Capítulo 4

2129 Words
Merian —Y ¿bien? —estoy en la hora de la comida junto a Alexis, que lleva un buen rato preguntando acerca de cierto hombre maduro que conocí la tarde anterior. —Apenas hemos compartido unas cuantas palabras, solo sé que se llama Demian —no creo que hablar sobre un total desconocido sea algo relevante, a pesar de todas las sensaciones que logró provocar en mí. Para mi buena suerte, la presencia de dos chicos logra frenar los intentos de ésta, de seguir hablando sobre el tema. —¿Os importa que nos sentemos? —pregunta uno de ellos con educación. —Para nada – les respondo con amabilidad. Alexis me mira con reproche y no entiendo la razón, parecen muy majos y nada me gustaría más que hacer nuevos amigos. —Él es Robert y yo André. —se da a conocer el moreno, mientras señala a su acompañante. Un rubio de ojos verdes con una sonrisa encantadora.   —Esta rubia tan guapa es mi mejor amiga Alexis y yo me llamo Merian, encantada de conoceros —nos doy a conocer, mientras espero que mis palabras hayan conseguido que Alexis empiece a bajar la guardia.  —Encantados chicas. Me suena de haber visto en algunas clases, ¿Ya sabéis que especialidad vais a escoger? —habla por primera vez el rubio. Los miro, con la intención de buscar en mi memoria sus rostros. Nada, suelo prestar demasiada atención en las clases y apenas he conseguido conocer a alguno de mis compañeros.  —Pediatría —les responde Alexis —¿Y vosotros? —Yo médico y el cirujano, la pareja perfecta —responde André divertido, lo que nos hace sonreír.  Nos enfrascamos en una pequeña conversación y es imposible no emocionarse con sus historias. Hace poco más de un año que viven juntos, tuvieron que abandonar sus casas debido a que los padres no se han tomado nada bien que hayan decidido estar juntos. No puedo llegar a entender cómo algunas personas prefieren perder a sus hijos, antes de apoyarlos y quererlos tal como son. —Es increíble lo mucho que se quieren—sonríe—Su historia se parece mucho a la nuestra—hace referencia a su relación con Henry. Razón no le falta, los padres no aceptan ninguna de las dos relaciones y por esa razón han decidido dejar a sus hijos de lado, muy razonable. Con padres así quien quiere enemigos.  —Sí, los tres tenéis unos padres ejemplares—suelto con ironía—Parece cierto eso de que lo ricos se parecen—termino por decir en voz baja. Se, que no debería hablar con ese tono de voz sobre los padres de mi amiga, el caso es que nos les caigo bien y ellos no me caen bien. Fin del tema. —Hace nada me dijiste que dejaran de lado el orgullo y... —Y lo harán, de eso estoy segura—la miro—Son tus padres, podrían haber entendido lo tuyo con Henry desde el principio y no hacerte pasar por toda esta mierda. Has pasado de vivir en una mansión con mil habitaciones a ser prácticamente mi vecina, ¿ves a donde quiero llegar? —estoy enfadada y no me importa. Hay cosas que no entiendo y esta es uno de ellas, las personas que deberían quererla por encima de todo la han dejado a su suerte.  —No son unos monstruos, ¿vale? Solo quieren que aprenda la lección, a valerme por mí misma y lo estoy haciendo, llevo muchos meses viviendo por mi cuenta y me va bien. —su frialdad no me sorprende. —¿Qué lección? —pregunto con el señor fruncido— Prácticamente te han echado de casa, solo quieren que te des cuenta por ti misma que vivir con un "muerto de hambre" no es bueno para ellos y para las personas que los rodean. —cierro los ojos con la intención de calmar mis nervios. Tengo un temperamento difícil de dominar y siempre acabo diciendo cosas que acabaré lamentando.  —Mira guapa—suelta mientras se va acercado—no estás en condiciones de dar tu opinión en temas ajenos a ti. Pase lo que pase, siempre van a estar en mi vida y nunca van a dejar de quererme, que tu hayas tenido mala suerte no es culpa de los demás.—Golpe bajo, sí, pero muy bien dado. Supongo que me lo he ganado a puslo, y parece ser que Alexis se arrepiente enseguida de cada una de sus palabras. —Ni se te ocurra pedir perdón, tienes toda la razón del mundo. Es tu vida, la de tu novio y la de tus padres, y pese a lo mucho que me preocupo por vosotros dos, no debería meterme en vuestros problemas. Lo siento mucho rubia.