POV Eros
Abro la puerta del imponente despacho de mi padre e ingreso a él sin preocuparme en cerrar la puerta tras de mí. Sé que el viene detrás de mí, puedo sentir su imponente presencia y no necesité más voltear para saber que vendría. Llego al minibar y no pierdo tiempo en servirme un vaso de whisky porque necesito un trago más fuerte, algo que me ayude a intentar calmar la ira acumulada que siento en este momento. Hasta aquí ha llegado mi paciencia, mi poca cordura con respecto a todo este maldito tema del matrimonio y ella. Esa cría del demonio que me despachó como si nada, dejándome en claro que conmigo el juego ha acabado.
«Nadie me deja, nadie me manda al carajo»
Me tomo de un solo trago todo el contenido del vaso. Siento como el líquido ambarino quema mi garganta, pero quiero o
