Es increíble como hace dos años atrás, a pesar de haber sufrido agravio tras agravio por un imbécil. Haber experimentado lo que realmente es un ambiente laboral tóxico, ahora estoy aquí no se puede decir que no hay problema porque si los hay pero prefiero un lugar en el cual me pagan bien, estoy tranquila y tengo estabilidad. Al menos mental, porque aún a pesar de los pocos años que he trabajado aquí las miradas no han dejado de perforar cada parte de mí.
— Están irritante que me vean; casi como si fuera un experimento. Como si no hubieran visto alguien de mi color..
A lo mejor debería de molestarme, debería de sentirme mal por nos era completamente aceptada por esta sociedad blanca. Pero no hay cosa que me importe menos, mientras yo esté tranquila no hay nada mejor.
Me alegro de haber salido de ese cuchitril; dónde vivía no era el mejor lugar para vivir pero le tome un poco de cariño, después de todo es el primer lugar que encontré al llegar aquí. Y a pesar de como soy, me aceptaron sin mucho problema.
No sé si serán mis raíces, o es que pero nunca me ha importado lo que la gente ha pensado de mí. Si hay por lo que nunca me he dejado llevar es por lo que las personas puedan pensar o no de mi.
Mientras esté bien; lo cual estoy por eso agradezco al señor que me ayudó esa vez. Hasta el día de hoy, a pesar de no saber mucho sobre este puesto de trabajo el me ayudó más de una vez. No sé que le llamo la atención de mí.
Se lo agradeceré enormemente toda la vida, gracias a Dios no me he topado más con esos señores que lo acompañaban en esa oportunidad. Y el señor Hillard, tuvo su merecido así como me rebele yo mas adelante más y más chicas reportaron dichos agravios en su contra.
Y digamos que se encuentra encerrado en cuatro paredes, por distintas demandas en su contra por querer pasarse de listo en más de una oportunidad.
Lo único molesto son las miradas que me transmiten de vez en cuando, y sobre todo creo que lo que más les molesta es como el señor Ben McKnight. Me llama para que lo ayude con distintas cosas, creo que podría decirse que soy la favorecida del jefe.
Pero es sorprendente como yo soy la única mujer de color aquí, claro hay sus diferencias. Las mujeres y hombres aquí, parecen sacados de una paleta de colores de la misma tonalidad a veces hasta me hace pensar que solo aceptan a gente blanca.
Me levanto de mi asiento, me encuentro caminando por el pasillo que me dirige hacia la oficina del señor McKnight. Entro sin mucho problema, el siempre me ha comentado que puedo entrar sin ningún problema.
— Buen día señor McKnight, ¿Como ha estado?
Saludo sin levantar la mirada, cuando hago esto veo a un completo desconocido viéndome con extrañeza del otro lado del escritorio; el cual debería ocupar el señor Ben.
— ¿Quien carajo eres tú? ¿Que haces en el escritorio de Ben?
Cuando soy consciente de lo dura de mis palabras me callo al instante, al instante que me exaltó lo pienso mejor.
— Si este hombre está aquí, quiere decir que no es alguien a qué le pueda hablar de esta manera tan brusca
— Mi pregunta debería ser la misma, además porque entras en esta oficina como si fuera el patio de tu casa — me regaña el hombre
Nos encontramos fulminando con la mirada el uno al otro, siento que ninguno de los dos tiene la razón pero aún nos encontramos en está lucha de miradas la culpa parece interminable.
Ahí es cuando escucho una ligera carcajada al otro lado de la habitación, dirigimos nuestra mirada al mismo tiempo hacia ese lugar. Aunque por el tono ya se de quien se trata.
— ¿De que te ríes papá? ¡¿Acaso no ves como me trata tu empleada?!
— ¡¿Papá?! — exclamo sorprendida
Por inercia paso mi mirada del uno al otro, tratando de buscar similitudes como quizás podría hacer cualquier persona al escuchar el parentesco entre los dos.
Solo encuentro dos hechos culminantes en estos segundos, sus ojos color miel y su cabello n***o azabache. Además de que los dos usan lentes, pero eso no es nada relevante pero es un hecho que me llama la atención no se el porqué.
El señor Ben, se levanta de su posición cómoda en el sillón acercándose a nosotros. Nos mantenemos con la mirada fija en él, sin querer ni por asomo vernos el uno al otro.
No nos conocemos, y ya siento que esta convivencia no será nada buena. Presiento que algo no me gustará de todo esto.
— ¿Como está hija? — me pregunta con dulzura
Me acerco para mover una silla para que se siente en ella, asiente con una sonrisa en el momento que se sienta.
— Muy bien señor McKnight, espero que usted esté igual — le respondo con una sonrisa
— Realmente no muy bien de hecho...
Me alarmó por sus palabras, me inclino contra él dispuesta a atiborrarlo de preguntas incesantes. Me he encariñado mucho con él, no quisiera que le pasará nada.
— No te preocupes cariño, no es nada del otro mundo solo que bueno cuando uno el viejo llega a cierta edad ya no puede estresarse ni quedarse hasta tarde en la empresa
— Bueno señor Ben, eso es cierto no debería hacer ya este tipo de cosas no es lo mejor para su salud..
— ¡¿Tú también?!, pensé que de todos tú serías la que me empujaría a seguir
— No trate de hacerme ver de esa manera, sabe que me preocupo por usted por lo que no me gustaría saber que decayera en algún momento
— ¡Tonterías!, aún estoy para rato
— Eso no lo dudo, pero por eso debe de cuidarse
Estamos tan perdidos hablando entre nosotros que nos olvidamos de la otra persona aquí, lo sé porque tose un poco para que no nos olvidemos de su presencia aquí. Dirijo mi mirada hacia el, aún un poco molesta por cómo me habló.