—veo como sus ojo se llenan de lágrimas mientras niega repetidas veces. De un momento a otro sus brazos me rodean con fuerza ,le correspondo en el acto. ¿Qué clase de amigas seriamos si no nos atreveríamos a decirnos las verdades a la cara? El resto del día transcurre de manera rápida y ya hemos podido familiarizarnos con el campus y con las clases. A pesar de la ilusión que siento al estar realizando uno de mis mayores sueños, el miedo y la inseguridad siguen estando presentes y presiento que seguirán formando parte de mi vida, hasta finalizar la carrera.  —Nos vemos luego —me despido de Alexis, antes de entrar en el edificio. Por suerte, el altercado anterior ha quedado olvidado y hemos sido capaces de seguir nuestro día sin problemas. Una vez en el apartamento, me cambio de ropa por algo más cómodo. Dejo la sucia en su sitio y me cerebro me recrimina al ver la cantidad de prendas que se han ido acumulado. Tendré que ir a hacer la colada.  Me preparo unos macarrones con queso y al acabar, me los voy comiendo mientras empiezo a leer los apuntes que había tomado. Espero que conforme pase el tiempo no se me complique lo de involucrar el trabajo con las clases, no creo poder con tanta presión, pero haré lo que haga falta con tal de concluir mis estudios, aunque en eso no puedo incluir dejar el trabajo. Tengo demasiados gastos con los que lidiar cada mes.  Al acabar, lavo todo lo que he ensuciado y voy recogiendo hasta dejar el salón en orden. Termino y me tumbo en el pequeño sofá. Me dedico a mirar el techo sin pensar en nada. El rostro de Demian invade mis pensamientos sin pedir permiso. No suelo dejarme llevar por la apariencia de las personas, pero tengo que ser honesta: ese hombre es la definición de la perfección. También es posible que este más cerca de los cuarenta, aunque eso no sea de suma importancia. Bueno, debería de serlo, pero las mujeres siempre vamos buscando madurez, aunque la edad no tenga nada que ver con ello. Ah Demian, ¿por qué tenías que aparecer por la cafetería? ¿En qué universo puede un hombre como ese fijarse en alguien como yo? Soy una mocosa a su lado.  Minutos más tarde hago el esfuerzo de levantarme para dejarle a Henry un mensaje avisando que hoy no hace falta que me acompañe hasta el trabajo, necesito tomar aire. En vez de contestarme de vuelta, opta por llamarme.  —¿Por qué no quieres que te lleve? —pregunta confundido.  —Me apetece caminar, ya sabes, un poco de ejercicio nunca viene mal —le respondo algo divertida. Últimamente no para de insinuar que he cogido unos cuantos kilos de más.  —Está bien. Te quiero. —Y yo a ti. Hasta luego. —al colgar, guardo el móvil en el bolso. Ya es hora de salir.  Cojo la chaqueta y me cuelgo el bolso en el hombro. Desciendo las escaleras sin prisa, tengo ganas de caminar, no de sudar. Una vez fuera, miro a mi alrededor mientras camino y observo cómo los niños juegan en la acerca con balones y cuerdas para saltar. Da gusto ver que los pequeños no se pasan el día encerrados en sus casas viendo la tele, o enganchados a los videojuegos. Bueno, eso último es algo más complicado debido a que sus padres no se pueden permitir un capricho tan caro. Pero, a pesar de ello, todos son felices y saben disfrutar de la infancia.  Unos veinte minutos más tarde, voy a la parte trasera de la cafetería para dejar el bolso y la chaqueta. Me ato el delantal y guardo la pequeña libreta y el bolígrafo en el bolsillo delantero. Hora de trabajar.  En el fondo, guardo la esperanza de volver a ver a Demian. Una tiene derecho a soñar ¿no? 20:33 pm  Todo el mundo está servido y disfrutando de la deliciosa cena que Isabela ha estado preparando durante horas. Estoy en la pequeña cocina, desmoldando las tartas que acaban de enfriarse. Reconozco que siento algo de decepción. No ha venido. Y sinceramente dudo que lo haga.  