Las hojas crujieron suavemente bajo sus patas.
Un extraño olor estaba en el aire y se estaba volviendo más claro, el repugnante olor del regaliz n***o.
Curiosamente, Lilly no se sentía ansiosa, se sentía decidida y enojada.
Podía sentir que se acercaba al sitio que tenía como destino. De repente, sintió un suave tirón en su pelo de atrás.
Se volvió y vio a las hadas tratando de detenerla.
Sonrió internamente. Intentaban advertirle del peligro al que iba voluntariamente.
Les hizo un gesto negando con la cabeza. Tengo que ir.
Las hadas le miraron preocupadas, pero soltaron sus mechones negros.
—¡Lilly! ¿Dónde estás?—La voz de Tyler resonó en su cabeza.
Maldición, se dio cuenta... Necesitaba asegurarse de que el niño estuviera a salvo primero, pero al menos podía tenerlo en esper