— Pero que digo, yo tampoco lo trate de la mejor manera..
— Joha, querida este es mi hijo Keaton McKnight el se encargará de los asuntos de la empresa de ahora en adelante al menos hasta estar un poco mejor de salud claro está — dice a regañadientes
Me levanto de dónde estoy acercándome de nuevo al indeseable, estiró mi mano para posteriormente presentarme.
— Disculpe la manera en cómo le hable, soy Johalis Salcedo es un placer para mí conocerlo — me presento con una sonrisa antinatural
Se queda viendo mi mano como si de la peste se tratase, se encuentra reacia a estrecharla. Hecho que me molesta en gran manera, después de todo me disculpé por mi actitud y ahora él no quiere estrechar mi mano.
— ¡Keaton McKnight! — lo regaña el señor Ben cuando estoy apunto de retirar mi mano
Sonrío triunfal cuando veo su cara amargada estirando su mano. Pero justo cuando su mano está apunto de tocar la mía la alejo.
— ¡Tú! — dice Keaton a regañadientes
— ¡Ups!, tardaste demasiado y mi mano se estaba cansando de estar estirada — doy la peor excusa que puede pasarse por mi mente
Me encanta la manera en cómo mueve su mandíbula, completamente indignado por mi manera de actuar.
— Ahí tienes niño, no pienses que eres el único que puede actuar pedante..
Escucho una leve risa a mi lado, su risa es tan contagiosa que me hace soltar una también. Al contrario de nosotros, su hijo ahora se encuentra con la cara roja de la molestia por cómo nos burlamos de él.
— ¡Rayos!, creo que no debería burlarme de él después de todo por las palabras del señor Ben el ahora es mi jefe
Cuando esté pensamiento cruza por mi mente, paulatinamente voy tomando acopio de mi misma.
— Toma asiento cariño
Asiento con una sonrisa, para luego sentarme junto a mi ahora ex jefe creo.
— El se encargará de mis funciones de ahora en adelante como te dije, pero eso no quiere decir que estaré desaparecido del mapa aún así estaré al tanto de todo lo que ocurra aquí
La mirada de suficiencia que me dirige al otro lado del escritorio no me gusta para nada, siento como si un demonio me estuviera acechando a escondidas. No hace falta acotar que nuestra convivencia no será la mejor.
— Y a ti muchacho, mucho cuidado no te sobrepases porque está chica que ha estado conmigo estos dos años sabe mejor como se mueve todo por aquí así que de vez en cuando necesitarás su ayuda
Ahora soy yo la que se encuentra viendolo de manera altiva, su mirada de mantiene sobre mí. Supongo que imaginándome distintos escenarios para nada gratos.
Asentimos los dos, tiempo después comienza a explicarme en que nos encontraremos trabajando codo a codo. Por lo que debemos de tener mutuamente una sana convivencia.
— No creo poder tener una sana convivencia con él señor Ben — susurro acercándome más a él
— Intenta cariño, se que Keaton es difícil pero es bueno en lo que hace confía en que todo saldrá bien — me responde también en medio de susurros
El pelinegro se encuentra viéndonos con una mirada extraña, por la cercanía y familiaridad con la que hablamos. Aunque estoy segura que por la distancia, no logro escuchar nada de lo que acabamos de decirnos.
— Está bien señor, pero porque usted me lo dice porque yo estoy segura que seremos como perros y gatos
Él solo me ve con una sonrisa que no se identificar, la cual me pone demasiado incómoda. Nunca me había pasado, pero hay algo en su mirada que dice más que lo que expresa en la superficie.
— Además ya deja de llamarme señor, me haces sentir más viejo de lo que realmente soy
— Señor, pero si ya tiene 65 años, obviamente más viejo no puede estar — comento con una carcajada sabiendo que se va a molestar
— ¡¿Tú?! ¡No te pases niña! — por su regaño yo lo que hago es reírme
Aunque presiento que esto será la calma antes de la tormenta, porque estoy segura que a partir de mañana esto se convertirá en una guerra campal entre nosotros. Suspiro, dando un mirada disimulado hacia el tal Keaton.
Logro discernir la mirada que nos dirige, una muy extraña por cierto. Detallo sus rasgos, sus ojos color miel, su cabello n***o y la manera en cómo llena cada parte del traje. Estoy segura que es el suspiro de muchas, pero yo no siento nada.
Y menos por la manera en la que ha actuado hoy, si hay algo que me conquista de un hombre es lo atento, bien portado, lo inteligente y sinceramente este hombre grita por todas partes mujeriego. Eso no va conmigo.
Además su actitud hosca, además aún en mi memoria se encuentra arraigado la manera en cómo dudo al momento de darme la mano. No quiero pensar más de ahí, porque Ben ha sido muy bueno conmigo por lo que no quiero pensar que su hijo es de ese tipo de personas.
— Me tengo que ir a seguir con mi trabajo, espero que se mejore y poder verlo pronto señor Ben
Me levanto de mi posición, pasando mi mano con cariño por su brazo. Asiento con una sonrisa, dirijo mi atención hacia el tal Keaton. Pero solo le doy una sonrisa tensa, sin nada de la calidez que le dirigí hace unos momentos a su padre, el me ve serio. Demasiado para mí gusto.
— Esto será muy difícil, pero espero que podamos aprender a convivir entre nosotros — pienso detenidamente antes de salir de la oficina