—Te he encontrado. —La voz de antes volvió a susurrar en su cabeza. Lilly se enderezó y luego se volvió para mirar la puerta. Su cuerpo se tensó y frunció el ceño. Apretó sus manos formando puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos. ¿Era este el maldito demonio que la perseguía? No le tenía miedo. Ya había lidiado con él. No quería tener que mirar por encima del hombro a ningún lado. Si él quería pelear, le daría pelea. —Me has encontrado. Felicidades. Solo te tomó más de una década. Debes estar orgulloso. —Lilly respondió irónicamente a la voz que le hablaba. No sabía cómo podía comunicarse con él, pero podía sentir su presencia en su mente. Se escuchó una risa burbujeante en su cabeza. —Bien, tienes un espíritu luchador. Lo vas a necesitar. —Canturreó el demonio. —¿Qué