Nos quedamos por varios minutos en silencio, cada uno ensimismado en sus pensamientos, mientras poco a poco nuestras agitadas respiraciones se normalizan. Acabo de cumplir una de mis fantasías sexuales sin querer y diablos fue mejor de lo que me imagine.
—Leandro…. saca tu pene—ríe— lo digo enserio.
— Estamos muy cómodos dentro ti— me susurra al oído— incluso podríamos empezar la segunda ronda— empieza a moverse lentamente y me es imposible no gemir.
—Leandro, deja que Rizzo se quede.
—NO— responde— y no me harás cambiar de opinión nadie lo hace.
—Solo dale una oportunidad, fue injusto y lo sabes— trato de convencerlo.
—No— me empujó hacia delante sacando su pene. Me volteo para seguido cogerlo con una mano y empezar a darle placer.
— ¿se quedara?—pregunto mientras aumento los movimientos con mi mano.
Niega cerrando los ojos. Mermo los movimientos y escucho un gruñido de su parte. Me acerco a su oído cuando apretó un poco fuerte su m*****o para seguido mover más rápido haciendo intenso el momento. Gime y gruñe —¿se quedara?— le hablo lentamente.
Abre poco a poco sus ojos y veo sus pupilas dilatadas por el placer. Aflojo poco a poco el agarre— ¡¡maledizione!! Si, si se queda, pero no pares— me amenaza. Sonrió.
—Es una promesa.
—Es una promesa— afirma.
—Ok, me tengo que ir—suelto su m*****o—arrivederci.
—Nicole— su tono de voz es de clara frustración y amenaza— no dejaras esto a medias— me sube al escritorio mientras muerde fuerte mi cuello. Doy un pequeño grito de dolor.
—¡Leandro!— le recrimino.
—Eso te pasa por querer dejarme caliente— nunca lo vuelvas hacer o te ira peor Principessa.
—¿Qué sería lo peor?— pregunto— que me lleves a un cuarto rojo como el de Grey, porque si es así déjame decirte que estaría encantada— respondo burlona.
—No juegues con fuego—exclama serio mientras entra en mi— y respecto al cuarto podríamos tener uno— me besa— solo pídemelo Nicole y lo tendrás— sonríe con esa maldita sonrisa sensual calienta bragas que me está empezando a gustar.
—Ya me tengo que ir.
—Ambos sabemos que no quieres irte, tu cuerpo me lo confirma— empieza a dejar besos húmedos por toda mi clavícula mientras empieza con un ritmo lento dejándome con ganas de más.
— Te...tengo un..un..turno que cumplir—¿Cómo se resiste a semejante tentación?
—Tu turno termino hace media hora.
—Nos pueden ver— pongo mis manos en su pecho en señal de que pare. Gruñe.
—Nadie se atrevería a entrar Nicole—gimo cuando empieza aumentar las embestidas
—Me pueden echar por es—esto— aprieto mis piernas en su cintura mientras me arqueo haciendo que Leandro me sostenga con sus manos.
—Soy el dueño—gruñe— no vayas a salir con que tu madre te espera porque ella vive en estados unidos—empieza a penetrarme rudo y me gusta— ya no tienes más excusa Nicole ahora disfruta del placer que te doy.
Esperen el acaba de decir que mi madre vive en estados unidos. ¿Cómo rayos sabe el idiota que mi madre vive allá?
—Para— exclamo— que pares Leandro— hablo fuerte.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo sabes que mi mama vive en estados unidos?— pregunto mientras poco a poco me enfurezco.
—No importa— hace el intento de empezar a moverse pero lo empujo haciendo que salga de mí.
—Claro que importa— me bajo del escritorio— ¿Cómo lo sabes? Y espero que esta vez me respondas Leandro— lo señalo.
—Yo lo sé todo punto— me mira directamente a los ojos – además tú no eres nadie para tener que darte explicaciones.
Ok eso dolió un poco.
—Y si no soy nadie porque rayos sabias donde vivía, mi número de teléfono y donde se encuentra mi madre sin yo habértelo dicho— alzo la voz. De nuevo empieza a pasar su dedos repetitivamente por su cabello desordenándolo— ¿acaso eres un maldito acosador psicópata?
