Lilly caminó hacia su casa. Bueno, realmente llamarla casa era quedarse corto; era una mansión. Entró usando solo su camiseta larga y estiró los brazos al entrar por la puerta, revelando su trasero ligeramente.
—Maldición, Lil, ¿te das cuenta de que soy un macho sin aparear? —Suspiró Mattie mientras la miraba desde el otro lado de la habitación. Por lo general, los machos apareados eran más tranquilos debido al impulso de su pareja, las demás mujeres les interesaban poco.
—¡Eh, Mattie! No sabía que ibas a estar aquí. ¿Vas a jugar con Aaron esta noche?—Dijo Lilly acercándose a él.
—Ese es el plan tan pronto como él pueda librarse de Cadence —Dijo Mattie irritado.
Lilly rió. A Mattie no le emocionaba su futura luna tampoco, pero no importaba porque pronto ella sería su luna.
—Voy a ir a limpiarme y vuelvo. —Dijo Lilly.
Lilly se dirigió hacia las escaleras y por el largo pasillo hacia su habitación. Tomó una relajante ducha caliente y se colocó bajo la agradable agua caliente. Había encontrado a su pareja. La sensación era más intensa de lo que jamás imaginó. De alguna manera logró escapar, era lo mejor. Les estaba haciendo un favor a ambos, pero su corazón protestaba. ¿Cómo podría extrañar a alguien que apenas conocía? Tal vez debería haber tomado una ducha fría.
Se secó y se puso unos shorts ajustados y una camiseta rosa antes de bajar nuevamente. Entró en la cocina y agarró un plátano antes de dirigirse hacia la sala de juegos donde sabía que estarían Aaron y Mattie.
Cuando entró, vio que Cadence todavía estaba allí y le hizo un pequeño saludo antes de ir a sentarse junto a Mattie. Lilly se acurrucó a su lado y metió sus pies fríos debajo de él para calentarlos. Mattie era familia para ella y tenía una estrecha relación con él. Era la única persona fuera de su familia con la que era cercana. Bueno, al menos dentro de su manada.
—Dios, Lil, tus pies están helados —Frunció el ceño Mattie.
—Solo concéntrate en tu juego y cumple con tu trabajo de calentar mis pies —Lilly le sacó la lengua.
—Voy a hablar un rato con las chicas, estaré en el porche. —Dijo Cadence mientras se levantaba y se marchaba de la habitación.
Aaron se acercó y se sentó junto a Lilly.
—¿Cómo estás, Lilibug? ¿Te mantienes fuera de problemas?
Lilly se movió incómoda ante esa última pregunta.
—En su mayor parte. —Dijo Lilly honestamente.
—Excepto por cruzar la frontera de otra manada. Encontrar a tu pareja. —Le recordó Kira a Lilly.
—Cállate Kira —Lilly respondió en su cabeza.
—Hmm, parece que Lil está ocultando algo, ¿no, Aaron?—Dijo Mattie mirando a la chica a su lado.
—Supongo que tendremos que interrogar a la delincuente. —Dijo Aaron mientras comenzaba a hacer cosquillas a Lilly sin piedad.
Lilly se rió a carcajadas e intentó escapar. Aaron y ella tenían una relación muy estrecha ya que ambos habían perdido a sus madres y podían entenderse en ese nivel. Él la cuidaba y siempre había sido extremadamente protector con ella. Estaba feliz de tenerlo como hermano. Él se sentaba con ella en cada tormenta y la tomaba de la mano para ayudarla a superarlas. Era más que un hermano, también era su mejor amigo.
—Aaron, Matteus, vamos. Tenemos visita. —Dijo la voz de Ethan, con el tono de su líder.
Lilly se volvió para ver a su padre y a su beta Mark haciendo señas a los dos chicos para que se les unieran.
—Papá, es noche de juego. —Se quejó Aaron, dejando de hacerle cosquillas a Lilly.
—Aaron, no ahora. —La voz de Ethan estaba tensa y Aaron de repente comprendió que se trataba de una situación seria.
—¿Qué pasa? ¿Quién viene?—Preguntó Aaron, al lado de su padre.
—El alfa de la manada Diamante. Acabo de recibir una llamada de que estará aquí en unos minutos para discutir un asunto importante…—Ethan miró a su hijo con cierta preocupación. La manada Diamante era poderosa y una de las más grandes. Estaba llena de guerreros feroces que siempre estaban entrenando, era como un ejército. La visita de su alfa solo significaba que era algo importante.
—Me pregunto qué quiere. —Susurró Aaron molesto.
Había conocido al tipo varias veces antes. Siempre era arrogante y rodeado de mujeres que lo adoraban. No tenía una buena impresión de él.
Y quizás, su intención iba a empeorarla.