CAPÍTULO 4

1656 Words
Con cada paso que doy siento que estoy corriendo directo a la muerte. Se preguntaran ¿Por qué? La maldita alarma no sonó y ahora me siento como un personaje de Maze Runner cuando es perseguido por los penitentes, pero en este caso, voy directo al penitente el cual es Rizzo y es que me asesinará, quince minutos tarde ¡quince! Dios se apiade de esta humilde humana pecadora. —Mierda —susurro cuando no veo a ninguno de mis compañeros. Creo que me dará un paro cardiaco. ¿Acaso hoy era día libre? ¿Todos están enfermos? ¿Me están jugando una broma? ¿Rizzo murió? No, no creo que sea la última definitivamente. —Doctora Davis que hace usted acá, ¿terminó la reunión tan rápido? —Escucho a la enfermera jefe preguntar mientras se acerca. ¿Acaso ella dijo reunión? -. se siente bien de repente se puso pálida. —No, no me siento bien Rizzo me matara. ¿De qué reunión hablas? —Cuestioné empezando a inhalar y exhalar rápidamente. —El susurró algo como de matar y accidente antes de ir al auditorio, ahora que lo recuerdo —ya hasta mi muerte planeó, sinceramente estoy pensando en irme y no volver nunca—. El hospital cambio de dueño de repente. Un empresario muy importante compró todas las acciones y requiere una reunión con todo el personal y empezo con los internos. ¿Cambio de dueño? ¿Empresario importante? Leandro ... —Como se llama el empresario— que no sea el por favor. —Creo que es Alex ... Alejandro ... Leandro Licciardi, sí, Leandro.  Definitivamente mi día no podia empeorar más, ¿Por qué el idiota de Licciardi compraría el hospital? ¿Por qué tengo que verlo hoy? ¿Por qué quería besarlo? ¿Por qué tantas preguntas? —Es mejor que vaya ya, está muy atrasada —me apura enviándome una mirada de total pena. —Sí, nos vemos ahora —empiecé a correr de nuevo—. Gracias —grité cuando estoy un poco lejos. Diablos, que puedo decir —mi mama sufrió un ataque de ansiedad, no la podía dejar sola— no, no lo creería, mi mama está en Estados Unidos —me robaron y tuve que ir a declarar, lo siento— tampoco —mi alarma no sonó— aunque es la verdad, no podría. Mejor me quedo con que me robaron. Se preguntaran que rayos pasa, llevo cinco minutos parada frente a la puerta del auditorio pensando que voy a decir, y no se me ocurre algo muy bueno o creíble. —Es ahora o nunca —susurro mientras empujo lentamente la puerta. Poderes de actuación activados—. Buenos días. Ya sabrán que tengo todas las miradas en mi incluida la del idiota y mi asesino. —Veintitrés minutos tarde Doctora Davis— habla lentamente Rizzo mientras me envía dagas con su mirada—. Se le está haciendo costumbre esto, tranquila que estará notificada - sonríe con arrogancia, lo que me enoja por dentro—. Reprobara el semestre al paso que va. Ya se puede retirar, le espera una pila de informes que quiero  para el medio día ... adiós —trago fuerte y aprieto mis manos en puño para no ir y golpearlo hasta dejarlo en la inconciencia. —Lo siento Doctor por llegar tarde pero no controlo al destino, y me temo que no le podía decir que aplazará el robo para poder llegar temprano —inmediatamente Leandro arruga su entrecejo, si no me cree el otro este sí. - ¿La robaron? - cuestiona incrédulo Rizzo. ¿Acaso no puedo ser robada? —Sí, y gracias a un buen samaritano estoy intacta, porque si el no fuera intervenido, usted estaria tratando de salvarme la vida en este momento. - ¿Estas bien Nico? - preguntan sincronizados los chicos, asiento en su dirección. —No le creo. Alguien no ha tenido sexo por un buen tiempo. —Porque no creerle a la Doctora Davis —su imponente voz hace acto de presencia. - Tengo mis razones —si dudaba en que me odia ahora está 200% confirmado—. Ahora vaya a realizar lo que le ordené. —La Doctora se quedará —le da su mirada intimidatoria a Rizzo— ahora busque un asiento y continuemos, no tengo mucho tiempo. Con una sonrisa de victoria camino al lugar que me tenían reservado los chicos, son los mejores amigos, no sé qué haría sin ellos, bueno la verdad si sé... me consigo otros. Resulta que Leandro estaba por hablar cuando yo llegué, así que no me perdí nada importante, la reunión se trató de explicaciones sobre los nuevos cambios que se darán en el hospital y para mi parecer son muy buenos, también agregándole que construirán más salas de operaciones, la sala de urgencia quedara más grande y habrán nuevos instrumentos tecnológicos. Ya se habia acabado la reunión y Leandro estaba hablando con Rizzo en una esquina,  por lo que veia le está advirtiendo de algo.  —Nicole —me llama Anto—. La alarma no sonó —me afirma tan bajo que solo yo puedo escuchar. - ¿Acaso no puedo ser robada? - pregunto indignada de que no me crean. ¿Tan mal actúo? —Sí claro que sí, pero eres Nicole Davis, si eso hubiera pasado no estarías así de tranquila. No te acuerdas como estabas cuando pasó lo de tu casa —ruedo los ojos. —Claro que me acuerdo pero, ¿Cómo estarías según tú? - veo como Luca y Fran se acercan —Estarías tirándole improperios a cualquier ser que se te acercara y no le fueras respondido tan amablemente a Rizzo —afirma Luca. —Además de estar en la comisaria exigiendo que se haga justicia mientras sufres un ataque de ira - termina Fran. —Ok, está bien, no discutiré eso —levanto las manos en señal de derrota—. Pero en mi defensa era eso, o que mi mama sufrió un ataque de ansiedad. Empezamos a reir.  