Al menos no me siento incómoda aquí, ni siquiera porque tengo la mirada sobre mí de alguien que deseo matar en este momento. La siento, sé que desde algún lugar me está mirando. El caso es que estoy acostumbrada a las celebraciones más íntimas, con el núcleo familiar; mis padres, mis tíos, mis abuelos y mis hermaprimos. Eso es todo. Cumpleaños, Navidades, fechas especiales impuestas por el mismo sistema que son comerciales, todas ellas, las celebramos solo nuestro núcleo en el castillo y no me quejo. En ellas, puedo andar descalza, sin un elegante vestido y hasta sin maquillaje, porque tanto es la unidad y la calidez que tenemos, que, así como hemos recibido el año nuevo en pijamas, en el viñedo, hemos celebrado un cumpleaños en la piscina. Y no es que no nos vistamos elegantes o no hagamo