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2038 Words
Sofía. Estoy en el living de mi casa, haciendo lo que más amo en el mundo: pintar, y fingiendo que escucho a mi hermana, lo habitual. Las conversaciones con Sharon siempre se centran en ella. Si me hablara de asuntos importantes, sería interesante, pero siempre es lo mismo con ella: ropa, maquillaje, muchachos y frivolidades. — La abuela dice que seré la modelo de la campaña — presume. Nuestra familia, los Ballesteros, maneja una empresa que se dedica a la publicidad de las marcas más importantes. Realizan campañas de todo tipo de productos, principalmente de ropa o productos de belleza. Realizan campañas con modelos muy importantes, pero también tienen una sección en la cual le dan oportunidad a jóvenes sin experiencia. Sin embargo, claro, solo son fotografías y son dirigidas por profesionales. A mi hermana, desde pequeña, le ha gustado participar. Ella sueña con ser una gran modelo, pero mi abuela siempre le dice que debe prepararse bien. Sin embargo, a ella no le gusta estudiar. — ¡Qué bueno! — asiento mientras cambio el color del pincel, estoy muy concentrada en mi dibujo. — Presta atención, Sofía. ¿Mueres de envidia, verdad? Es lo típico en Sharon. Si alguien no le agrada, es porque esa persona muere de envidia de su belleza o talento. Pero, en realidad, mi hermana y sus amigas son insufribles. Son la clase de muchachas que se creen las más hermosas y perfectas, desprecian a quienes consideran inferiores e incluso hablan mal una de la otra. — Perdón, estoy ocupada. Necesito terminar esto de verdad. Estoy en un taller de pintura con una maestra particular y me comprometí a terminar la pintura para la próxima clase. Ya estoy algo atrasada. — Siempre con esos dibujos tontos. No te servirán para nada. No puedo culparla. Solo repite las palabras de mi padre, el “amoroso” Carlos Ballesteros. Él piensa que simplemente pierdo el tiempo estudiando arte y que no me servirá de nada en la vida. El negocio familiar es la publicidad. Para él, soy la oveja negra de la familia porque soy todo lo contrario a lo que esperan de mí. Sharon es hermosa y carismática, tiene apariencia de muñeca Barbie con su cabello color dorado, piel bronceada, ojos verdes y el cuerpo perfecto con cada curva en su lugar. Siempre tiene el vestuario y maquillaje impecable. En cambio, a mí no me gusta maquillarme y visto con lo primero que encuentro en el closet, usualmente camisas, jeans o shorts cuando el clima está cálido. Mi cabello es color castaño y desordenado debido a que lo tengo rizado. Aunque lo cepille, él se maneja solo. Mi tono es un poco más oscuro que el suyo y tengo los ojos color azul. Mi cuerpo es bastante normal. También utilizo frenos y anteojos porque me cuesta ver, lo cual me ha causado las burlas de mi hermana y sus amigas, “patito feo” entre otras cosas. Soy todo menos perfecta y eso es motivo suficiente para que me molesten. Salí de mis pensamientos en cuanto él se acercó a nosotras. No es extraño que las sirvientas lo hayan dejado entrar debido a que lo conocen muy bien. Sus ojos son color chocolate, su cabello rubio brillante y esa maldita sonrisa perfecta. No entiendo por qué me gusta tanto. De solamente pensar en él, me ruborizo y al intentar hablar, no me salen las palabras. — Hola, amor. Evidentemente, no me habla a mí. Él es el novio de mi hermana, Aarón Rey. Miro hacia otro lado cuando los dos comienzan a devorarse mutuamente, como siempre que se ven. Son la pareja perfecta del colegio. El cliché del más guapo con la más guapa. Me sentiría mal por fijarme en el novio de mi hermana, pero en realidad, ella se fijó en el muchacho que a mí me gusta. Lo conocí cuando entré a las