El Heredero del Alfa-3

2439 Words
Orson ignoró la catástrofe de su sala de estar. Había pedido al personal que no lo limpiaran; los trozos de vidrio y madera esparcidos por todos lados eran un recordatorio de sus palabras hacia su padre. ¿Por qué dije que honraría mi compromiso con Cleo? Era demasiado fácil ignorar la realidad de su prometida con el olor de los platillos cocinados por Casey aún flotando en el aire. Había visto a la mesera del bar antes; era imposible no verla. Si quería ser honesto consigo mismo, probablemente había elegido a Sarah en la exposición sobre software porque le recordaba a Casey. La mesera del bar tenía unas curvas increíbles y la forma en que sus pechos sobresalían como globos cuando se inclinaba sobre la barra era una visión que detenía su respiración, algo para admirar. Y su olor… era glorioso, una mezcla de almizcle femenino, masa fresca y pimienta de Cajún. Soltando la bandeja de pollo frito a su lado, sobre la cama, lamió sus dedos para limpiarlos y se recostó respirando profundamente, y dejando que el olor de los bizcochos frescos y la mantequilla saturara todos sus sentidos. Se estiró para aflojar su cinturón y quitarlo de sus pantalones ajustados. Había estado duro como piedra todo el camino de regreso a casa, casi saliéndose del camino dos veces. ¿Qué tiene esta mujer que no me puedo sacar de la cabeza? Hasta su oso interior la aprobaba, lo cual era un detalle que no podía ignorar. Cada vez que la escuchaba hablar, reforzaba el que era inteligente, competente, leal, divertida y… otra vez… hermosa… estoy en problemas. El bagre ennegrecido se había convertido en migajas al fondo de la bandeja después de haberse comido hasta la última pieza de camino a su casa y la pechuga de pollo frito con suero de leche casi se había acabado. Había tratado de convencerse de que debía c******r y guardar para más tarde el salmón asado y la bullabesa que en ese momento estaban en su mesa de noche pero la idea de alejar esos aromas de su cara se sentía tan imposible como pasar su vida con Cleo. Era algo muy bueno que Casey no saliera en citas. Cuando la había escuchado a escondidas en el bar, había sentido un fuerte golpe de decepción, seguido inmediatamente por alivio. Si esa mujer estaba en el mercado, mantener su palabra a su padre iba a ser imposible. Pero, maldita sea, si Casey hubiera admitido que lo quería cuando Audrey la presionó, nada lo hubiera detenido de arrastrar a Casey al famoso cuarto de “rendezvous” de AUDREY'S. Lola tenía el hábito de alentar a los clientes que quería que se juntaran a tomar demasiadas bebidas y después a que fueran a “dormir para que se les pasara” en el espacio pequeño de la habitación de atrás. Según los chismes, al menos un matrimonio, tres niños y un tratado de paz habían sido el resultado de eso. Se quitó su ropa interior, imaginándose la pequeña habitación de la cual solo había escuchado por historias de sus amigos. Tomando su miembro con la mano cubierta de la grasa del pollo frito, Orson empezó a bombear gentilmente. Si Casey hubiera dicho que le gustaba, no hubiera podido esperar hasta llegar a su casa o hasta llegar a su auto. Orson sabía que hubiera tenido que lanzar su hermoso trasero redondo sobre su hombro y cargarla directo a la habitación de atrás. Ahí, hubiera desenvuelto su ropa como si removiera la piel de su pollo frito perfectamente marinado, después hubiera lamido la sabrosa piel de sus pechos como la dulce salsa de su chutney de habanero. Incrementó la presión sobre su miembro, imaginándola montándolo, sus senos rebotando contra su pecho perfecto mientras lo dejaba sumergirse duro. Era fuerte; lo sabía por observarla cargar bandejas de vasos y filetes. Sus muslos la sostendrían mientras él se clavaría dentro de su cuerpo. Quería escucharla rugir su nombre mientras su vulva se contraía alrededor de su miembro y deseaba que todo el bar resonara con los sonidos de su pasión. Y, también, sabía que ella rugiría. Su oso no la desearía tanto si no reconociera una fuerza afín en ella. Imaginó su cabeza cayendo hacia atrás mientras su dedo tocaba su clítoris, mordiendo su pecho mientras ella terminaba en olas de poder glorioso. No era justo que una mujer pudiera ser tan perfecta, sus curvas redondeadas a la perfección para frotarse contra su piel. Ella dijo que no salía en citas, pero era posible que no supiera sobre su poder: el poder de llevarlo hasta sus rodillas. El orgasmo llegó tan