Amanda solo tomó la mano de Ethan para comenzar a caminar hacia una puerta que se encontraba detrás de ellos, una que era diferente a la que sus amigos habían tomado para escapar de ese lugar.
Al abrir la puerta solo se encontraron un árbol de un tronco color blanco y de hojas verdes, sin pensarlo solo se miraron mutuamente para después cerrar la puerta por la que habían ingresado a ese lugar.
Mirando a su alrededor.— Según Marie, dijo que en una habitación se encontraban los amuletos.— mencionó sin más para luego liberar la mano de la joven.— Y esta habitación cumple con la descripción.
— Pero, solo hay piedras blancas y ese árbol.— suspiró.— no hay nada más en este lugar.
— Pero, debemos mirar bien lo que hay en la habitación.
— Esta bien, pero si no hay nada, deberemos irnos lo más rápido posible por que esos sujetos tienen la intensión de lastimarnos.
En silencio solo asintió para después comenzar a buscar en aquel lugar que en su mayoría abundaba el color blanco. La castaña al solo ver ese color a su alrededor se sintió llena de frustración y aún más ya que le recordaba la habitación en la que la habían encerrado. Tratando de contener sus sentimientos para pensar con mucha claridad en esos momentos, optó solo por sentarse bajo la sombra de aquel hermoso árbol para comenzar a jugar con las piedras.
Al juntar un montón de aquellas piedras blancas y formar una montañita, encontró una roca diferente a las demás que despertó su curiosidad. Sin intención de dejarla ahí, solo la desenterró lo más rápido que pudo para luego tomarla en manos.
— Que bonito.— soltó mientras admiraba la hermosa piedra.— Ethan, mira. Está es diferente a las otras.
El de cabellos dorados solo se giró para ver a Amanda, quien solo le mostró desde su lugar aquella Gema de color morado, causando alegría en Ethan.
— Es tu amuleto, la amatista del viento.— sonrió.— ¡¡Amyyy!!
Sin dudar corrió hacia la joven y solo se abalanzó sobre ella para ambos caer en el suelo, provocando que por la cercanía del contrario Amanda se ruborizara.
— Ethan.— desvió la mirada.—debemos seguir con la búsqueda.— le dio un leve empujoncito.— tenemos que encontrar tu cristal.
Levantándose.— Tienes razón.— el joven solo le dedicó una sonrisa y luego le ayudó a levantarse a la chica.
Ambos jóvenes solo comenzaron a buscar cerca de donde había salido aquel amatista, y gracias a dios, no pasó mucho tiempo para que se encontraran otras tres gemas.
— Rubí, zafiro y una esmeralda.— sonrió triunfante.— están todas juntas.
— Ya tenemos los amuletos, es mejor que nos vayamos de aquí Amy.— sonrió.
— Pero no nos pertenecen esas otras dos gemas.— desvió la mirada.— Ethan, Agua y Tierra deben venir por ellas.— le habló con un claro tono de preocupación en su voz.
— Lo sé, pero es mejor que nosotros las tengamos bajo nuestro poder que esos tipos desalmados.— sonrío.— no te preocupes por nuestros otros dos compañeros, pronto los encontraremos y les entregaremos personalmente sus cristales para que puedan usar su elemento con libertad.
— ¡Si!
El joven se levantó y le tendió la mano a su amiga para ayudarla a levantarse. Estaban dispuestos a salir de ese lugar y buscar a los dueños de aquellas gemas, pero si para poder salir y cumplir su objetivo debían luchar, así lo harían sin doblegarse ante sus enemigos.
Mirando a su alrededor, solo dirigió su mirada hacia una segunda puerta que se encontraba en aquella habitación para luego tirar suavemente de la camisa de su acompañante para llamar su atención.
— ¿Qué sucede?.— le preguntó el chico.
— Si volvemos por la misma puerta, puede que esos tipos nos estén esperando.
— Tienes razón, es mejor ir por esa que está ahí.— apuntó hacia la otra salida.
— Eso es lo más prudente que podemos hacer, ya que si los jinetes están aquí... puede que no salgamos de esta ilesos.— desvió su mirada para evitar que su compañero viese su semblante y preocuparlo.
— Si, lo sé.— frunció el ceño.— se que esa loca llamada Hambruna estuvo a punto de asesinatre. Pero para nuestra suerte.— dejó de lado su molestia hacia su recuerdo para luego mostrar los cristales.— tenemos las gemas, ahora podemos hacerles frente.
