Capitulo23

2017 Words
Marko La luz se filtra por toda la habitación provocando un malestar en mis ojos, la cabeza me duele y creo que anoche tome también un poco de más. Anoche. Las imágenes se cuelan en mi memoria una tras otra, Francesca y ese vestido dorado, otro hombre tocándola y provocando reacciones en mí que no había tenido nunca. Ella desnuda, su piel, su sabor, la manera en que gemía para mí y la forma en que exploto en mi boca, deshaciéndose en mis brazos después. Su calor contra mi piel al dormir. Giro solo para observarla de nuevo, he hecho mucho eso durante la noche mientras ella dormía plácidamente en mis brazos, esta aferrada a mi como si yo fuera una especie de salvavidas, su pelo esparcido por la almohada, indomable y su cuerpo desnudo dejando a la vista las marcas que no pude evitar dejarle. Quiero más de ella, mucho más. Anoche se necesitó todo de mi para no enterrarme profundamente dentro de ella, mi autocontrol al límite de mi capacidad, pero era consciente de que sería su primera vez y quería que fuera especial, no en su baño, los dos pasados de copas. Ya le había dado muchas primeras veces de mierda y esta no sería una de esas, quería que estuviera lista y segura de dar ese paso. Hace días viene rondando por mi cabeza la idea de hacer un viaje, nunca tuvimos nuestra luna de miel cuando la cancele, y creo que sería bueno para ella un cambio de aire, se me ocurre alguna isla, mucho sol, mar y ella en bikini. Se remueve en mis brazos sin despertarse, mi mano como si tuviera vida propia va directo a la piel de su espalda, delineando un camino de ida y vuelta en una sutil caricia con la yema de mis dedos. No tiene ningún sentido lógico negar la forma en que deseo a esta mujer, es como si fuera una droga que ahora soy incapaz de dejar, y solo fue una probada, maravillosa y deliciosa. Creo que, si cierro fuerte los ojos y lo imagino, aun puedo saborearla en mi boca. Joder ya estoy duro de nuevo ¿Cómo hace para tenerme así, sin hacer nada? Es como si con solo existir y flotar a mi lado ya me tuviera sediento de ella y nunca me había pasado algo como esto. Pase semanas cuestionándome cada cosa que me pasaba con ella, todo lo que provocaba en mí y la forma en que mi cuerpo reaccionaba a su cercanía, tendría que haber sabido que era una batalla perdida desde el primer momento porque de alguna manera que no logro entender ni explicar Francesca con su frescura, su inocencia, su fragilidad y esos ojos único y hermoso logro derribar los muros que yo ardientemente había construido y ahora no sé qué hacer con eso. ¿Era realmente tan fuerte mi amor por Vittoria que en un mes logro cosas que no pasaron en tres años? ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo me haya sentido tan atraído, embelesado y posesivo con Francesca? Mi mente es un caos todo el tiempo, pero ya no tengo ganas de luchar conmigo mismo o con lo que ella me hace sentir, por eso la bese en la cocina, por eso la toque sobre la encimera y por sobre todo por eso anoche me deleite con ella como si fuera el manjar más exquisito que alguna vez probé. —Despierta, mi cara— susurro sobre su oído, Francesca se remueve contra mí, su muy perfecto y apetecible culo rozando mi erección, suelto un gruñido ante la sensación. No esta lista me repito. —Buenos días— dice de forma adormilada, se gira y sus ojos dorados se abren grande en sorpresa, parpadea varias veces y luego se da cuenta que tiene el pecho desnudo, en un gesto por demás adorable se sonroja y se tapa con la sabana—. Marko… tu... dormiste aquí. —Donde más— digo atrapando la sabana en su mano y bajándola lentamente, dejándome ver de nuevo su desnudes, la enjaulo con mis brazos y me pongo sobre ella sin aplastarla—. ¿Pensaste que me había ido? Suspira cuando siente mis labios sobre la piel de su cuello, su clavícula y en medio de sus pechos. —Si…— es casi un gemido imperceptible, un susurro al aire que me pone más duro de lo que ya estaba, es imposible que no se de cuenta, sobre todo porque es tan notorio que choca contra sus muslos. —Nunca— murmuro antes de llevarme un pezón a la boca y darle una pequeña mordida—. Me fascino dormir contigo en mis brazos. Jadea cuando repito la misma acción en su otro pezón, no iremos más lejos ahora. —Marko…— vuelvo a subir con mis besos por su piel y atrapo su boca en un beso suave, mordiendo su labio inferior cuando me separo. —En dos horas debemos llevar a tu amiga al hangar— me mira confundida, luego recuerda que Bianca se va hoy—. Dúchate y baja a desayunar ¿De acuerdo? —Sí, de acuerdo— antes de que pueda levantarme, ella me toma de la nuca y me besa, es uno corto, rápido que me deja con ganas de más, me sonríe y se tapa de nuevo. Salgo de su habitación y suspiro es imposible la erección que me cargo. —Bueno, bueno alguien parece que viene cargado— joder, lo último que me faltaba. —¿Qué mierdas haces en mi habitación? — Dominik se levanta de mi cama y con un pijama mío puesto— ¿Acaso te volviste loco? —No, somos amigos y vine a hacer una pijamada y el señor “no puede pasar nada con mi esposa” —gesticula con las manos— no estaba en su cama y por lo que veo puedo imaginar en cual sí estuvo. —Eso no responde mi pregunta— digo pasando por su lado y metiéndome en el baño. —¿No vamos a hablar de