— Soy todo menos eso—gruñe
—Responde— grito
—¡No me grites!
—¡¡Tú tampoco me grites!!
—¡¡Te grito porque tú me estas gritando!!—me señala.
—¡¡Yo te grito porque estoy enojada maldito acosador!!— hago el intento de empujarlo pero ni siquiera se mueve.
—¡No sigas! Verte así de enojada me calienta y lo único que quería es follarte para que aprendas a respetarme.
—¡¡Tu solo piensas en sexo!! ¡¡Estúpido Licciardi!!—me cruzo de brazos.
—¡Cómo no quieres que piense en sexo si me provocas! Mírate—señala mis brazos los cuales están apretando mis senos haciéndolos ver más grandes. Agarro una camisa y me tapo—¡no me prives de la vista!
—¡Tú no eres NADIE para que yo te muestre mis senos!— toma de tu propia medicina idiota.
—Claro que lo soy— afirma.
—¿Quién eres?— pregunto. Se queda un rato en silencio— exacto eso mismo pensé, “nadie” eso eres— me empiezo a vestir.
—Te investigue— susurra cuando ya se ha terminado de vestir igual que yo.
— Investigarme— digo incrédula— ¿con que fin?
—Porque quise.
—Eso no es una respuesta Leandro.
—Pues aprende a vivir con ella— su mirada cambio, volvió hacer fría, tan fría que es capaz de quemarte— ahora váyase Srta. Davis, tengo trabajo que hacer— a pasos rápidos va abrirme la puerta.
—Ahora soy Srta. Davis— lo miro—ok. Lo que paso minutos atrás nunca paso, así que espero que me trate como una interna de tu maldito hospital que yo te tratare como el jodido dueño.
No digo nada más y salgo rumbo a mi locker para coger mis cosas y largarme. En el camino gracias al cielo no me encontré con ninguno de mis amigos, no estoy de humor para dar explicaciones a mi aspecto de post follada.
Una vez con mi bolso me voy, solo quería llegar a casa y darme un gran baño para después verme los nuevos capítulos de The Originals, mientras como una gran rebanada de pizza con coca—cola. Desde que salí del hospital me he sentido rara cuando no debería, no estoy ni triste ni deprimida pero estoy mal y sé que es por la actitud de Leandro y su actitud no debe ponerme de esta manera como lo dije, él no es nadie y yo no soy nadie para el
— nadie— susurro. Mi celular empieza a iluminarse y automáticamente mi ánimo vuelve.
—Hola ma – contesto.
—Nicole Davis Hemsworth. ¿Acaso te has olvidado de tu madre?, pequeña ingrata— ruedo los ojos— y no me ruedes los ojos señorita.
—A veces me das miedo— rio— ya deberías de confirmar que eres una bruja.
—Bruce, la ingrata de tu hija me está faltando al respeto— escucho que grita.
—Diablos madre, mis oídos— gruño.
—Deja de decir malas palabras— me recrimina— yo sabía que eso de irte a estudiar al otro lado del mundo no era bueno— volvemos con lo mismo— es toda tu culpa Bruce, tú y tu manía de apoyarla en todo sus caprichos— ahora solo falta que llore— me alejaste de mi hija, de mi…mi bebe— empieza sollozar, sus poderes de bruja se me transfirieron. Escucho como mi padre empieza a consolarla, es hora de entrar en acción.
—Mama escucha, este era mi sueño desde siempre y tú misma lo sabes. Me enseñaste a luchar por lo sueños y eso hago con capa y espada.
—I miss you my little sunflower (Te extraño mucho mi pequeña girasol)— habla mientras intenta reprimir sus sollozos. Y ahora la que empieza a llorar soy yo, siempre me llamaba “my little sunflower” cuando era niña.
— Yo también te extraño mucho— susurro— más de lo que te puedas imaginar— se me quiebra la voz— te amo mami.
—No llores, no lo hagas porque no estoy junto a ti para consolarte—me limpio las lágrimas— te amo más de lo que te puedas imaginar cariño— sonrió— no, no hablaras con ella, si eres el padre pero llámala desde tu celular, con el mío no— me rio.
—Dile a papa que lo llamare mañana y que también lo amo.
