3. Verdades que Duelen

1878 Words
[JIMENA] Apenas consigo entrar a mi departamento y dejar a Bruno en su corral de juegos antes de dejarme caer al suelo entre lágrimas. 《No puedo creer que lo haya vuelto a ver, mucho menos que haya estado frente a frente con su hijo, uno que él no sabe que existe porque no me ha dejado hablarle.》   Los recuerdos de aquella noche en la que toque la puerta de su casa para intentar darle la noticia del embarazo regresan a mi mente y vuelven a partirme el corazón. —Michael, necesito hablar contigo.— Le dije angustiada ya que no tenía idea de que hacer sola con un hijo en camino. Su mirada era llena de rabia —Ya te he dicho que no tenemos nada que hablar. Lo que debía suceder entre los dos ya sucedió, y lamento que te hayas hecho ilusiones si lo que querías era que te pidiera casamiento. — Dijo de manera fría. —Escúchame. — Insistí. —Vete ya y no regreses. — Esas fueron sus últimas palabras antes de cerrar la puerta. Aquella noche al regresar a mi casa me prometí no volver a buscarlo, sacar a mi hijo adelante sola, y así lo he cumplido hasta hoy. No sé qué hacía en este edificio, pero no quiero volver a verlo, no quiero que sus manos vuelvan a tocar a mi hijo, no se lo merece. Tampoco ha merecido que yo rompiera mi promesa de que solo sería del hombre con el que yo me casara. Por él le he mentido a toda mi familia, por su culpa me echaron de mi trabajo. Michael y solo Michael es quien se ha divertido conmigo a su antojo para luego dejarme a un lado como si yo fuera un juguete del que se aburrió. [MICHAEL] Cuatro días después: 3 de diciembre Estoy en plenos preparativos para lo que será mi campaña política y terminando de confirmar las gráficas para todo lo que será el material impreso de esta, pero mi cabeza hace cuatro días que da vueltas en torno a ese niño que me encontré en la puerta del edificio, incluso tenido pesadillas con él y con Jimena. —Michael, ¿me escuchas? — Me pregunta Sara, mi asesora de campaña. —¿Qué?— Digo ya que realmente no la estaba escuchando. —Decía que en media hora tenemos una cita con la nueva diseñadora de la empresa que llevara campaña.— Me explica y la miro confundido. —¿De que hablas? ¿No era KW Creative quien tenía el contrato? ¿Qué ha sucedido con Laura?— Pregunto confundido. —No lo sé, solo dijeron que no podían hacerse cargo y nos derivaron a Concepts, miré su portafolio y es increíble, firme el contrato con ellos hace un par de días y tienes una reunión con la nueva diseñadora de la campaña en media hora, pero no entendí bien porque ella se reúne con los clientes en su casa, en fin, ellos son los indicados para lo que tú quieres. — Relata y asiento.  —Está bien, sabes que solo quiero a los mejores en esto. — Me limito a decir ya que realmente todo me da un poco lo mismo últimamente, excepto mis aspiraciones políticas. [...] Por motivos de confidencialidad, hacen que entre al edificio por la puerta trasera del estacionamiento, pero al llegar al elevador se perfectamente dónde estoy. Aquí es donde tengo mi departamento clandestino y comienzo a creer que todo esto es demasiada coincidencia. Sara detiene las puertas del elevador —Michael, ve tu solo. — Debo encargarme de un asunto urgente con mi hermana, ¿puedes? — Me pregunto y asiento al verla preocupada viendo la pantalla de su móvil. —Sí, claro, ve. — Me limito a decirle y pulso el botón número cinco. Al llegar al quinto piso, voy hacia el departamento “E” y golpeo la puerta. Son pocos los segundos que tardan en abrirme, y al ver quien está del otro lado comienzo a creer que es un juego del destino. —¿Qué haces aquí?— Me pregunta con enfado. —¿Soy el empresario para el que harás la campaña publicitaria?— Digo de manera sarcástica —La pregunta es ¿Quién eres tu en todo esto?— Pregunto entrecerrando mis ojos. —Después de que me echaran de KW Creative por tu culpa, me han contratado en Concepts, lo que no me han dicho es que trabajaría con el empresario con aires de político, creí que trabajaría con alguien más serio. — Replica con rabia. —Bueno, sea como sea déjame entrar y terminemos con esto. — Respondo de manera fria y entro al departamento. —Te aviso que aquí no eres nadie, ¿lo has entendido? — Me dice firme al cerrar la puerta. Ignoro su comentario completamente y observo a mi alrededor. Su departamento no tiene mucho de diferente al mío en cuanto a su arquitectura, pero es evidente que tiene un gusto exquisito para la decoración. En cambio, el mío parece lo que es, un sitio que solo necesita una cama y un par de muebles para aparentar vivir allí. —¿Vives aquí?— Averiguo mientras me siento en el sofá. —Toma asiento por favor. — Habla de manera sarcástica. Mi mirada sigue recorriendo el lugar hasta que me encuentro con un portarretrato sobre la mesita que hay a un lado del sofá , en este hay una foto del niño que vi el otro día. Sin poder evitarlo tomo el portarretrato y me quedo observando la foto hasta que ella prácticamente me la arranca de las manos. —Te he dicho el otro día que no toques a mi hijo con tus asquerosas manos, y eso incluye cualquier cosa que tenga que ver con él. — Sentencia y levanto mis manos. —¡De acuerdo, pero que brava!