— No debemos de confiarnos, tal vez tengamos los cristales bajo nuestro poder pero... seguimos siendo inexpertos en como usarlos.
En silencio solo asintió por que lo que le había dicho era muy cierto, por más que quisiera que no fuese así, era así y no podía cambiarlo al ser solo los complementos del planeta.
— Pero podemos aprender a usarlos, si es que salimos ilesos de esta.— mencionó tratando de alegrar a su acompañante.
— Si.
— Bueno, ahora debemos ir a...
Sus palabras y su plan se vinieron abajo, ya que la puerta de la habitación se abrió dejando ver a la mujer castaña y al hombre pelirrojo. Claramente se veía en sus rostros reflejadas las intenciones con las que los veían, así que no debían de bajar la guardia y esconder las gemas.
— ¿Quiénes son ustedes?.— interrogó Ethan con mucha desconfianza a la vez que discretamente guardaba las gemas en sus bolsillos.
— Oye niño, ¿sabes qué es de mala educación dirigirte así a tus mayores?.— mencionó el pelirrojo sin expresión alguna en su rostro.
— Pero también es descortés no presentarse.— se cruzó de brazos.— así que es mejor que se presenten como es debido.— agregó Amanda.
— Ay señorita Aire, tan hostil como siempre.— sonrió.— ya veo por que le gustabas a Muerte.
— Ya deja de jugar con nuestra comida Pobreza.— hizo un puchero.— recuerda que necesitamos consumir algo de energía para llevar a cabo el plan de nuestro padre.
— Ahg, cállate.— le respondió ignorando lo que su compañera le había dicho.— Bueno niños, yo soy Pobreza, el anfitrión de todo esto. Espero que se diviertan en su último día, ¡que el telón se abra que está maldita obra ya va a iniciar!
— Tercera llamada.— bromeó Plaga.— repito tercera llamada.
— Jajaja, es hora de empezar esta obra titulada... ¡La muerte de los elementos!.— gritó Pobreza lleno de emoción mientras sacaba su espada de su funda.
Pobreza solo se quitó el antifaz y lo lanzó para y dejar ver esas esmeraldas hipnóticas que les hizo temer por sus vidas a ambos elementos. Sin pensarlo, solo se tomaron de las manos y corrieron lo más que pudieron, rompiendo con su propia fuerza la puerta de madera, dejando atrás a los dos jinetes.
— Se que es mal momento para esto pero.- su caminar se detuvo en seco, provocando que la joven casi cayera al suelo, pero si no fuese por el agarre del contrario ya estuviese besando el frío piso del lugar.— debo de hacer esto, lo siento Amy.
— ¡¿Eh?!
— Nos vemos después.— le sonrió.
Sin previo aviso, el rubio solo abrió una puerta que se encontraba a un costado para luego darle una vuelta al a chica como si estuviesen bailando. Eso no fue todo ya que al soltarla, rápidamente colocó entre las manos de Amanda las gemas y después de que ella entrara en la habitación, cerró la puerta y comenzó a tirar las cosas del pasillo para llamar la atención de los jinetes que no dudaron en seguirlo.
Por otro lado, se encontraba la de cabellos cafés en el suelo maldiciendo a su "esposo" por haberle hecho eso sin previo aviso.
— Ethan.— murmuró mientras se levantaba del suelo.— eres muy tonto por arriesgarte.— habló mientras veía las gemas que le había entregado su compañero.— pero no por eso debo de dejarte solo en esto.
No tenía planeado esperar ahí sin hacer nada mientras los jinetes del Apocalipsis trataban de asesinar a Ethan, debía hacer algo para ayudarlo a salir ileso de esa situación ya que ambos ya eran un solo elemento.
— Fuego no puede vivir sin Aire... ni el Aire sin el fuego para hacerse más fuerte.
Al decir eso, solo arrancó un pedazo de su velo y envolvió las gemas con la tela para después atar esa pequeña bolsita en cinturón de su vestido. Decidida a luchar, solo salió de la habitación y con seguridad tomó una espada de una armadura que se encontraba en el pasillo.
— Pobreza.... hoy no será el último día que nos verás.— con la espada en mano solo comenzó a correr por el pasillo para ir a buscar a su compañero.
Sabía que para encontrarlos debía seguir el camino que había dejado Ethan, aún que debía saltar para evitar los fragmentos de jarrones rotos y armaduras desarmadas en el suelo.