Capítulo 5

979 Words
Demian La veo acercarse con la bandeja en sus manos y sin el delantal. Algunos de los presentes siguen sus pasos de reojo y no los culpo, es preciosa. Rara vez había tenido la oportunidad de estar tan cerca y poder apreciar una belleza tan única como la suya. Sus ojos, el color rosado de sus labios, las abundantes pecas que se encargan de adornar su pequeña nariz, formaban un conjunto perfecto y armonioso. Y su pelo, era lo que más llamaba la atención: naranja, abundante y algo rizado. Sin duda era su marca de identidad. Ahora que la veo bien, me recuerda a aquel dibujo animado, el de la chica del arco ¿cómo se llamaba? —Espero no ser una molestia— Me he arriesgado con una cena tan repentina, pero, soy un hombre hecho y derecho. Si algo me gusta, voy a por ello. —No, pero habría estado bien que me lo pidieras personalmente—dice sin un ápice de reproche, mientras se cruza de brazos. Que guapa es. Dios, solo pido que sea mayor de edad.  —Le pido mil disculpas señorita, lo tendré en cuenta para la próxima vez—no me creo que hayas dicho eso.  No contesta, pero el temblor de sus labios delata sus ganas de sonreír. Probamos la deliciosa lasaña y tengo que reconocer que, sin duda, es la mejor que he probado en mucho tiempo. Sí Nancy me habría escuchado decir eso en voz alta, me habría pegado una buena colleja. —Cuéntame cosas sobre ti—necesito información, toda la que ella está dispuesta a darme, pero lo que de verdad me interesa es, saber si lo que estoy haciendo es legal.  —A ver que le puedo contar a un desconocido...me llamo Merian Gresse, tengo diecinueve años y recién he comenzado la carrera de medicina. Vivo en un pequeño apartamento, no muy lejos de aquí y...creo que debería parar. —¡Sí! Mi corazón vuelve a latir con normalidad. Respira amigo, la chica es legal.  —No has mencionado nada sobre...ya sabes, tus padres—me atrevo a comentar. —Porque no tengo, soy huérfana—aprieto los labios con fuerza. Soy un imbécil.  —Lo siento mucho, ha debido de ser duro.  —No lo sientas, no se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido. Tuve la suerte de estar rodeada de buenas personas que me han ayudado con lo que han podido, la verdadera familia no es aquella que te da la vida. —expone con determinación. —Te toca.  —Tengo que estar de acuerdo contigo, he vivido algo parecido—me atrevo a decir din dar muchos detalles. —Sobre mí, tampoco hay mucho que contar, tengo algunos años más que tú, vivo en la ciudad, tengo un negocio propio y eso. —me jode no tener siquiera la intención de hablar sobre la situación que estoy viviendo con mi actual mujer. Pero, no lo creo relevante.  —Gozas de una vida muy interesante— aquel momento tan raro logra hacernos reír y la suya no tarda en llamar mi atención. ¿Desde cuándo te atrae la risa de una mujer?  —Tengo una vida bastante monótona y aburrida, estoy en proceso de cambiarla—me sincero.  —Y triste si me lo permites decir. Lo veo en tu mirada y déjame decirte algo: a veces la vida es caprichosa y golpea a las personas que menos lo merece, pero todo tiene solución— se inclina con la intención de pegar sus labios a mi mejilla derecha, acción que logra noquearme.  Sus palabras se incrustan en mi mente, es demasiado joven para hablar de aquella manera. La miro sin parpadear y reprimo las ganas de poner las manos en mi mejilla como un adolescente virginal. Haber sentido sus cálidos labios sobre mi piel ha logrado agrietar la gruesa capa de hielo en la que me corazón llevaba años envuelto. Pasamos un rato realmente agradable y pacífico. Por un momento he conseguido olvidare de todo lo que me rodea. No recuerdo haber conocido a una mujer tan divertida, tampoco recuerdo haber visto a ninguna comer en condiciones estando cerca de un hombre. Sí, las mujeres con nombre "importante" no saben alimentarse, no tienen ni la menor idea sobre como equilibrar su dieta y así tener la oportunidad de disfrutar de cosas tan simples como una lasaña.  Todo llega a su fin cuando miramos el reloj que hay colgado en una de las paredes del pequeño local, hemos pasado alrededor de una hora haciéndonos compañía. Saco un billete de cien de la cartera y se lo entrego. Le he robado hora de trabajo y no me siento muy orgulloso de ello, a mí personalmente no me haría gracia que un extraño llegara a mi lugar de trabajo y me robara tempo.  —¿Por qué no me sorprende? —sacudo la cabeza con diversión al verla inspeccionar el billete con ojo crítico.  —Quédate el cambio, te he entretenido mientras estabas trabajando—esperaba que rechistara, pero para mí agrado, mete algo del dinero restante en el bolsillo y lo demás lo guarda en un bote de cristal que parece estar reservado para las propinas. —No ha sido una molestia, me ha gustado pasar tiempo contigo—las comisuras de sus labios se elevan —Será mejor que vayas acostumbrándote, porque este sitio se ha convertido en mi lugar favorito, no te vas a librar de mi en un tiempo—asiente a medida que su rostro va cogiendo algo de color. Me siento bastante satisfecho al ver que también se ve afectada por mí.  —En ese caso, te veo mañana—me acerco despacio hasta depositar un leve beso en su mejilla. Muy atrevido, pero ha empezado ella. —Igualmente—se gira dispuesta a irse, pero, al recordar las flores que he dejado en el coche vuelvo a llamar su atención.  —¡Espera!  Abro la puerta trasera y cojo el enorme ramo de rosas que Megan ha encargado especialmente para ella. El rojo ha sido sin duda un acierto. Espero que le guste, es bastante bonito.  La sorpresa se ha instalado en su rostro, no se lo esperaba. Y tú tampoco te lo esperabas, admítelo . —¡Muchas gracias! Son preciosas—nuestras manos se vuelven a tocar y la extraña sensación ha vuelto. Amigo, estás en peligro.
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