ello? —No- grito antes de meterme en la ducha y olvidarme de su presencia. —Necesitas ayuda? —Muérete Dominik. Lo escucho reírse y la puerta abrirse y cerrarse luego, suspiro y cierro los ojos. Veinte minutos después estoy bajando listo para desayunar, me encuentro con el idiota que pronto va a dejar de ser mi amigo, Bianca a su lado y mi esposa. Me da una tímida sonrisa cuando me siento y sin pensarlo mucho le pido que se siente a mi lado. El desayuno pasa entre los ruidosos chistes de Dominik y la amena charla entre ambas, no digo mucho, nunca lo hago, en su lugar prefiero contemplar el brillo especial que Francesca tiene esta mañana. Sus mejillas tienen un adorable color rosado, sus labios suaves y sus ojos más brillantes y más ambarinos. Fascinante. Cuando terminamos de desayunar, mientras termino de arreglar los papeles del jet para que Bianca vuele, ellas van a buscar su maleta a la habitación, Dominik está parado a mi lado como si fuera mi seguridad privada e intuyo que tampoco me librare de el camino al hangar privado. Se ofrece a llevar a Bianca en su auto, y no me niego por dos motivos, primero porque irán custodiados por su seguridad y la mía y segundo porque eso me deja todo el viaje a solas con mi esposa. —Estas bien? — digo acariciando su muslo, esta callada desde que nos subimos al auto—. Francesca sí... —Estoy bien, lo prometo— dice, pero, aunque sonría, no llega a sus ojos—. Es solo que la voy a extrañar, es la única persona que conozco que me quiere por ser yo. La única persona. Su confesión es como un golpe en el pecho, que me quita el aire y hace difícil el poder respirar porque no sé qué decirle, porque me gusta, la deseo y quiero ver a donde nos lleva todo esto ¿Quererla? No se si estoy listo para eso. —No te pongas triste, ángel— hago que me mire y acaricio su mejilla—. Puedo hacer que la dejen volver cuando quieras, incluso si quieres podemos ir a Washington alguna vez para que la veas. —Enserio? — pregunta con los ojos brillosos de la emoción y las lágrimas contenidas. —Ven aquí— la subo a mi regazo y aprovechando su cercanía, acaricio su espalda, me gusta mucho tenerla cerca de mí—. Lo dije enserio Francesca, tu solo tienes que pedirlo y yo te daré todo lo que quieras. —¿Todo? — su pregunta, aunque inocente, cargo el ambiente de algo pesado, su mirada cambio y el calor de su cuerpo se siente a través de su ropa, subo mi mano por su espalda hasta su cuello y luego a su pelo, tomándolo en un puñado. —Todo— mis palabras mueren cuando choco mis labios con los de ella, delineo su boca con mi lengua en una clara invitación a que la abra para mí. Lo hace y su lengua sale a mi encuentro donde se deja dominar por la mía. Es difícil explicar lo que siento cuando la beso, es algo visceral, casi primitivo que me vuelve adicto y al borde de la obsesión y es difícil parar una vez que empiezo. Es como si ella tuviera alguna clase de voluntad sobre la mía que me vuelve incapaz de detenerme. Un gemido suyo me saca de eje, pero el momento se corta cuando tocan la puerta del auto avisando que ya llegamos. Una vez que ella se recompone bajamos para encontrarnos con Bianca y Dominik que esperan junto al auto de este. Bianca me da un cálido saludo de despedida y por los siguientes diez minutos, llora abrazada a Francesca lo que me hace intuir que ya se despidió del idiota de mi amigo en el auto de camino hacia aquí. Nos quedamos mientras aborda el jet y cinco minutos después de que se ha ido, Francesca está llorando abrazada a mi mientras ve como se pierde en el horizonte, Dominik nos saluda y va directo a su auto, me giro para llevarnos al nuestro cuando mi teléfono suena. —Debo atender Francesca— le indico a Igor que la lleve hasta el auto y atiendo el teléfono—. Boris que sucede. —Jefe, están atacando la mansión— jadea y escucho los disparos de fondo, mi cuerpo en alerta y tensión—. Son los rumanos. Antes de que pueda decir algo una detonación me hace dar vuelta, Igor cae con balazo en la cabeza, Francesca a su lado manchada con su sangre paralizada y desencajada. Los disparos empiezan a sucederse de todos lados y corro en busca de mi mujer, un repentino terror se expandió por todo mi cuerpo, imposibilitando que pueda respirar. —Francesca— la tiro contra mí cuando llego a ella, me mira presa del pánico y la pongo detrás del auto mientras la balacera continua, mis hombres y los de Dominik tiran a ciegas porque no podemos identificar de donde vienen las balas. Están por todos lados. Saco mi arma y disparo, una y otra vez, mis hombres caen y no sé cuánto tiempo más podamos aguantar a que lleguen los refuerzos, recargo mi arma y vuelvo a disparar, Dominik me hace señas en un punto, varias detonaciones provienen de ahí. Las balas pasan demasiado cerca, rompiendo los vidrios, sobre el piso y sobre el auto, esto es una jodida masacre. —Marko…— Francesca me llama, pero si dejo de disparar nos van a terminar matando—. Marko… Me giro para mirarla, sus ojos desencajados y sus manos llenas de sangre, sigo el rastro de sus movimientos y dejo de respirar cuando uno de sus costados sobre su ropa empieza a teñirse de sangre. —Francesca— grito, alcanzando a sostenerla en mis brazos antes que se desplome. —Creo que me dispararon.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD