Abrí mis ojos de golpe y me sentí más confundido que nunca, con una jaqueca que parecía como si me hubieran dado varios martillazos en las sienes como con deseos de romperme el cráneo. El dolor era agobiante y me sentía totalmente disminuido. Mis piernas dolían como si me las hubiera fracturado en miles de pedazos y es que ya había vivido esta experiencia en diferentes ocasiones.
Por los experimentos se me exigía que pasase por toda clase de torturas para medir mis habilidades regenerativas. Pero el dolor que sentía era incluso más intenso, porque no era solo como tener las piernas totalmente fracturadas, sino como tener millones de agujas punzando en mis huesos ya rotos, causándome mucho mayor dolor y agonía. Lo mismo pasaba con mis brazos.
Sentía que tanto los brazos como las piernas me cosquilleaban con un doloroso estallido electrizante que solo hacía que la vista se me nublara.
Cuando conseguí sobreponerme a aquel dolor tan insoportable, miré a mí alrededor. Tenía mis brazos, mis piernas y estaba en un lugar completamente diferente. De hecho, parecía que ni siquiera estaba en las instalaciones del laboratorio. El lugar en donde me hallaba era totalmente diferente y desconocido. Tenía un aroma cautivador, con una frescura que me hizo sentir paz. Una paz que nunca había experimentado.
Me hallé sentado en una pradera muy bonita y sentí debajo de mis manos la humedad de la hierba casi recién podada. Miré a todos lados tratando de entender en donde me encontraba y de nuevo sentí un fuerte estallido eléctrico en mi cabeza, como si golpearan mis sienes con martillos. El dolor me hizo doblarme y arrodillarme en el suelo mientras me sujetaba la cabeza con las manos, tratando de hallar algo de alivio, hasta que por fin disminuyó.
Levanté la mirada agotado y adolorido y entonces hallé un bosque frente a mí, a unos 200 metros de mi posición. Hice un esfuerzo sobrehumano para levantarme y andar sobre mis piernas, que aún me dolían como nada. Era un dolor que realmente sobrepasaba cualquier tipo de dolor que hubiera experimentado. Entonces, apreté mi mandíbula y me obligué a soportar el dolor de estar de pies.
Comencé a caminar a un paso verdaderamente lento, como el de un anciano con andadera y casi tambaleándome. Poco a poco fui ganando un poco más de fuerza y recuperando el equilibrio y las energías, aunque entre más tiempo pasaba de pie y caminando, mayor era el dolor que sentía. Los pinchazos y las corrientes eléctricas que recorrían mis piernas causándome dolor, solo se intensificaban de manera insoportable.
Aun así mantuve la firmeza para estar de pies y seguir hacia adelante pese al dolor que sentía. Entonces llegué al bosque y comencé a adentrarme a sus profundidades. Aquel lugar me resultó familiar por algún motivo. Fue un lugar donde sentí la tranquilidad de un hogar. El lugar estaba totalmente solo. No había rastro de vida humana o animal en este lugar, tal vez porque todo esto se trataba de alguna alucinación por la que estaba pasando. No fue difícil entender que este lugar era producto de mi imaginación, pero he leído que la imaginación solo puede reproducir alucinaciones de lugares que conocemos y en definitiva no es como si este lugar lo conociera.
Aunque siento que sí, yo jamás he estado en un lugar como este. Al menos no que recuerde, así que me resulta extraño lo familiar que se me hace estar aquí. De pronto miro hacia un lado, luego al otro y me encuentro finalmente con un lago rodeado por una bonita pradera. El lugar está protegido por la abundante flora, enredaderas y los frondosos árboles que lo rodeaban por todas partes.
Todo el lugar estaba cubierto de un majestuoso verde en diferentes tonalidades que si bien variaban entre oscuras y claras, todas daban una sensación de vida muy bonita que me hizo sentir cautivado. La frescura del lugar y el aroma de la naturaleza eran realmente relajantes, y todo dolor que hubiera sentido antes desapareció en ese momento. Fue como si estuviera en un refugio especial en el que soy mucho más fuerte.
Aquello parecía un paraíso de la naturaleza totalmente oculto al que los humanos no habían llegado nunca.
¡Un lugar que los humanos nunca han visto!
Aquella idea me pareció emocionante y estaba seguro. Este lugar era real. No era solo un producto de mi imaginación. No era solo una alucinación o un juego de mi mente. Este lugar se sentía tan real como aquel dolor que sentía en un principio, que sabía que se debía a las mutilaciones que me habían hecho. Este lugar era tan real como esas mutilaciones. Podía sentirlo. Lo sabía. Aunque nunca había estado allí.
No era solo un producto loco de mi imaginación. Era una reproducción de un recuerdo tal vez. Un recuerdo que no pertenece a mí. Tal vez se deba a mi conexión sanguínea con aquellos animales con los que experimentaron para crear el compuesto G. Tal vez este lugar es el hogar de aquellas criaturas que a fin de cuentas no sé qué son realmente. Tal vez esa pareja no era la última de su especie, tal vez solo estaban fuera de su hogar y por eso los humanos los encontraron. Tal vez aún existen más especímenes de esta especie, ocultos en este lugar tan hermoso y de ser así, no me gustaría que Lisa supiera de ellos… aunque si me gustaría poder visitar este lugar algún día. Me gustaría verlo con mis propios ojos.
Tal vez conocer de una vez por todas a aquella especie con habilidades tan increíbles. La especie a la que le debo mis habilidades. Pero si de verdad hay más de ellos, y Lisa se entera, entonces irían buscarlos para seguir experimentando con ellos y tratarían de recrear el experimento de mis padres. Eso me da una razón más para dejar que me hagan todas las pruebas que quieran. Que piensen que yo soy lo único que queda de esa especie tan rara. Así, si aún hay especímenes, entonces estarán a salvo.