CAPÍTULO VEINTIUNO

2879 Words

CAPÍTULO VEINTIUNO Al día siguiente, Catalina casi se golpeó la mano en tres ocasiones, estaba muy distraída. No dejaba de mirar hacia el lugar donde estaba atado su caballo robado, masticando hierba y avena vieja felizmente. La primera vez que sucedió, Tomás rio y le dijo que tuviera cuidado. La segunda vez, frunció el ceño. Esta vez, él se detuvo a medio forjar una serie de herraduras, dejando que las llamas se apagaran hasta volver a un brillo naranja. —No, no te detengas por mí —dijo Catalina—. Si dejas de trabajar el metal, se… —Ya sé lo que pasará —dijo Tomás—. Pero prefiero malgastar esfuerzos a que tú te rompas los nudillos blandiendo un martillo a ciegas. Catalina Tampoco lo quería, pero estaba dispuesta a correr el riesgo si la alternativa era decepcionar al herrero. No iba

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