Amber Boh. —¿Qué? Es la única palabra que atino a decir para la propuesta que me está haciendo. Sacudo un poco la cabeza para poner en orden mis ideas y pensar con claridad. Esto me cayó por sorpresa, no lo esperaba en absoluto y ahora estoy anonadada. «Quizás escuché mal» digo internamente. Me resulta algo increíble viniendo de él, de la persona más arrogante y pedante del mundo, de mi Señor perfecto, o sea, sí, seguro escuché mal. —Escuchó bien, Doctora —afirma sin apartar su mirada de la mía. —Lo pensé mucho y tiene razón en las cosas que me dijo, ya no deseo trasladarla, pero quiero que me ayude con ella. Le pagaré lo que me pida, el monto que sea, pero necesito que sea usted quien esté con ella, quien se asegure de que esté estable y distraída, así como usted sabe y hace. Obviame