repentina e inesperadamente que casi se cayó de su cama. Su corazón daba martillazos tan fuertes que le tomó casi un minuto darse cuenta de que los golpes que escuchaba no venían de su pecho, sino de la puerta. Por Dios, si es papá, voy a tener que decirle que la alianza con Cleo se terminó, pensó mientras se ponía rápidamente sus pantalones y ajustaba su cinturón. Practicó lo que iba a decir todo el camino a lo largo de la sala de estar y hasta la puerta frontal. La gran puerta de roble se abrió repentinamente con un fuerte golpe antes de que su mano tocara la perilla. Cleo estaba parada al otro lado, su mano aún en un puño después de haber roto el seguro. Necesito una puerta más resistente. “Hola, cariño. Escuché que tuviste una conversación con tu padre”, dijo mientras lo rodeaba para caminar precisamente por el pasillo en sus tacones de 12,7 cm. Era el tipo de belleza que promocionaban en las revistas con fotografías demasiado editadas en Photoshop. Su traje gris se ajustaba perfectamente a su delgado cuerpo; sus piernas debajo de la falda de tubo eran moldes de músculo y su cabello café caía sobre sus hombros en las capas perfectamente arregladas que harían que cualquier estilista se sintiera orgulloso. Orson conocía el mundo del dinero lo suficientemente bien como para reconocer que el logotipo dorado en la bolsa de Cleo significaba que probablemente era más cara que el salario mensual de Casey. Los grandes lentes de sol de Cleo probablemente costaban más que el auto de Casey. Papá no estaría contento de saber que ya estoy comparando todo sobre Cleo con Casey, Orson hizo una mueca mientras seguía a su prometida de regreso a la sala de estar. Casi chocó contra Cleo cuando ella se detuvo a la mitad del pasillo para estimar los daños. “Dime qué sucedió”, dijo, volteando para levantar una ceja perfectamente depilada hacia él. “No importa”, dijo Orson, caminando alrededor de ella para dejarse caer en la silla con descansabrazos. Apuntó al sillón menos dañado e hizo un gesto para que se sentara. Eligiendo su camino cuidadosamente entre los vidrios rotos, Cleo comenzó a sentarse antes de levantar bruscamente su cabeza y corrió -impresionantemente en esos tacones, el pensó, solo una de las maneras en que es mucho más fuerte que yo. Estoy seguro -a su habitación y regresó cargando la bandeja de salmón asado. “¿Qué es esto?” preguntó, levantando uno de los pedazos y dándole una mordida. Ella gimió y agarró la bandeja más fuerte contra su pecho. “¡Oye! ¡Eso es mío!” él se quejó, saltando de su silla. Ella le gruñó y bailó hacia atrás, quitándose los tacones de una patada para poder escabullirse alrededor de él y brincó sobre la mesa de madera dañada en la cocina. Él no estaba seguro, pero le pareció que ella había cambiado su quijada parcialmente a su forma de oso para poder dar una mordida más grande. “¡Por Dios, Orson! ¡En serio tienes que emplear, secuestrar o casarte con quien sea que haya hecho esto!” ella sostuvo la bandeja muy alto sobre su cabeza antes de tomar otro pedazo y meterlo entre sus labios. Orson gruñó y corrió a la habitación para guardar lo último que quedaba de la comida y meterla al congelador antes de que Cleo intentara agarrar más. Sabía demasiado bien desde su niñez lo viciosa que podía ponerse cuando quería algo. Aún tenía cicatrices en su mano de la vez en que había intentado recuperar sus figuras de acción cuando tenían cinco años. Por alguna razón, su padre no respetaba esas cicatrices. “Créeme, si papá me diera la oportunidad, podría casarme con ella”, él dijo. “Cierto. Tu padre. Es por eso que estoy aquí”. Terminando la última pieza de salmón, elegantemente saltó para bajar de la mesa y se movió de regreso al sillón para acomodarse en el cojín con sus piernas cruzadas en frente. “Está determinado a que esta boda suceda. Ninguno de nosotros dos quiere esto. Pero claramente…” hizo un ademán con su mano refiriéndose al desastre, “no está dejándolo pasar”. Orson se recostó en el respaldo de su silla. Podía oler el salmón en sus labios y fue lo más cercano que estuvo en su vida a querer besar a Cleo. “Papá viene de la vieja escuela. Amenazó con desheredarme. Tú sabes que eso no solo sería desastroso para mi clan, arruinaría el equilibrio de todos los clanes en la región”. “Exactamente. Por esto necesitamos un plan”. El celular de Cleo vibró en su bolsa y lo pescó, envió un corto mensaje y lo dejó descansando sobre su pierna. “Perdón por