Ángeles y demonios, cazadores y guardianes, druidas y aquelarres de brujas, vampiros y hombres lobos no pueden reunirse en otro lugar que no sea el mundo humano cómo punto medio.
Usualmente, no hacen ese tipo de reuniones más que una vez al año, en forma de gabinete con los representantes de cada una de las especies, y si pueden en realidad evitar verse cara a cara por supuesto que lo evitan.
No obstante, en esta oportunidad solamente están reunidos, el jefe de la sucursal del infierno, su demonio favorito, Arden, su padre Hades, el guardián de los humanos y el vocero del cielo.
—¡Veo que ya estamos todos!— El jefe abre sus manos mientras que mira a todos los presentes
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—Si no les molesta estoy corto de tiempo, y preferiría que hiciéramos esto lo más rápido posible para no morirme de aburrimiento.— Arden mira su reloj pulsera frunciendo sus labios con burla en el tono de voz.
—¿Cuándo no?— Se queja Josué.
El semidiós lo observa fijamente en cuánto lo escucha decir aquello. —Aburridon, ese no es tu problema, así que te recomendaría que mantengas tu estúpida boca cerrada si no querés que te arranque diente por diente.— Sus ojos brillan en un tono rojizo cuándo lo mira.
—¿Pudieron controlar la fuga?— Helf, vocero de Dios chasquea la lengua preocupado por la fuga que hubo en el infierno.
—Estamos trabajando en eso, pero todavía tenemos algunos por encontrar.— Quién lo responde es el padre de la pelirroja.
—¡¿Están aún?!— Brama abriendo sus ojos desmesuradamente.
—¿Tenés acaso una mínima idea de cómo funciona el infierno? Te puedo asegurar que no es cómo una aduana.— Sonríe burlón Arden.
El vocero de Dios no hace más que apretar sus labios con completa disconformidad ante cómo le está respondiendo el semidiós.
—Nos estamos ocupando, Helf.— Sentencia con voz fuerte Hades.
Su hijo lo observa divertido, ignorando el hecho de que cualquier cosa que pueda llegar a contestar caiga mal.
—Deberían ustedes también preocuparse de sus fugas, no somos los únicos que estamos con ese problema.— Le recrimina Arden.
—¿Discúlpame?— Half arquea sus cejas.
—¿Alguien puede decirme que está pasando con esos incidentes?— Todas las miradas van a Arden, quién rueda los ojos y se coloca con la espalda recta en el sillón que estaba ocupando.
—Por lo menos cinco especies se saltaron las salvaguardas de los inútiles guardianes.— Señala y mira al jefe del grupo que comanda a Karim Hale.
—Te voy a pedir encarecidamente qué cuando te dirijas a nosotros lo hagas con respeto.— Josué se aclara la garganta antes de hablar.
Aquello sólo hace sonreír más a Arden y que sus ojos se pongan brillosos en color rojizo.
—No me voy a dirigir con respeto porque no tengo porqué hacerlo, aburridon.— Alza una ceja en su dirección.
Josué no pasa por alto el apodo despectivo que utiliza contra él, lamentablemente no puede responder al mismo cómo quisiera, y tiene sólo qué morder su lengua.
—Arden.— Su padre lo llama relajado. —¿Qué más podés decirnos?— Cuestiona mirando indiferente a su hijo, de ninguna manera alguíen le pondría límites al favorito del diablo y al hijo de Hades.
—Esa chica... Blaire los atrae...— Chasquea la lengua negando. —Como si fuera un faro de criaturas demoníacas.— Niega con la cabeza mirando a su jefe y compartiendo entre ambos unas miradas.
—Ella es una.— Helf aclara.
—Eso no tiene nada que ver.— Josué con su frente arrugada responde.
—Todavía estoy encontrando alguna conexión que me guíe al porque ellos la intentan atacar.— Se vuelve a tirar hacia atrás en el sillón cruzando su pierna sobre la otra en forma de L.
—Su madre es demonio...— Explica Roath.
El diablo es quién se levanta mirando la pintoresca propiedad que utilizan a modo de punto neutro, ya que Hades no tiene autorización para salir de la sucursal del infierno tienen que utilizar un pequeño punto neutro en el que Hades no sufre un castigo por salir del lugar al que fue condenado a vivir por el resto de su existencia.
—No creo que eso tenga mucho que ver, querido Roath...— Chasquea la lengua pensativo.
—¿Alguien se puso a pensar que ella tiene sangre de ángel y siempre fue importante que se mantuviera lo más lejos posible del infierno para que nadie quiera aprovecharse de sus talentos?— Quién habla es el vocero del cielo, Half London.
