Marko
Francesca está profundamente dormida, y yo, no me canso de mirarla.
Ha encontrado una extraña forma de dormir, boca abajo, con mis brazos rodeando su cintura, una de mis piernas entre las suyas y la mitad de mi cuerpo sobre el suyo. La primera vez que dormimos así me dio miedo de haberla aplastado o incomodado, me dijo que había dormido perfectamente bien y si podíamos hacerlo así en adelante.
Era extremadamente incómodo para mi dormir así y de todas maneras le asegure que lo haríamos de la forma en que más le gustara a ella. Porque, tenía sus ventajas, podía sentir el calor de su piel y su suavidad toda la noche, me he dormido al compás de su propia respiración y no había dormido tan bien en años, además, había podido observarla a mi antojo, aún más, de lo que ya lo hacía.
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