eso, estamos a la mitad de una negociación y parece que cada pequeño detalle necesita de mi firma”. Suspiró gruñendo exageradamente y se recostó hacia atrás en el sillón, pero Orson solo sonrió. “Sabes que te encanta”, dijo él. Ella se volvió a sentar y le devolvió la sonrisa. “Sí me encanta, pero ¿sabes qué no me encanta?” Lo vio directamente a los ojos, fuertemente. “Ser considerada el peón de tu padre. Entró a la habitación de mi padre en el hospital, y comenzó a hablar y hablar sobre cómo te estaba metiendo en línea con este trato del matrimonio arreglado”. “Cleo, lo siento mucho. ¿Está bien tu padre?” él no conocía bien al padre de Cleo, solo tenía una vaga impresión de un líder fuerte que levantaba a Cleo por la piel de su cuello al final de sus días de juego y la cargaba hasta su casa. Orson recordaba que el viejo hombre no había ni siquiera parpadeado por las protestas y gritos de Cleo diciendo que quería terminar de darle una paliza a los demás niños en cualquier juego que estuvieran jugando. Cuando a su papá le dio cáncer, él había entregado su compañía y el clan familiar para que ella fuera su líder. Ella había tomado su pequeño negocio y lo había convertido en una compañía regularmente perfilada por el Economist como una de las más exitosas en el país. “Tu padre no hizo demasiado daño; papá ha ignorado bien las incoherencias misóginas de Nikolai por un rato. Pero unos cuantos de los otros Alfas que se reunieron para visitar a papá lo escucharon. Cuando compré tu software para mi compañía, dijiste que el dinero te daría la influencia en tu clan para retar a tu padre. Ha pasado más de un año desde que hicimos ese trato y tu padre sigue siendo el Alfa gobernante. ¿Qué está sucediendo, Orson?” Orson se movió en su silla. “No es un mal Alfa, realmente piensa que lo que hace es por el bien del clan”. “Ya no es la edad obscura. No estamos corriendo en los bosques del Viejo País viviendo en cuevas. Su estilo anticuado de dominar con los puños va a destruir a tu clan eventualmente”. Su teléfono vibró de nuevo y lo contestó, escuchando un largo rato y después gritó, “No, ¡idiota! Te dije que es para las cuentas de Londres. ¿Por qué demonios estarías haciendo esto para Oslo? Arréglalo o tendré tu cabeza en mi escritorio antes del medio día mañana. ¡Y esa no es una metáfora!” Apagó su celular y le sonrió a Orson. “Necesitas retar a tu padre y después, como Alfa, podrás oficialmente dar por terminadas estas tonterías de un matrimonio arreglado”. “Te das cuenta de que eres un poco aterradora, ¿verdad?” dijo. Cleo se paró, ajustando sus pies de vuelta en sus tacones y moviendo sus estrechas caderas un poco mientras caminaba hacia el congelador. “Cariño, soy aterradora, no lo olvides”. Su mano estaba en la palanca del congelador cuando Orson corrió a través de la sala de estar y colocó una mano firme sobre la puerta, manteniéndola cerrada. “Y no te olvides de que también soy aterrador”, gruñó. “Y si te llevas más de la comida de Casey fuera de esta casa, te voy a arrancar la mano con mis dientes”. La sonrisa de Cleo creció. “Oh, su nombre es Casey ¿eh? Si no te haces de huevos para salvar a tu clan del liderazgo anticuado de tu padre, entonces hazlo para que podamos tener más de esta comida. Sabes que mataría a miembros de mi familia por menos”. Él respiró profundamente. “La luna llena es el momento para los retos de Alfas en mi clan. Es en dos semanas, lo haré entonces. Él apreciará que ponga atención a las viejas maneras; hasta lo podría hacer suficientemente feliz como para rendirse en cuanto haya sangre y no me forzará a matarlo”. La idea le hizo sentir frío. Su padre y él tenían sus diferencias, pero los retos de Alfas podían ponerse sangrientos. “No lo olvides, él también podría matarte a ti”, dijo Cleo, mostrando un miedo sin precedentes en su expresión. “Cualquier cosa puede suceder durante un reto. Si yo fuera egoísta, te diría que pasaras las próximas dos semanas escribiendo códigos para un nuevo software que pueda usar para que mi compañía obtenga un monopolio internacional, pero sospecho que estarás más feliz si te enfocaras en…” le pegó con la palma de su mano a un costado del congelador, “placeres más carnales”. “Apenas si conozco a Casey”, contestó. Realmente esperaba no estarse sonrojando. Cleo nunca dejaría de molestarlo. “Entonces tienes dos semanas para cambiar eso. Mejor empieza a moverte”.
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