Lucrecia.
Entro en la jefatura apretando mis manos y miro hacia todos lados analizando el lugar, es enorme adentro, nunca había entrado porque no había motivo para hacerlo, se supone que es un lugar donde se hacen denuncias grandes como de drogas y narcotráfico, así que no sabia como podría ser por dentro ni me lo imaginaba tampoco.
—Señorita. —me giro sonriendo al oir al hombre, se ve un hombre grande de edad pero con una condición física envidiable—. ¿Necesita alguna cosa?.
—Si, hace dos noches vine con mi sobrina que se ahogaba, y busco a los policías que nos dieron una mano, quisiera darles un presente.
—¿Sabe sus nombres?.
—Noooo, —digo triste porque no les pregunté—. Pero si recuerdo como eran, el que la salvó era un hombre grande, como de dos metros, rubio y de ojos celestes, tenia barba, y el otro moreno, casi del mismo porte.
—Creo que ya sé de quienes habla, espere aca, voy a consultar.
—Si, espero. —me hago a un lado viendo los cuadros en las paredes de condecoraciones y entrenamiento, lo veo en varias fotos al gran hombre y sonrío.
—Buenos días preciosa. —sigo mirando las placas sin decir nada.
—Fuuaaa que belleza.
—Ya cierren la boca no seas estúpidos... —me giro al oír su voz y ahí los veo, sonrío feliz de verlos, me acerco dándoles un abrazo—. Señorita.
—Venia a darles las gracias por lo del otro día con mi sobrina, —miro al rubio que fue con el que hablé en el hospital, el otro solo se fue a la camioneta pero manejó llevando a mi sobri al hospital—. No les pregunté sus nombres.
—Con lo desesperada que estaba era normal, soy Patricio.
—Mucho gusto, soy Lucrecia.
—Ignacio.
—Mucho gusto Ignacio, —me miran sin entender a que vine—. Les traje un presente, lo tengo en el auto, si me acompañan lo agradecería.
—La seguimos. —vamos a mi auto que lo dejé al frente donde no encontré lugar para estacionar.
—No es mucho ya que no sabia que traerles.
—No hacia falta que traiga nada en realidad. —saco de atrás una bandeja de desayuno, donde les puse una billetera con dinero dentro, mi mamá decía que a las billeteras y monederos se debían dar con dinero asi no falta nunca el dinero—. Ooojjj retiro lo dicho. —me da risa como Patricio mira todo—. Voy entrando así desayuno.
—Si, que lo disfrutes y de nuevo gracias. —saco el otro desayuno dándoselo con una sonrisa—. Espero que lo puedas disfrutar.
—Obvio si, pero me lo guardo sino debo convidar, lo como en mi casa. —me rio cerrando la puerta del auto—. Gracias por molestarte en traernos algo.
—Gracias a ti que salvaste a mi sobrina, no hay forma alguna de pagar lo que hiciste, siento que esto es nada, que debería darte todo lo que tengo por lo que hiciste.
—Que va, encantado de poder ayudar. —lo miro a los ojos sonriendo.
—Bueno, espero que con tu esposa lo puedan disfrutar.
—No tengo esposa, voy a comerlo todo yo solito.
—Bueno, es suficiente entonces, —no sé porque una alegría enorme siento al saber que es un hombre solo—. Me habría sentido mal saber que no les iba a alcanzar.
—No quiero ser atrevido pero...
—Si, acepto salir. —baja la cabeza riendo mientras asiente.
—¿Me das tu número?. —lo anoto en mi libretita y se lo doy—. Te escribo cuando salga de trabajar así nos vemos.
—Espero tu mensaje, bueno, debo ir a trabajar, que tengas lindo día.
—Tu tambien. —manejo sonriendo con nervios hacia la empresa, entro saludando a todo mundo—. Buenas.
—¿Cómo estas?.
—Bien gracias. —marco la tarjeta viendo como Enrique llega.