clases de matemáticas en el colegio. Obviamente, él nunca me miró, pero yo me enamoré a primera vista. Cometí el error de comentarle a mi hermana y ella se acercó a él. Luego terminaron siendo novios y mi corazón terminó destrozado. — ¿Adivina quién será la modelo de la campaña? — Obvio, mi novia, la más hermosa. — Saluda a Sofía —Ríe Sharon cuando aparta sus labios de los suyos. Otro de los motivos de sus burlas es porque sabe que a mí me cuesta dirigirle la palabra sin ponerme nerviosa y provoca situaciones para incomodarme. Él también se da cuenta de eso y le encanta ponerme nerviosa. — Se me olvidó —Él me saluda con un beso en la mejilla— ¿Cómo estás, fantasma? — Tengo nombre. Él ríe burlón —Es lo que pareces, Sofía. Como nunca hablas, pareces un fantasmita. — Más que un fantasma, es invisible —ríe ella— Mejor vamos, amor. Ambos simplemente se marcharon entre risas. Es la verdad, parezco un fantasma o invisible. Siempre me he sentido muy acomplejada por mi apariencia, o más bien, por la comparación que todos hacen de nosotras dos. Cuando tu hermana es perfecta y te comparan todo el tiempo, sobre todo cuando tu padre lo hace, no es fácil sentirse bien con una misma. El día transcurrió rápidamente entre dibujos, escuchando música y haciendo otras cosas. Como es domingo, estamos cenando en familia con mi hermana, padre y abuela. Mi padre tiene los ojos verdes que mi hermana heredó y el cabello castaño. No me parezco en nada a él. Mi madre tiene el cabello largo y castaño, los ojos color celeste. Es bastante guapa a pesar de su edad. Ella es hermosa, dulce, amable y la única persona que me escucha y me entiende. Pero claro, no es perfecta porque nunca me ha defendido de los maltratos de papá. Nunca me ha golpeado, pero su maltrato verbal me ha lastimado mucho desde que soy una niña y hoy en día me siguen afectando sus palabras. ¿Me he cuestionado si soy adoptada? Sí, varias veces, pero encontré mi acta de nacimiento y fotografías de mi madre embarazada de mí. Incluso hay un vídeo del día de mi nacimiento. Parecería que Sharon es su única hija, ni se molesta en disimular su amor hacia ella y su desprecio hacia mí. — Felicidades, princesa, eres la futura modelo más guapa del mundo —dice papá tomando una copa de vino. — Lo sé, papá. — ¿Cómo va ese mural, Sofía? — Me pregunta mamá con una sonrisa dulce al notar mi cara de pocos amigos. — Tengo miles de ideas, pero no me decido, mami. — Debes pensar en qué es lo que quieres. — Siempre pintando, eso no te servirá de nada. — No me muero si me apoyas, papá. Sharon ríe —En esas tonterías, ¿quién te apoyaría, Sofía? De verdad no entiendo por qué no me apoya en nada y a ella en todo cuando ni siquiera quiere estudiar una carrera. Al despertar, hice mi rutina de bostezos durante diez minutos y luego me acerqué a la ducha para tomar un baño rápido de unos quince minutos. Después, sequé y cepillé mi cabello, cepillé mis dientes y me coloqué el uniforme del colegio. Cómo lo odio. Lo bueno es que falta poco para terminar el año. Mi vestimenta incluye tenis, camisas, jeans. Soy la pesadilla de mi madre. Ella y mi madrina me compran vestidos, maquillaje y siguen nuevos. Cuando terminé de arreglarme, bajé al living y noté que mi hermana ya está impecable. Ella reprobó un año, por lo cual estamos en el mismo año. — ¿Vas así? — Me mira de arriba abajo despectivamente. — Sí, es la escuela. — ¿Cómo puedes decir eso? Pareces pordiosera. ¡Qué vergüenza que seas mi hermana! — Se me hizo tarde. ¿Me llevas, por fa? Ella tiene licencia de conducir y mi padre le regaló un carro el año pasado, aunque nunca lo utiliza porque Aarón es quien la lleva a todos lados. — No recuerdas que mi carro está en el taller —Ella