—Ese es el punto.— El jefe chasquea los dedos en su dirección.
Arden sonríe aburrido de aquella junta.
Desde hace mas de diecisiete años que se le encomendó vigilar a la pelirroja que le parecía lo más santo de todo lo que él había conocido, si bien, ella era un demonio de nivel superior, no parecía divertirse nunca cómo lo hacían usualmente ellos.
Arden tenía una vivienda cerca del departamento de Blaire, y otra dirección en una ubicación secreta que él solo conocía, junto a Hakeem, por si las cosas se salían de control y tenía que ocultarse, pero lo que llevaba viendo de ella durante estos últimos años le resultaba sumamente aburrido, es por eso que había utilizado aquel apodo contra Josué, dado a que el mejor amigo de la pelirroja también le parecía completamente aburrido siguiendo al pie de la letra todas las órdenes.
—Todos saben porque ella es un gran tema de conversación en nuestras juntas.— Sisea rodeando los ojos.
Los presentes asienten.
—¿Por qué directamente no le decimos la verdad?— Arden sube sus hombros.
—Conozco a mi hija.— Roath habla carraspeando.
—¿Y?— Hades lo incita a que continúe hablando.
—No se va a tomar para nada bien que le haya ocultado durante todos estos años que probablemente sea la causa de un montón de problemas si es que se la utiliza de mal modo.— Frunce sus labios subiendo sus manos...
—Quizás eso no sea lo importante.— Arden no se queda atrás y opina todo lo que piensa sin filtro, cómo suele ser él.
—Coincido con Arden.— El jefe sonríe mirándolo con sus ojos brillosos.
—¡¿Te das cuenta de lo que estás proponiendo?!— Quién exclama exaltado es Josué.
—¡¡Por supuesto, aburridon!! Si no, no lo estaría diciendo.— Pone sus ojos en blanco mientras qué acómoda las mangas de su chaqueta de cuero.
—¿Nunca dejan de pelear?— Helf lleva la mano derecha al puente de su nariz...
—Está en su naturaleza, y es entretenido verlo en acción.— Responde el jefe divertido.
—¿Era necesario que los matarás a todos y no dejaras ni un solo testigo para hacerle un cuestionamiento?— Josué lleva una mano a su frente molesto.
—¿Preferías que la cortaran en dos?— Frunce sus labios alzando sus hombros relajado.
Josué levanta las manos dándose por vencido en que no puede mantener una conversación con el arrogante de Arden.
—¡Claro que no!— Se queja mirándolo cómo si hubiera perdido la cordura.
—¡¡Por si no te diste cuenta quién la está manteniendo con vida soy yo, aburridon!!— Le guiña un ojo sólo para ponerlo más furioso.
—Todavía me resulta muy extraño que cuides a algo más que a vos.— Sonríe.
Arden sonríe cínico. —Probablemente sea porque él inoperante de tu guardián no sabe hacer su trabajo para nada bien.— Sonríe mostrando sus dientes blancos.
—Karim, es muy bueno en lo que hace.— Se justifica con sus puños apretados con fuerza.
Arden muerde su labio inferior... A gran modo de burla. —Es bueno masturbándose pensando en ella, eso no lo niego, pero de cuidar, ni hablemos.— Sé carajea.
Josué carraspea incómodo y vuelve a tomar asiento en el sillón que había estado utilizando.
—¡Chicos creo que ya es suficiente!— Roath mira a Arden pidiéndole clemencia para llevar la noche en paz.
—No me mires a mí, Roath.— Sonríe, burlón, Arden.
—¿Haremos una votación?— Helf chasquea la lengua.
—Hay que decírselo, al menos así no va a querer cortarme la cabeza cuándo yo aparezca matando cualquier espectro que se la quiera comer.— Rueda los ojos.
Todos miran como Arden es el primero en tomar la voz de mando, cómo siempre los tiene acostumbrados.
—Coincido.— Suelta un suspiro dándose por vencido el padre de la pelirroja, Roath.
Coincide por el simple hecho de que sabe que probablemente Arden sea la persona correcta para cuidar a su hija.
—Confío ciegamente en Arden.— El jefe sonríe y a su vez lo hace el demonio que tiene frente a él.
—Ya somos mayoría.— Palmea sus manos levantándose.
Josué suspira ya teniendo en su mente todo lo que tendrá que hablar con su equipo y las líneas que tendrá que bajar, que Arden lo ponga en ridículo delante del Diablo y el mensajero de Dios no le cae para nada en gracia, pero ellos son solamente humanos que se ocupan de mantener el equilibrio en su mundo, cuidando de qué los humanos sigan pasando por desapercibido todo lo sobrenatural que ocurre a su alrededor.