Cuando estábamos a punto de dejar el auditorio sujetaron mi muñeca, voltee para ver de quien se trataba y me lleve una enorme sorpresa. —Necesitamos hablar. —No tenemos nada de qué hablar señor Licciardi —Hace un movimiento con la cabeza al hombre que siempre está con él para que se retire y junto con ellos mis amigos. —Solo son unos minutos. —Tengo informes que hacer. —Ya arregle eso —cierra la puerta con seguro. - ¿Para que el seguro? Me violara y estaré feliz por ello. —No quería interrupciones —confirmado me violara—. Solo hablaremos Nicole— explica con un tono burlón. - ¿Qué quieres? —cuestioné, tratando de verlo fijamente sin sentirme intimidada por ese par de ojos azules. - A ti —empieza acercarse—. En mi cama —su pecho toca el mío—. Debajo de mi - inclina su cabeza mientras sus manos sujetan mis caderas—. Gimiendo mi nombre —susurra en mi oído—. Mientras te embisto como nunca antes te lo han hecho —una corriente eléctrica me atraviesa por todo el maldito cuerpo, haciendo que un gemido se me escapara—. Quiero muchas cosas señorita Davis. Me es incapaz de responder mientras él se encuentra tan cerca. Su perfume varonil está inundando completamente mis fosas nasales llevándome a una especie de trance imposible de salir. —Parece que la he dejado sin palabras, pero me temo que ese solo es el comienzo —me acorrala contra la pared—. He querido hacer esto en toda la maldita reunión. De un momento a otro, tengo sus labios sobre los míos en un beso exigente, fuerte y ardiente. pasan varios segundos hasta que me recompongo de aquella sorpresa, empiezo a besarlo, llevo mis manos a su pecho y a su cuello, su lengua empieza a explorar toda mi cavidad bucal y me siento en la gloria -¿cómo era posible que me llevara a las estrellas por un simple beso?-empezamos una batalla de quien tenia el mando, ganando el idiota. Sus manos viajan por toda mi espalda terminando en mis piernas agarandolas. Capto el mensaje y las enrollo en su cintura.  Este beso sin duda está en el puesto número uno. —Es usted una exquisitez señorita Davis —confiesa entre jadeos. Su boca baja a mi cuello dejando pequeños besos húmedos. —Lo sé —susurro—. Leandro —gimo mientras se rozan nuestras partes.  Leandro empieza a simular pequeñas embestidas y mi poca cordura se va al carajo. —Dime Nicole —me besa—. dime que quieres y te lo doy —termina mordiéndome el labio inferior. ¿Qué quería? joder lo quería a él, quería su polla en mi vagina —Quería tu p… - me veo interrumpida por el sonido del celular avisándome que hay una emergencia. Automáticamente me lleva a la realidad, estoy en el hospital apunto de tener sexo con Leandro, ¿qué me pasa maldita sea? -. Me tengo que ir, él deber me llama —me bajo de él y empiezo arreglarme con su atenta y caliente mirada observando cada movimiento que hago—. Adios. Le quito el seguro a la puerta y cuando estoy por salir habla. —Un addio no Nicole, es un arrivalderci —no volteo a verlo, solo sigo. En qué diablos pensaba cuando casi tenía sexo en el auditorio del hospital donde realizo mi internado, aunque sería excitante, pero no, ese idiota italiano ciega cualquier uso de razón en mí y eso está mal, muy mal. Me tengo que alejar de él, nada bueno saldrá de todo esto, además de que no se nada sobre quién es verdaderamente, solo lo básico, estoy cayendo como estúpida en su maldito juego y soy mala jugando estos juegos. Esperen ... Había una ... ¡Había una emergencia! ¡HABÍA UNA EMERGENCIA MALDITASEA! Salgo corriendo como alma que lleva al diablo y juro que en estos momentos podría estarle ganando a volt, llego a urgencias mientras localizo a Anto. - ¿Que tenemos? -cuestiono.  —Pensé que no llegarías —me recrimina en su tono maternal—. Accidente automovilístico el pac ...— no termina porque se ve interrumpida por Sr odio. —Hoy no estarás en urgencias Davis, yo acompañare a Ricci —le pide a Anto la historia clínica del paciente y seguido empieza a leerla. - ¿Cómo? No, este es mi paciente —exclamo enfadada. Ya me canse de Rizzo y su mierda que tiene contra mí. —Era Davis, era —empieza a ordenar radiografías y otros exámenes para descartar posibles problemas. —No lo puede hacer —chillo siguiéndolo—. Ya no aguanto más esa mierda de actitud que tienes conmigo, te estas desquitando por algo que no tengo idea, ¿Por qué me odias tanto? —Ya en este punto tengo toda su atención. —Yo no te odio, aunque quisiera no podría hacerlo —camina hasta donde estoy. —Entonces, ¿Por qué? - su mano viaja hasta mi mejilla acariciándola. Arrugo mi entrecejo. ¿Qué carajos? —Porque no me perdono el haberme enamorado de una de mis internas.      
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