojos, mientras le sonreía reluciente—. No sabes lo mucho que tu esposo nos ha hablado de ti. —Alice miró desconcertada a Demian, curiosa de lo que esa frase significaba—. No lo mires así. —Río el señor Pride—. Solo maravillas han salido de su boca ¿verdad corazón? —dijo tomando la mano de su esposa, quien también sonreía complacida por la pareja. —Porque no pasamos a la mesa —comentó Demian desviando un poco el tema. Caminó hacia el comedor de la mano de su esposa, donde se encontraba la cena lista para degustar. Todos tomaron asiento y mientras Conor hablaba con el señor Pride de la bolsa de valores, algo realmente irrelevante y aburrido, Alice solo quería que todo este show terminara para irse a su habitación y encerrarse en ella. —Demian nos habló de sus planes, debes estar entusiasmada, aún teniendo muy poco de casados se notan tan enamorados y es lógico que ya quiera tener su propia familia. —Alice escuchó atenta sin saber nada de lo que estaba hablando, apenas sintió el ligero apretón en su muslo reaccionó. —¡Oh claro! La familia es lo más importante, ¿verdad AMOR? —Alice le regresó el gesto, pero al sentir la firme y musculosa pierna de su esposo se tensó. —Cuéntanos más por favor. —La rubia reaccionó de nuevo y puso una gran sonrisa de póker mirando a Conor, aterrada, pues no tenía ni puta idea de que trataba la conversación. Y maldijo, si tan solo él le hubiese dicho que le harían preguntas se hubiera preparado. —Como se los comentaba, nuestro objetivo es que nuestros hijos puedan tener un entorno seguro... —Si lo sabemos, pero estamos interesados en lo que pueda decir Alice de eso. —Le interrumpió Pride. Los presentes la miraron mientras ella tragó grueso antes de empezar a hablar. —Bueno... Demian y yo tenemos muy poco tiempo de conocernos, pero cuando amas a la persona correcta no hay tiempo exacto para comprender que quieres pasar toda la vida con ella, fue así que me paso con él —Alice dijo seria, sabiendo de ante mano como Conor la miraba. —Lo ves George, eso es el verdadero amor. —Sonrió la señora Pride—. ¿Cómo ha sido tu relación con Conor?, él debe ser todo un caballero contigo. —Alice río irónica y asintió enseguida. "¡Oh si, claro!" Pensó la rubia. —A veces es un poco enojón y me mira con sus ojos furiosos pensando que me asusta y que es por eso que sedo en todo, pero en realidad solo lo hago para que no siga frunciendo el ceño, se ve muy feo cuando lo hace. —Alice miró a su esposo de soslayo—. Como ahora ¿lo ven? —Los tres rieron ante la escena y es que no era que Demian se viera mal como decía, solo muy tierno cuando un pequeño surco se formaba en su frente. —Estoy aquí y escucho todo por si se lo preguntaban —dijo un poco ofendido, sin embargo, con una pequeña sonrisa graciosa. Y así volvieron a reír. —No, en serio, Demian me cuida muy bien y estoy segura de que no pude casarme con un mejor hombre que él. —Ambos se miraron preguntándose si aquellas palabras eran verdaderamente genuinas, pero más que eso, el azabache se preguntó por qué Alice había podido decir todo eso sin ningún esfuerzo. —Ya bésense, por favor —el señor Pride aclamó haciendo que ambos reaccionarán negando enseguida—. Por favor, no saben lo mucho que nos gusta conocer a parejas tan enamoradas como ustedes, que se miran mutuamente como si no existiera nadie más en su universo. Alice se acercó primero, palpando cuidadosamente el pecho de su esposo, sentirlo tan cerca la puso nerviosa, aun así no se detuvo. Demian no perdió el tiempo en titubeos y muy suavemente acunó su rostro entre sus manos, acercando sus labios a los de Alice sin dejar de mirarla ni por un segundo, su corazón empezó a latir más rápido de lo debido cuando un ligero cosquilleo se presentó en su estómago, sus labios se movieron sincronizados en un beso lento y