—Arden, quisiera hablar con vos un momento antes de que te vayas a hacer tus cosas.— El jefe chasquea la lengua y todos se levantan dejando la sala vacía, exceptuando a Roath, quién toma del brazo al ojiazul.
—Se lo que vas a decirme, no es necesario.— Le deja en claro cuando él suelta su brazo.
—Blaire y yo no tenemos un buen vínculo, ella está algo sola allá arriba.— Aprieta sus labios temeroso.
—Mantendré con vida a su hija, cómo lo vengo haciendo durante estos últimos años.— La voz sale ronca y con poca gracia de sus labios...
—Lo sé, por eso te lo pido.— Roath se retira haciéndole una seña al jefe.
Quien se da vuelta sonriendo hacia Arden.
—¿Cómo te ves en esta misión?— Alza su barbilla.
Arden aprieta sus labios, y ahora si esta a gusto de hablar sin pelos en la lengua. —¿Quién más lo sabe?— Se cruza de brazos intrigado por aquella respuesta.
—Solo vos, tu padre y yo.— Arden sonríe burlón.
—Eso hará las cosas más fáciles.— Admite.
Su jefe sonríe cínico. —Esto podría ser peligroso, Arden, pero supongo que hablo sabías.— Sisea poco amable.
—No le tengo miedo a nada.— Sonríe de costado elevando levemente sus comisuras.
—¿Tenés a tus oscuros?— Cuestiona alzando su barbilla.
Arden eleva una mano y una figura de un sabueso infernal en forma de basílisco se materializa en la misma y se vuelve a perder en su piel, cómo si se metiera dentro de sus venas...
El jefe sonríe y asiente con la cabeza conforme con aquel espectáculo que Arden acaba de hacer.
No es ninguna sorpresa qué sea su demonio favorito, quizás sea por los dotes de semidiós que tiene gracias a su padre, pero eso es algo que no va a revelar.
—Quiero que dejes que Hakeem este a tu lado.— Lo mira perspicaz.
Su favorito no hace mas que rodear los ojos, no estando de ninguna manera de acuerdo con dicha petición. —Eso no va a ser necesario, y ya lo discutimos un sin fin de vecesz Thomas.— Mira a su alrededor aburrido de tener esta conversación.
—No te lo estoy consultando, Arden.— Suspira.
Arden lo observa arqueando sus cejas, —No tengo porque acatar tu orden.— Sonríe de costado.
—Solo mantenete sano, por favor.— Se queja subiendo la mano a su cabeza alejándose de su favorito.
—Claro.— Murmura y desaparece de la habitación recordando lo último que le dijo la bruja que visito sobre aquella pequeña pelirroja que tenía que observar y cuidar.
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—Ella traerá destrucción si cae en las manos equivocadas.— Lo observa aterrada.
Arden, aburrido, no hace mas que mover su cabeza de costado. —¿Estás diciendo que la chica es un objeto?— Se ríe divertido por la situación.
—Estoy diciendo que depende de las manos de quién caiga su sangre podría ser muy peligrosa.— Aclara ante la poca credibilidad qué él está teniendo para con ella.
El semidiós rueda los ojos.
—¿Algo más que me puedas decir que simples cosas que ya se?— Aprieta sus labios un poco impaciente.
Puede que el tiempo no corra para Arden Abbot, pero eso no lo frena en manejarse tanto en el mundo de los humanos, cómo en el infierno cómo si el tiempo volara para él.
—Lo que venís a buscar no te lo puedo dar.— Explica poniéndose recta.
Él tuerce las cejas molesto. —¿Pero sabes qué es lo que quiero, verdad?— Sonríe de costado.
La bruja asiente. —El grimorio está en mano del aquelarre que se hizo cargo de la muerte de la madre de Blaire.— Comenta.
Arden lleva una mano a su frente.
Aquello estaba resultando un poco mas complicado de lo que pensaba y eso lo ponía de mal humor.
—¿Qué clan es ese?— Aprieta sus puños.
—Vas a tener que darme algo más que eso, niño bonito, si queres que te diga qué clan es ese.— La bruja sonríe.
Arden la mira de igual manera deseando acostarse con ella en este preciso momento.
Pero razona y entra en conciencia de que tener sexo con una bruja probablemente sea la peor decisión.
—¿En serio?— Sonríe burlón.
—Cuando la traigas a ella probablemente pueda darte algo de información...— Sonríe.
—¿Le vas a pedir algo a cambio?— Curiosea sus frascos...
—Solo tráela cuándo no tengas otra alternativa que visitarme, Arden.— Responde apretando sus labios.