—Mi hermano mencionó que aún no has conseguido trabajo —decidí cambiar el tono de la conversación y miré a Max con curiosidad. —No —su respuesta fue breve y sus ojos evitaron los míos. —¿Qué pasa con lo de ginecología? —pregunté, esperando que compartiera más detalles. Max se volvió hacia mí, con una mirada frustrada. —Renuncié. Sin trabajo, no puedo pagar el curso, y todas mis herramientas están dañadas. Olvídalo, no estudiaré eso. —Eres un idiota —respondí impulsivamente, sin pensar en el impacto de mis palabras. —¿Qué acabas de decir? —su voz se elevó, llena de indignación y sorpresa. Intenté encontrar las palabras adecuadas para explicar mi sentimiento, pero me quedé en silencio, consciente de que había herido sus sentimientos. Max notó mi indecisión y suspiró pesadamente. —Lo