Prologo

910 Words
Prologo "conociendola" El sonido de mis pasos es lo único que se escucha en aquel galpón mientras me dirijo hacía el hombre que se encuentra amarrado en la silla. Otra vez lo mismo. Personas que me piden dinero y luego no pueden pagar, me pregunto para que me piden si ni siquiera pueden disfrutarlo por que al no pagarlo debo de acabar con sus vidas. No siento culpa al matarlos, ellos solos se meten en estos negocios sucios. Quito el trapo que cubre su cabeza y unos ojos grises me observan con miedo. — ¿mi dinero? — Le pido un tiempo más por favor. Me rio en su cara ¿un tiempo más? Le he dado el tiempo suficiente. — Te di el tiempo justo y no me haz pagado. Sin esperar respuesta de su parte saco mi arma y una bala queda incrustada en su cabeza, entre ceja y ceja, la sangre no tarda en salir y yo me quedo allí observando como la vida abandona su cuerpo. — Tiralo por ahí. - le hablo a mi hombre de mayor confianza: James. — Claro señor. Salgo del galpón montándome en mi auto, un deportivo n***o, conduzco hasta la casa de Medvédev, tengo negocios con él además de que es mi mejor amigo, ambos apellidos, tanto el suyo como el mío son poderosos aquí en Rusia. Aparco frente a su casa y bajo del auto, subo los escalones hasta llegar a la puerta, toco el timbre y luego de unos segundos una señora regordeta con las mejillas sonrosadas y ojos oscuros me abre la puerta. — Buenas tardes señor Zhadánov. — Buenas tardes ¿se encuentra Fredek? — Si, el señor esta arriba con su hija. — ¿hija? No recordaba que Fredek tuviera una hija, nunca me lo ha mencionado. — Si, la señorita Khristeen acaba de llegar del internado en Inglaterra en el que se encontraba. — Esta bien ¿podrias llamar a Fredek? — Si señor. Se da la vuelta y se dirije a las escaleras mientras yo me quedo allí parado, en medio de la sala de estar pensando. Khristeen. Bonito nombre ¿sera ella igual de bonita? Espero que si. Luego de unos minutos Fredek baja las escaleras con una enorme sonrisa en su rostro, supongo que por ella, su hija. — ¡Nathan! no esperaba verte por aquí. Si, Nathan, mi madre era francesa y mi padre ruso, ambos se conocieron en Italia en unas vacaciones de verano, según mi madre aquello fue amor a primera vista pero según mis recuerdos solo había amor de parte de ella. Sacudo la cabeza intentando sacar aquellos pensamientos de mi mente. — Pasaba ya que pensé que querrías ir conmigo al club, pero Martha me ha dicho que tu hija a regresado del internado en el que estuvo. — ¿Martha ha dicho eso? — Lo ha dicho. Él me mira algo dudoso y asiente. Ambos nos sentamos en el sofá que se encuentra en su sala, Fredek es un buen hombre, hombros anchos, ojos verdes, tez blanca, pocas arrugas a pesar de sus cincuenta y nueve años, lo admiró demasiado, ha sido capas de salir adelante luego del s******o de su esposa. Nunca me ha dicho el motivo de su s******o y tampoco que tenia una hija, por un momento lo entiendo, este mundo es peligroso y no querría arriesgarse al poner a su hija en peligro. Todos tenemos secretos, yo especialmente, y muy turbios. — ¿Me dirás el porque nunca me dijiste de la existencia de tu hija? Creí que eramos amigos y nos teníamos confianza Fredek. — Lo somos Nathan, y tenemos confianza pero nunca creí necesario contarte sobre Khristeen. — Está bien y ¿por que la mandaste a aquel internado? Tenía demasiada curiosidad, nesecitaba saber el motivo por el que ella estuvo allí. — Es un asunto demasiado delicado y... — ¿Papá? Ambos dirigimos la mirada hacía las escaleras, mis ojos se encuentran con unos cautivantes ojos marrones, es un color tan sencillo pero en ella son tan hipnotizantes. — ¿Si princesa? — Tengo hambre. - baja los escalones que le faltan y se acerca a nosotros, aprovechó para inspeccionarla de pies a cabeza. Piernas largas y bronceadas que se pueden observar perfectamente gracias a esos pequeños shorts que no le llegan ni a la mitad de los muslos, cintura pequeña por lo que se ve con la blusa negra de tirantes que lleva puesta, no usa sostén, se pueden ver sus pezones erguidos bajo la tela, su rostro se ve perfectamente blanco con ese cabello tan rojo como el mismísimo infierno. No hay palabras para definirla, toda ella es hermosa, perfecta es la palabra adecuada. — ¿Nathan? Salgo de mi tranze cuando escucho la voz de Fredek llamarme, quito mi mirada de su hija y la dirijo a él. — ¿si? — Te estaba presentando a Khristeen. Definitivamente ella es igual de hermosa que su nombre. — Oh si, un gusto Khristeen soy Nathan, Nathan Zhadánov. Me levanto del sofá para dirigirme a ella y extenderle mi mano la cual ella toma. — El gusto es mío Nathan y pues... Creo que ya sabes quien soy pero de igual forma me presentaré, soy Khristeen Medvédev. Me sonríe, es la sonrisa más hermosa que vi jamas y aquellos ojos marrones me tienen hipnotizado, no puedo dejar de mirarlos. ¡Por dios! Aquella mocosa me ha cautivado.
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