— Bromeo, pero al parecer no le causa gracia. —No sé qué te parece tan chistoso.— Comenta mientras coloca la foto donde estaba. —¿Cuánto tiempo tiene?— Pregunto y a pesar de que estoy intentando hacer como si nada, por dentro me recorre una sensación muy extraña. La observo y noto lo nerviosa que se ha puesto y esto no hace que yo este mucho mejor. Me da pánico que mis sospechas sean ciertas, no quiero ser padre, no me interesa. —No has venido aquí a hablar de mi hijo. — Dice enfatizando la palabra "mi." —Pero yo quiero saberlo, hasta que no me respondas no me moveré de aquí. — Informo firme. Sus ojos negros, esos que una vez vi llenos de placer cuando me miro después de que la hiciera llegar por primera vez a un orgasmo, según sus propias palabras, me miran fijamente. Es un reto, una pose, o no sé qué, pero me reprochan muchas cosas de las cuales sé que soy culpable. Lo que ella no sabes es que la palabra culpable ya no me afecta en absoluto.  —Un año y tres meses. — Habla finalmente. Mi mente intenta hacer cuentas rápidas de cuando ella y yo nos conocimos. Trato de recordar la noche aquella, es una de las pocas mujeres con las que me he acostado sin estar bajo la influencia del alcohol. Una de las pocas que me ha hecho tener que jugar al hombre enamorado para llevármela a la cama... es una de esas que me volvió loco de placer y me hizo olvidar por un par de horas de la mierda de vida que llevaba. Pero, tampoco ha hecho que cambiara, solo fue una anestesia para mi dolor durante esas horas. Un efecto que paso rápidamente cuando me di cuenta de que no había estado con otro hombre... Un efecto que hoy me está haciendo temblar. —¿Es mi hijo?— Pregunto con un hilo de voz, una llena de miedos. —Es mi hijo, solamente mío. — Contesta casi como si fuese una orden. —¿Ese fue el motivo por el que fuiste a buscarme aquella noche? ¿Era para decirme que estabas embarazada de mí? — Indago mirándola fijamente. —Eso ya no importa. — Habla y sé que se está haciendo la fuerte. —Respóndeme Jimena.— Le exijo. —Mi hijo no necesita un padre como tú, conmigo le basta. No quiero verte cerca de él, no quiero que nadie lo sepa, ¿me escuchas? Olvídate de mí, de mi hijo, y de toda la mierda que me has hecho hace dos años. Sigue con tu vida jodiendo a cuanta mujer se te cruza en tu camino. Yo no te quiero cerca, y por este trabajo ni te preocupes, les diré que no puedo trabajar contigo y me reemplazaran de inmediato. — Me dice con su mirada llena de odio, uno que merezco. —Soy padre...— Susurro tan bajito que cualquier ruido puede callar mis palabras. 《Esto no puede estar pasándome.》 —Tú no eres padre, tu eres un cabrón que me sedujo para meterme en su cama y luego dejarme como si nada hubiera pasado sin siquiera pensar si tus calentones tenían o no consecuencias. Por si fuera poco, eres el cabrón que cuando más necesitaba mi trabajo ha hecho que me echaran. Tú no tienes ni una puta idea de todo lo que yo he pasado por cometer el error de enredarme contigo. Ahora vete, no quiero volver a ver tu cara en mi puta vida.— Sentencia acercándose a mí y sujetándome del brazo con todas sus fuerzas. —¡No!— Grito y muevo mi brazo para que me suelte —Quiero verlo.— Exijo firme y ella ríe de manera sarcástica. —Ni loca que este te dejo verlo. — Me grita. —Jimena, no me busques. Si es mi hijo tengo el derecho de verlo.— Advierto alto y prácticamente voy hacia uno de los cuartos. —Tú no tienes derecho a nada.— Señala cuando estoy a punto de abrir la puerta. Ignoro su comentario por completo y termino de abrir la puerta para encontrarme con una imagen que hace que el tiempo se detenga aquí mismo. Está en su cuna durmiendo como un angelito y puedo sentir como algo dentro de mí se comienza a romper... 《creo que es lo que quedaba de mi corazón.》Mis ojos se llenan de lagrimas y no entiendo nada.  Es como si me hubiesen arrancado algo de mi y me doliera. Es un dolor más grande que el que sentí afuera de aquella capilla, es hondo, inquietante y me da miedo, demasiado miedo... tanto que huyo de aquí.  Salgo de su departamento a toda prisa dejándola allí parada y seguramente haciéndose mil preguntas, pero no puedo controlar esto. No me gusta sentirme así, no quiero volver a ser el Michael que fui alguna vez. A ese Michael lo mataron por ser un iluso... No puedo cambiar ahora, no quiero. Solo puedo huir e intentar seguir adelante cerrando mis ojos y mi corazón a la verdad que me he enterado hoy. 《No puedo ser padre. No tengo corazón para serlo. Ella tiene razón, lo mejor es que me aleje.》
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