CAPÍTULO 3

1334 Words
Esto no podía estar peor, el chico que odiaba con todo mi corazón viviría bajo el mismo techo que yo durante una semana. ¿Mi mamá había enloquecido? Solo regrese a mi habitación y me encerré. Me aventé a la cama y continué revisando mis r************* . Un rato después me dio sueño, deje mi celular en el buró y me dormí. Al día siguiente me levante en cuanto mi alarma sonó, aliste mi uniforme deportivo y tome mi toalla para ir a darme una ducha. Para mi desgracia el baño estaba ocupado y la persona que estaba dentro era el idiota de Simón. Tardo alrededor de unos quince minutos en salir. Este tipo era peor que una chica. Ellas tardan demasiado tiempo en el baño y es comprensible ya que tienen que arreglar su cabello, poner maquillaje en su rostro que por naturaleza es hermoso y demorar más de media hora en escoger qué ropa se pondrán. Bueno lo digo porque así es mi mamá. Este chico solo se había duchado y ni siquiera se había cambiado ahí dentro, sino que salió del baño con una toalla tapando su zona baja. —Buenos días, Andy— saludo en cuanto me vio parado frente a la puerta del baño. —Si, si— entre rápidamente al baño y cerré la puerta, la asegure y puse mis cosas sobre el banco que estaba al lado del lavabo. Abrí el agua caliente y luego me saqué la ropa, me metí al agua y comencé a bañarme. Cuando termine me cambie y salí del baño. El idiota de Simón me había quitado quince minutos de mi preciado tiempo y cuando me acerqué a la cocina mi madre ya estaba preparando el desayuno. —¿Qué haces mamá?— pregunté acercándome a ella —Sabes que es mi deber preparar el desayuno. —Lo siento, hijo— me miró y sonrió —Tardaste mucho en el baño así que pensé que si preparabas el desayuno no se te haría tarde para ir a la escuela. —Hay mamá, ve a sentarte— la removí de la estufa y continué preparando el desayuno que ella había comenzado a hacer. Lo termine y luego lo serví en tres platos diferentes, le di el suyo a mi mamá y el toro se lo di a Simón. Me senté a la mesa y comencé a comer. Cuando termine me puse de pie y fui a mi habitación por mis cosas de la escuela. Regrese y me despedí de mi mamá. —Adiós, mamá— le di un beso en la mejilla. Camine hacia la puerta y la abrí —¿No esperaras a Simón?— preguntó ella. —Está por terminar su desayuno. Me detuve y me giré —Si, ma— sonreí para ella. —Apúrate— lo mire molesto. Él terminó su desayuno y se puso de pie, fue a tomar su mochila y se acercó a donde me encontraba — listo vámonos— dijo y salió de la casa. Yo salí detrás de él y cerré la puerta, me coloqué los audífonos y puse música, camine delante de Simón y él se acopló a mi paso, tomó mi audífono y se lo colocó él. Me detuve y lo mire molesto —Devuélvelo. —No— negó y continuó caminando. Yo camine y me resigne a tenerlo al lado mío. Al llegar a la escuela le arrebaté mi audífono y fui a mi casillero a depositar todas mis cosas, tome las de la primera clase y fui al aula, esta vez ese chico idiota no me había molestado y fue un poco raro ya que todos los días lo hacía. Fui al salón de clases y tome mi asiento. Después de un largo día de clases volví a casa, me cambie el uniforme y me puse a hacer mis tareas. Dos horas después Simón llegó, pero la verdad me dio igual lo que hiciera, yo simplemente seguí haciendo mis tareas y lo ignoré. Un rato después él tocó la puerta de mi habitación y entró sin permiso —¿Quien te dejo pasar?— lo mire molesto. —No ibas a dejarme hacerlo de todas formas— se acercó a donde me encontraba sentado y me mostró su cuaderno—Quiero saber ¿como respondo esto?— señaló el ejercicio con su dedo. —Lo explicó la profesora en clase— lo mire —Pero tú no estabas— volví a lo que hacía. —Por favor, solo quiero saberlo. —Yo no te dije que te saltaras tres clases seguidas. Resuélvelo por tu cuenta. —Haré lo que quieras, solo explícame. Di un suspiro y luego comencé a explicar cómo hacerlo, él lo respondió y después me mostró el siguiente, también le enseñe y cuando terminamos de resolver su tarea y la mía cerré mi cuaderno y me puse de pie. Salí de mi habitación y me acerqué a la pequeña sala. —Dijiste que harías lo que quisiera así que quiero que asees esta parte de aquí. —Está bien— dijo y comenzó a hacerlo. Al poco rato de terminar fui a la cocina a hacer la comida, mamá siempre está ocupada en la florería así que no tiene tiempo de hacerla. Así que yo le dije que haría la comida para que no se preocupara. Comimos y fui al sillón a sentarme para ver la televisión. —Oye Andy— Simón me llamó. —¿Qué?— volteé a verlo. —Jugamos algo— miró el televisor —Esa película la he visto cientos de veces. —¿Qué quieres jugar? —No lo se, algo divertido— se puso de pie y fue a la cocina a buscar algo. Trajo dos botellas, una vacía y otra con alcohol, las dejó en el suelo y regresó por dos vasos pequeños. —Juguemos al juego de la botella. —¿Que juego escupido es ese? —La botella gira, la botella se detiene y señala al que hará la pregunta y al que la contestara. —O sea que ¿si la botella me señala tengo que responder tu pregunta? —Si— asintió —Es un juego divertido. —Y ¿por qué trajiste esa botella de ahí— señale la botella llena. —Si no respondes la pregunta tendrás que tomar un trago de ese contenido. —Bueno— me senté en el suelo a su lado. —Te cederé el primer movimiento— me entregó la botella vacía. Yo la puse en el suelo y la giré. Cuando se detuvo me señaló a mi y entonces Simón hizo su primer pregunta. —¿Quién te gusta?— me miró y espero a que respondiera. —Pues no me gusta nadie— respondí su pregunta. —Tu turno— le estire la botella, el la giró y volvió a señalarme. —Ahora responde esto Si una persona súper hermosa viniera ahora mismo y te robará un beso ¿qué harías? —Le daría un golpe ¿Crees que por el simple hecho de tener linda cara puede hacer lo que quiera? Tome la botella y la giré, ahora señaló a Simón. Entonces lo mire e hice mi pregunta —¿Por qué te alejaste de mi? Tomó el vaso y sirvió alcohol dentro, lo acercó a su boca y lo tomó rápidamente —No contestaré eso. —Bien, tu turno— él tomó la botella y la giró, está volvió a señalarlo —Ham— mente mi pregunta —¿Quién te gusta?— volvió a tomar la botella y se sirvió otro trago de alcohol. —Siguiente, tu turno— me dio la botella. Esta volvió a señalarlo —Entonces responde ¿Por qué accediste a venir a mi casa? —Quería pasar tiempo contigo— sonrió. —Suficiente— me puse de pie —Este es el peor juego que he jugado— regrese a mi habitación y me acosté en la cama.
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