si no fuera porque la señora Pride empezó a aplaudir de la emoción, el beso hubiera durado mucho más. La rubia parpadeó un par de veces preguntándose que acaba de pasar y porque aquel beso le había dejado tan dulce sabor de boca. —Es mejor que nos retiremos, ustedes deben tener mucho de que hablar —exclamó Pride de forma sugerente con una gran sonrisa y totalmente satisfecho—. Demian, te espero mañana con los papeles para cerrar el trato, no puedo espera más para trabajar con los Benet. —Conor asintió satisfecho y los acompaño a la salida después de despedirse, dejándolos a solas. Entonces ahora no le costó trabajo entender lo que Demian había tratado de hacer. Que era ayudar a su padre. —¿Por qué no me dijiste que esto le daría un contrato a la empresa de mi papá? —preguntó aturdida. —Te lo dije, ¿qué no lo entendiste? —respondió subiendo las escaleras con lentitud. Ahora Alice comprendió sus palabras y se sintió una tonta. —Yo pensé algo diferente... —Como fuera, ya está hecho. No cambia nada. —Se detuvo sobre los escalones mirándola desde allí. —Si, tal vez cambiaría la imagen que tengo de ti. —Silencio—. Gracias por ayudar a mi padre. —No le gustaba ser amable con él, pero esta vez se lo merecía. —Mi dinero no hará que la empresa de Benjamin recupere el prestigio que perdió, los Pride son unos grandes inversionistas, a demás de tener muchas influencias, el problema con ellos es que siempre buscan algo a que apegarse y que mejor que una pareja de recién casados que se aman tanto como nosotros —exclamó irónico—. Por cierto, te felicito por tu gran actuación, casi me la creo yo también. —Alice no dijo nada porque no sabía que tanto de lo que hizo o dijo lo había actuado. Demian se dio media vuelta y subió otro escalón antes de parar de nuevo cuando Alice empezó hablar. —Espero no malinterpretes nuestro beso. Yo solo quería terminar con esto y fue la única forma que encontré para qué... —Demian río con amargura y negó sin verla. Alice se lo ponía tan difícil ¿cómo no amarla después del maravilloso beso que le había regalado? . . . Al día siguiente todo era monótonamente normal, La rubia, bajó a desayunar como cada mañana, con la diferencia de no encontrar a su esposo en el comedor, quería creer que no le interesaba saber donde, ni porque, no estaba ahí como siempre, pero le fue imposible. Toda la noche no pudo dormir pensado en la cena y en las palabras dichas, ¿qué estaba pasado con ella? Picó su comida ansiosa hasta que vio a Yuri entrar al comedor. —Disculpa, Yuri ¿Sabes donde se encuentra mi esposo? —La empleada le sonrió amablemente y asintió. —El señor Conor se fue muy temprano al aeropuerto, hoy regresa su hermana del extranjero. —Alice parpadeo unas cuantas veces y le agradeció la información. ¿Hermana? Fue lo primero que se preguntó, ni siquiera sabía que tenía una, se supone que tendría que saberlo ¿no? Se dispuso a seguir con lo suyo, subió a su recámara he hizo algunas cosas para pasar el rato esperando a que Demian llegara y le presentará a su hermana, pero la paciencia no era uno de sus virtudes y después de unas horas bajó de nueva hacia la sala encontrándose con Yuri. —¿No has sabido nada de Demian? —preguntó, Yuri le informó que tenía más de una hora que había llegado, Alice se descolocó al saber que su esposo ni siquiera se había dignado a presentarle a su hermana, estaba molesta. —Perdón, el señor dijo que no lo molestara —se escudó Yuri. —¿Dónde esta? —Se encuentra en su despacho, pero... Alice no escuchó más y se dirigió hacia allá con paso firme, al entrar sin avisar se encontró a su esposo con una mujer sentada en su regazo mientras reían gustosos. Sus ojos chispearon, pues no creía que ella fuera su hermana cuando los veía muy acaramelados.
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