ríe —Se me pasaron los tragos en la última fiesta. — Es verdad. ¿Entonces irás caminando? — No, Aarón viene por mí. Pídeselo tú y te llevamos — ríe burlona —Y sin tartamudear, Sofía. Ignoré sus palabras y simplemente me dirigí a tomar el autobús para llegar al colegio lo más rápido posible. El vehículo dio las miles de vueltas que suele dar, por lo cual llegué unos minutos tarde. Por suerte, mi única y mejor amiga, Rocío, me guardó un lugar y el profesor fue condescendiente conmigo debido a mi buen comportamiento y me permitió entrar a clase. Rocío es morena y tiene el cabello oscuro, ojos color avellana. Es bastante delgada de cuerpo y muy sencilla en su vestuario porque es becada. Ese es otro motivo de burlas. Nuestro grupo de amigos es reducido. Digamos que somos las raras de la escuela. La primera hora transcurrió rápido. Yo amo la literatura y cuando una materia te gusta, pasa el tiempo volando. En cambio, en matemáticas, los minutos son horas. Cuando llegó la hora del receso, nos dirigimos al jardín y nos sentamos en el banco de siempre para poder platicar, la aburrida rutina. Comenzamos a charlar de tonterías como el colegio y nuestro fin de semana hasta que el tema de conservación se desvió hacia el asunto de esta mañana. Mi amiga no soporta la actitud de Sharon y ella cree que debo ponerle un alto. — Para ser justos, a ti te gustaba primero y Sharon lo sabía. —Me repite por milésima vez. — Ya sé, pero Sharon le gustó y es normal. No puedo odiar a Aarón por tener buena vista, ella es muy guapa. — Tú… La detengo antes de que complete la frase — Yo soy agradable, dibujo bien, pero no soy bonita y estoy bien con eso. Es la verdad, no pretendo ser algo que no soy. — Ya te llegará el chico ideal, pero le debes hablar —ríe burlona. — ¡Qué graciosa! Suenas como mi mamá. Eso no pasará, los chicos solo se fijan en las chicas como mi hermana, está comprobado científicamente. —En realidad, eso último me lo acabo de inventar. La mañana transcurrió rápidamente entre tareas, clases y charlas. Cuando llegó el mediodía, almorzamos en la cafetería, luego Rocío se dirigió a otra de sus clases y yo me acerqué a la biblioteca para adelantar una tarea que tengo pendiente para la próxima semana. Me gusta hacer los trabajos a tiempo para tener tiempo para centrarme en mis dibujos, pinturas y además debo hacer el mural. La biblioteca es mi lugar favorito: libros, silencio, sin personas que me molesten. Estoy en completa paz hasta que fui interrumpida por el dueño de esos malditos ojos verdes, quien se acercó a mí. — Hola. —Me sonríe. Simplemente asentí con mi cabeza y me centré en el libro, pero él cerró mi libro para que le preste atención. — ¿Acaso puedes ver a un fantasma? Él simplemente se encoge de hombros. Nuestra relación es muy extraña porque él me trata mal cuando está en presencia de mi hermana o sus amigos, pero cuando estamos a solas se porta amable. — Perdón, pero es verdad que hablas poco. — O tú hablas mucho. —Estoy tan enfadada que se me quitaron los nervios con él. Lo que no cambia es que mi corazón está a mil por segundo al tenerlo cerca. Odio no poder controlar mis emociones. — ¡Qué graciosa, mi cuñadita! Me pasas los apuntes de matemáticas. Que esté loca por él no significa que sea ingenua. — ¿Los apuntes o mis resultados? — Ya me entendiste. —Él se acerca a mí y lleva sus manos a mis mejillas. —¿Qué te hiciste? Te ves linda. “Sofía solo te usa”, me repito internamente, pero mi tonto corazón le cree cada palabra que pronuncian sus labios. — ¡No tienes que ser tan falso! Te los iba a prestar igual. — Eres la mejor. —Él finalmente se lleva mis apuntes y deja un beso en mi mejilla.
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