Capítulo 17: ~Mala idea~

1209 Words
— ¡¿T-tú?!.— con dificultad articuló Kohei. — Jajaja, veo que están bien. Que lastima que no hayan muerto. — Esa voz... ¿eres tu Pobreza?.— lanzó al aire su pregunta.— no podría olvidar esa voz llena de arrogancia. — Vaya, vaya. La princesa del viento me tiene en su corazón, me halaga escucharte decir eso Amanda, pero... creo que a Muerte no le va a gustar para nada escuchar eso~ — Sal de tu maldito escondite.— le pidió la chica mientras se posaba frente a Kohei, ya que se le veía muy tenso.— me gustaría hablar contigo sobre algo. De pronto en todo el pasillo se escuchó una carcajada seguida del eco de las pisadas del jinete que salió a paso lento pero tranquilo de las sombras, mostrando una gran sonrisa mientras con una de sus manos se cubría la herida que Amanda le había hecho anteriormente con la espada. — ¿De qué quieres hablar?.— sonrió.— pero que sea rápido, por que a padre no le gustará para nada que hable con unas basuras insignificantes y sin valor alguno como ustedes. — No me tomará mucho tiempo, así que no te preocupes por lo que tu padre vaya a decir de ti, niñito mimado.— se cruzó de brazos. — Vamos, ve al punto, que no quiero verte mucho tiempo porque luego te puedo destrozar por lo que me hiciste. — Bien. Pobreza, dime dónde están los guardianes.— le pidió sin titubear.— vamos que no tengo todo tu tiempo. — Aire, te diría pero... eso no sería muy malvado de mi parte.— hizo un puchero.— además padre se molestaría por que no pude hacer una gran obra de teatro. Ojalá pudiese hacerlo sentir orgulloso de mi, llevándole una de sus cabezas a sus pies. — Amy.. vámonos, este loco nos va a atar y torturar como lo hizo Muerte conmigo y Gaia... no quiero volver al lago.— le susurró a la chica sin apartar la mirada del jinete. — ¿Pero no querías venir a liberar a nuestros guardianes?.— le preguntó manteniendo el volumen de su voz bajo. — Si, pero no quería encontrarme con Pobreza o Muerte... ellos dos no tienen piedad con las torturas. Por poco creía que moriría en el lago.— le contestó aún en un susurro que solo era audible para la chica. — Bien, Pobreza. Nos vemos después.—se despidió la chica mientras tomaba del brazo a su compañero.— pero ahora espero que puedas tener esa función que tanto anhelas en un futuro no muy lejano pero con otras personas. — Ojalá puedas ser la protagonista, amaría verla retorcerse de dolor.— sonrío de tan solo imaginarse aquel escenario. — Ahg, como sea. Me das asco.— dijo la chica para después pasar por un lado del jinete. Soltó sin pensarlo mientras el jinete solo observaba como se alejaban, cosa que preocupó a Kohei, quien rápidamente abrazó a Amanda y la interrogó aún sin dejar de caminar por aquel pasillo. — Amy, ¡¿por qué nos dejó ir?! — Lo hizo por que estaba herido.— giró su mirada hacia el chico.— además, tienen que estar vivos los cuatro jinetes si quieren cambiar este mundo. Por lo que si el se enfrentaba a nosotros, podía morir de una hemorragia si no atendía primero su herida. — Ya veo, entonces... también le temen a desaparecer...— desvió la mirada.— no somos muy diferentes a ellos. — Kohei, somos iguales, pero nosotros estamos hechos para proteger el mundo que hizo nuestro padre... y ellos están hechos para destruir el mundo al que protegemos. — Tienes razón.— habló el de cabellos azabache. — Se que es una situación muy complicada y peligrosa pero, tenemos que hacerlo para defender a nuestros seres queridos aún que no nos guste luchar... ellos nos están obligando a hacerlo. — Ojalá pudiésemos hacer que cambien de opinión.— la miró con tristeza.— pero ellos solo escuchan las órdenes de su padre. — Como nosotros las órdenes del nuestro.— la joven mencionó mientras comenzaba a buscar con la mirada algo que le diera un indicio de donde podrían estar sus guardianes. No quería, ni siquiera le gustaba hablar del tema, pero su acompañante parecía estar lleno de dudas después de haber conversado un poco con ella. Su mentalidad cambió drásticamente y eso se vio reflejado en algo que dijo sin pensar. — Pero padre nunca nos ha hablado.— él joven solo tomó la mano de Amanda para llamar su atención con la mirada perdida en la nada siguió hablando.— Amy, ¿padre se olvidó de nosotros?. Su corazón se detuvo. Quería creer que su creador los cuidaba desde las sombras sin perder la esperanza de que estuviesen solos en esa guerra contra la oscuridad que poco a poco abrazaba los corazones de los humanos con las seductoras voces que les pedían a gritos cometer desde hacer sentir mal a las personas hasta el acto más vil y sanguinario. Era imposible ver al menos que la población intentara no caer ante el mal, pero repetidamente tropezaron con la misma piedra desde que el mundo terrenal comenzó a tener vida. Kohei seguía en la misma posición, mientras que Amanda solo analizaba y trataba de buscar una forma de animar al elemental de agua que parecía estar cayendo en un mundo monocromo. Tanta presión sentía en esos momentos que solo atinó a decir: "Nunca se olvidaría de nosotros" De sus bellos y azulados orbes comenzaron a caer lágrimas que recorrían sus mejillas como si se tratase de una cascada. Con sus pómulos y la nariz enrojecida, solo le dedicó una leve sonrisa que reflejaba un poco de esperanza. No sabía que unas simples palabras lograrían recuperar la cordura y confianza del joven portador del elemento agua. — Si nosotros no dejamos de cuidar a los humanos sin que se dieran cuenta de nuestra presencia...— se acercó a Kohei.— padre tampoco nos dejará solos. Vamos, ven ya llora lo que quieras que en estos momentos es mejor dejar esas emociones negativas de lado.— le extendió los brazos para invitarlo a que llorara en su hombro.— anda Kohei. El chico solo se acercó a Amanda para aceptar sus brazos, y tal y como un niño pequeño comenzó a sollozar. — Llora, no te quedes con nada. Recuerda que aunque seamos elementos, también tenemos sentimientos... — Pero no tienen que tener sentimientos negativos, por que si no... ustedes serán contaminados y terminarán como un pecado. Una voz varonil sin una pisca de arrogancia o sentimiento alguno se escuchó por todo el pasillo. Ambos elementos dieron un pequeño brinco de tan repentina aparición, tenerlo frente a ellos era como ver a su propia madre regresar después de una junta de boletas, simplemente, aterrador. Aún que Amanda solo sabía un poco de él, sintió temor al ver el rostro del hombre que permanecía con un un semblante neutral, pero una duda surgió en ella al verlo con detenimiento. — ¿Sus ojos no eran de color n***o?.— susurró. — Lo siento... me equivoqué.— respondió el de cabellos azabache.
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