Estoy tan concentrada en mi tarea, que la repentina llegada de Alexis consigue sobresaltarme. Parece estar algo nerviosa y eso lo demuestra en cuanto empieza a hablar, o mejor dicho a balbucear. —No te entiendo, habla claro —hace lo que le digo y por fin logra tranquilizarse.  —Te está buscando —logra decir ya tranquila, mientras que yo frunzo el ceño al escucharla. —Vamos, mujer. Sal ahí fuera —me arrastra fuera de la cocina y me da un pequeño empujón. Casi me atraganto al ver a la persona que se encuentra a pocos metros de distancia. Demian está delante del mostrador. Puedo jurar que es más guapo de lo que recordaba. Lleva una camisa blanca junto a unos pantalones de vestir grises. Su pelo está perfectamente despeinado y su sonrisa, oh esa sonrisa, está a punto de acabar conmigo.  En el momento en el que nuestras miradas se encuentran, su sonrisa crece y ahí está, el cosquilleo que sentí la noche anterior ha vuelto. Estoy medio temblando y las palmas me han empezado a sudar. ¿Qué me está pasando? Sí, tenía ganas de verle, pero no pensaba que mi cuerpo iba a reaccionar de aquella manera. Avanza y deja de actuar como una tonta. —Buenas noches, señor —saludo con amabilidad. Me niego a decir su nombre. —Buenas noches, Meri. Te pido que no me digas señor, ya sufro bastante con mi edad —Merian tienes que decirle que deje de sonreír de esa manera. —Lo siento se...Demian, ¿no vas a tomar asiento? —pregunto desviando la mirada.  —Claro que sí, me muero de hambre y estoy deseando volver a probar esa deliciosa tarta —tras el cumplido, se gira y va en busca de una mesa libre.  Me acerco intentando andar sin tropezar. Con los nervios que llevo encima eso puede llegar a pasar en cualquier momento. Vale, mi deseo se ha cumplido y ahora no tengo ni la menor idea de cómo actuar. Nunca he tenido un contacto tan directo con ningún hombre, solo con adolescentes alborotados.  —Bueno, ¿qué deseas tomar?  —Solo sé que de postre quiero esa deliciosa tarta tuya, el resto lo dejaré en tus manos, confío en ti —y dale con lo mismo. ¿No se da cuenta, que aquellas palabras dichas por él pueden matar a alguien?  —De acuerdo, enseguida vuelvo —me doy la vuelta y me dirijo a la cocina en busca de algo que lo alimente. ¿Es posible que un hombre tan...como él pueda llegar a fijarse en alguien como yo? No es que me crea inferior que él en ningún aspecto, pienso que es difícil que dos personas tan diferentes puedan llegar a conectar de alguna manera, la vida real es más complicada. La forma en la que me ha mirado me ha descolocado y estoy segura de que sus sonrisas van a conseguir quitarme el sueño. ¿Pero en qué estoy pensando? Que haya venido no significa nada, el hombre es libre de poder comer o cenar en cualquier sitio. Pero, la verdadera pregunta es ¿qué hace un hombre de su estatus social en un barrio tan pobre? Mis pensamientos se ven interrumpidos por la presencia de mi mejor amiga. — El madurito sexy quiere algo contigo y no me cabe la mayor duda de eso, acabo de pasar por su mesa para servirle algo de café y estaba hablando con Isabela, le estaba diciendo que quiere cenar contigo, así que nuestra jefa estará aquí en menos de un minuto para decirte lo mismo que te acabo de decir —sus palabras van una detrás de la otra a una velocidad de vértigo, apenas logro entender lo que me está intentando decir. ¿Qué le pasa a esta muchacha? Lleva toda la noche nerviosa y sin poder terminar una frase en condiciones. Cuando estoy a punto de preguntar acerca de lo que está pasando, las puertas se abren dejando paso a nuestra jefa. No se me pasa por alto la sonrisa divertida que la compañía. —Cariño el hombre del otro día, me ha pedido que te deje libre por al menos una hora. Quiere cenar contigo así que prepara un plato de más para ti —me comenta Isabela con un guiño, antes de abandonar el lugar. — ¿Acaba de decir...? –pregunto confundida. Alexis asiente despacio mientras una gran sonrisa se instala en su rostro. —El madurito sexy quiere tema— suelta mientras me palmea el hombro, cosa que me hace tambalear.  Miro al techo exasperada ante su grito, pero, para ser sincera, me está costando una barbaridad ocultar la ilusión que siento.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD