CAPÍTULO 2

1369 Words
—No tienes que estar aquí si no quieres— dije cuando lo vi con esa cara de aburrimiento —No voy a decirle nada a tu mamá. —¿Por qué crees que no quiero estar contigo?— preguntó mirándome. —Se nota en tu rostro, lo aburrido que estás— comencé a limpiar el mostrador ya que mi mamá siempre lo dejaba todo sucio. —Es verdad, esto no es lo mío, pero mi madre me dijo que tenía que quedarme aquí contigo— se encogió de hombros y se recargó en el mostrador. —Ya te dije que no tienes que hacerlo— me giré y fui a tirar la basura al cesto. —¿Tanto te molesta que esté aquí? —No me molesta que estés aquí , me molesta esa cara que tienes— regrese al mostrador y luego me senté en la silla que estaba detrás —vete y has lo que quieras, no me molestaría para nada que lo hicieras y tampoco me importa lo que hagas. —No lo entiendo antes éramos mejores amigos y ahora ni siquiera me soportas. —Deberías entenderlo, tú fuiste quien se alejó de mi— lo mire —Me cansé de insistirte así que ahora no me importas. La campanita sonó y eso me libro de seguir hablando con Simón —Buena tarde, quiero comprar un ramo de rosas— dijo el hombre. —Si, tenemos en color rosa, rojo y amarillo. —Que bueno que tienen en color amarillo porque precisamente estaba buscando ese color—el hombre sonrió. —Quisiera que me hicieras un enorme, pero enorme ramo de rosas amarillas y que también pongas una tarjeta lo siguiente— me estiró un pedazo de papel con algo escrito. —Permítame, en un momento más le tendré listo su ramo de rosas— me giré y fui a la pequeña bodega a traer las rosas para hacer su ramo. Me encantaba hacerlo. Desde pequeño mi madre me enseñó el negocio y en un futuro planeo expandirlo y seguir con la tradición familiar. Sonaba bien, pero primero necesito cumplir la mayoría de edad para conseguir un trabajo bien pagado y ganar dinero. Termine de armar el ramo y luego tome una hoja para escribir la nota que el hombre me había dado. Le entregue el ramo al hombre y luego me pago. —Quedó hermoso, muchas gracias— sonrió y se giró. —De nada, que tenga una excelente tarde. Recogí el desorden que había hecho y luego fui a sentarme. Tome mi celular y comencé a revisar mis r************* . Al paso de unos minutos Simón comenzó a jugar ese estúpido juego de armas. Los disparos no me hacían bien, no quería recordar aquel accidente y mucho menos gracias a un tonto juego. —Podrías bajar el volumen— dije un tanto molesto. Él dejó de jugar y me miró —No— negó y volvió a su juego. El ruido me aturdió así que me paré molesto y, aunque aún faltaba media hora para cerrar, camine hacia la entrada —Suficiente, estoy harto de ti— me detuve y me giré —Si no quieres quedarte aquí dentro sal de una vez— mi molestia se notaba a kilómetros. Él me miró, guardó su celular y se puso de pie —Esta bien, está bien— sonrió, como si lo que yo hiciera diera gracia. Aún con mi molestia cerré el negocio y comencé a caminar en dirección al departamento. El irritante chico comenzó a caminar al lado mío —¡Quieres dejar de seguirme!— dije alterado. —¿Por qué crees que te sigo? Yo solo caminó en esta dirección— volvió a sonreír. —Quiero dejar algo en claro— lo mire directo a los ojos —No quiero tener nada que ver contigo— me acerqué a él y le toque el pecho con mi dedo índice —tú sola presencia me molesta ¿entiendes?— retome mi camino, saqué mis audífonos y comencé a escuchar música, esa música que me tranquilizaba. Al llegar a casa di un suspiro y desanimadamente camine hasta mi habitación para comenzar a hacer mis tareas pendientes. Un rato después mi mamá entró a mi habitación. —Hola— saludo y se acercó a donde me encontraba haciendo mis tareas. Deje de hacer lo que hacía y volteé a verla —Hola, ma— sonreí —¿Tan pronto volviste? —Quería cenar contigo. —Está bien ¿Que cenaremos? —Traje pizza. Me puse de pie —Entonces vamos— camine y ella salió detrás de mi. Pasamos una cena divertida. Reímos mucho, nunca había visto a mi madre tan feliz como hoy. Cuando terminamos de cenar me puse de pie y camine de regreso a mi habitación para terminar de hacer mi tarea. (...) A la mañana siguiente me levante en cuanto mi alarma sonó. Fui a darme una ducha y luego me arregle formalmente para ir a la preparatoria. Mi madre se levantó media hora después que yo, para esa hora yo ya había preparado el desayuno. —Buenos días, ma— salude dándole un abrazo y un beso en la mejilla. —Buenos días, cariño— se sentó a la mesa y luego le serví el desayuno. Ambos comenzamos a comer y cuando termine me puse de pie y fui a mi habitación por mis cosas de la escuela. Me acerqué a mi mamá y le deposite otro beso en la mejilla —Ya me voy, te veo en la tarde. —Está bien, ve con cuidado. —Si, ma— salí del departamento y luego comencé a caminar, puse música y me coloqué los audífonos. Al llegar a la escuela fui a mi casillero y como era costumbre ese chico idiota se acercó a donde me encontraba —Marica— dijo en voz alta para que las personas de alrededor escucharan. Como hacía todos los días lo ignore, tome mis cosas y fui hasta mi aula en la que tome mi asiento y esperé a que el profesor entrara y nos diera la clase. Las clases comenzaron y cuando el timbre sonó tome mis cosas y fui a las gradas a leer. Puse música y entre en mi mundo de fantasía, imaginando todo lo que el libro hablaba. Mi alarma sonó y volví al aula s continuar tomando las clases. Cuando la escuela finalizó tome todas mis cosas y salí del salón. Me coloqué los audífonos y comencé a caminar de regreso a casa. Uno de mis dos audífonos fue arrebatado de mi oído, me detuve y mire al responsable. Era nada más y nada menos que Simon así que una mirada de enfado se formó. —¿Que haces? Devuélvemelo— trate de quitárselo, pero se lo colocó en el oído. —Quiero saber que tanto escuchas— comenzó a escuchar, así que guardó silencio —Nada mal para un niño como tú. —No molestes y regrésame mi audífono— lo mire aún más molesto. Él se quitó el audífono y me lo entregó —Nos vemos luego, Andy— caminó rápidamente hasta perderse de mi vista. Volví a colocarme el audífono y regrese a casa. Al llegar fui directo a mi habitación para cambiarme el uniforme y hacer la tarea. Cuando pasó una hora tome un pequeño descanso y fui a la cocina por algo para comer. Al anochecer mi madre volvió del trabajo —Andy— me llamó. —Voy— puse mi celular sobre la cama y fui a recibirla. Llevaba una enorme sonrisa y en cuanto vi a Simón parado al lado de ella, la sonrisa se desvaneció —¿Qué hace él aquí?— mire a mi mamá un poco molesto ya que tenía la ligera sospecha de lo que pasaba. —Él se quedará con nosotros durante toda la semana ya que sus padres se fueron a un viaje— sonrió. —¿Si? Pues no estoy de acuerdo. —Por favor. Andy— me miró con esa cara suya. —Da igual— me giré y regrese a mi habitación. ¿Por qué tenía que pasarme esto a mi?
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