—Dice que te ama más— sonrió— ¿cómo va tu internado?
—Bien todo bien ma— respondo— y mis hermanos— cambio de tema.
—Jess está en Canadá, ya sabes trabajo y los pequeños estudiando—escucho murmullos— hija te dejo, acaba de llegar tus tías.
—Dale saludos a todos.
—Ok, te amo my little sunflower.
—Yo más—cuelgo.
No me había puesto a pensar tantos momentos y cumpleaños que me estoy perdiendo con mi familia, y soy consciente que no volverán. Son estos instantes donde dudo si escogí bien irme al otro lado a cumplir mis sueños o si solamente hubiera puesto mi familia de primero aunque no fuera feliz. Los extraño demasiado, aunque agradezco que esta carrera sea muy pesada y no me deje tiempo para pensar cuanto desearía estar en casa compartiendo anécdotas chistosas con Jess o simplemente jugarle una broma a Chris con Emi de aliada.
Las lágrimas corren mientras me invaden recuerdos con mis padres y hermanos recuerdos que nunca volverán, me permito llorar por primera vez desde que llegue a Italia, me prometí a mí misma ser fuerte, por ellos…. Por mí.
(………)
Nota mental comprar otro despertador o poner la alarma en el celular. Si voy tarde y ruego a Dios que no lo vayan a notificar.
Camino rápido por los pasillos para llegar al cuarto que tenemos asignados todos los internos y adivinen no hay nadie.
—¡Merda!— me alisto y salgo corriendo a recepción— cia buongiorno— hablo— ¿sabes dónde están los internos?—pregunto.
— buongiorno — sonríe— si el Signori Licciardi los llamo, están en el auditorio— al paso que voy reprobare el semestre.
—Grazie— corro esquivando varias enfermeras que se me cruzan.
Tomo un respiro y entro— buongiorno— digo.
— buongiorno— me responden mis compañeros. Leandro está más adelante y tiene un traje hecho a la medida, de color n***o que le queda jodidamente sexy.
—Srta.…— se lleva sus manos a su mentón mientras se hace el que piensa— Srta. Davis, en mis empresas siempre tengo al mejor equipo y no será la excepción aquí. Mi regla número uno es la puntualidad algo que al parecer usted desconoce, así que es la última vez que llega tarde porque o si no, te largas, necesito un personal de internos competente en mi hospital, no mediocres— sus palabras son frías y duras— ¿Entendió? – porque pienso que se está desquitando aunque tiene razón debo mejora mi puntualidad.
—Si Signori Licciardi— respondo mientras lo mato con la mirada, porque joder quería matarlo.
—¿Que espera? vaya y siéntese, estoy perdiendo mi tiempo por usted— si las miradas mataran ohh Leandro hace rato estuvieras bajo tierra. Me siento en el primer puesto vacío que encuentro y Leandro continua.
—Nico que paso con el Sr Licciardi— me habla Luca. Acabamos de salir del auditorio.
—Porque debería de pasar algo con ese signori— respondo seca.
—Algo sucedió entre ustedes— me abraza— esperare el tiempo que quieras para que me cuentes, ¿sí?—me da un beso en la mejilla.
—Si.
—Yo que tu Luca me alejo de Nico— nos dice Anto alcanzándolos. Luca y yo negamos.
— ¿Por qué debería de alejarme de una de mis niñas?— pregunta.
—El Sr Licciardi te esta asesinando con la mirada— volteo y si exactamente. Tiene sus manos hechas puño. Me abrazo más a Luca.
—No importa que se vaya a la mierda— respondo provocando la risa de los dos— tenemos pacientes que atender, andando— empezamos a caminar cuando su voz nos detiene.
—Srta. Davis necesito hablar con usted.
—No tenemos nada de qué hablar Sr Licciardi— volteo— si es por lo de minutos atrás, me quedo muy claro todo addio.
—No lo repetiré nuevamente— su tono de voz es amenazador.
—Chicos ya los alcanzo— les doy una mirada de esta todo bien.
—Nos vemos ahora— habla Luca.
—Está bien— dice Anto. Ambos se van y cuando cruzan el pasillo rompo el silencio.
—¿Qué quiere signore?
—La verdad— asiento— a ti.