—Buenos días, llegamos justos, creí que venia tarde. —vamos hacia la oficina juntos—. Vengo muerto de sueño, anoche me quedé con mi mamá en la clínica.
—¿Le pasó algo?. —lo primero que hago es poner la cafetera y revisar que trajo para comer, todos los días pasa por una panadería a traer alguna cosa.
—Tuvo fiebre y pidieron que alguien se quede con ella, así que me fui anoche.
—Que feo.
—¿Tu sobrina cómo sigue? Eso si que es feo, mi mamá tuvo una vida, tu sobrina comienza.
—Bueno, esta regia, como si nada hubiera pasado, solo yo con mi hermana super nerviosas. —me rio negando—. Las locuras que se mandan lo dicen.
—Esta en la edad, cuando me cuentas me recuerda a mi sobrina a esa edad.
—Es una loca.
Trabajo como la secretaria del mejor abogado de la empresa constructora Weishler, y aunque es un tormento de trabajo la mayoría de las veces lo agradezco enormemente, hasta hace un año y medio atrás trabajaba en recursos humanos, y gracias a eso y a ser metida escuché que Enrique necesitaba secretaria, que habían contratado a una señora que tenia como cuarenta años de experiencia y no funcionó, así que de metida me escabullí en su piso y hable con él, le dije que no sabia nada de su trabajo pero que podía aprender y me dijo que probemos y aca estamos, me tuvo paciencia y la tiene, pero lo que él quería y necesitaba era a alguien que le siga el ritmo, es mucho trabajo, hay días que ni para poder comer ni ir al baño paramos, y la mujer que había venido según entendí era lenta y se quejaba por no comer o no tener descansos, si, es casi esclavizado muchas veces, pero así me pagan tambien, a los tres meses de ser su secretaria me pude comprar un auto, no nuevo pero si impecable, pude comenzar a terminar mi casita y comprarme una cama enorme ya que tenia una donde a penas y entraba, entonces disfruto el enorme trabajo y porque me deja salir al mediodía si o si porque debo ir por mis sobrinas al colegio cuando a mi hermana le toca trabajar, obvio que vuelvo de inmediato, eso si, si se alarga el día me llevo el trabajo a la casa sin problema.
Ignacio—. Hola soy Ignacio, discúlpame si estas ocupada.
Lucrecia—. Hola, espero estes bien, no estoy ocupada tranquilo. —de hecho estoy hasta el cuello pero le respondo de igual manera.
Ignacio—. ¿Te parece si el sábado te invito a salir?.
Lucrecia—. Me parece perfecto.
Ignacio—. Bien, te voy a avisar donde quedamos.
Ignacio—. ¿Te molesta si te escribo en estos días?.
Lucrecia—. No, por favor, estaría encantada si hablamos y puedo saber un poco mas de ti antes de la cita.
—Uufff, tomemos un descanso Lucre, no doy mas.
—Si, tu descansa que yo sigo, en veinte salgo.
—¿Tienes que ir por tus sobrinas?.
—Si, hice el cronograma a principio de mes.
—Es que debo verlo cada día sino se me pasa, bueno, hagamos esto, terminamos esta hoja y ya, tienes el día libre ya que hicimos más de lo que debíamos, quiero ir a almorzar con mi mamá y tu tener energías para tus sobris.
—Gracias, porque la verdad son intensas. —cuando al fin voy por mis sobrinas no doy mas del dolor de cabeza, pero en la casa me tomo algo y ya, se me pasa.
—Hola tia.
—Hola corazón, —me agacho dándole un beso a mi sobri que se rie—. ¿Cómo fue?.
—Bien.
—Nos vemos mañana.
—Vamos por tu hermana Mori.
—Si, —nos paramos esperando a Viole que habla con las amigas.
—Vamos Viole.
—Ya voy. —de la mano con Mora esperamos a que se despida de sus amiguitas que no se apura mas—. No me apures tia.
—Te apuro porque no vamos a estar tres horas con tu hermana esperando a que te decidas terminar de hablar. —abro la puerta de atrás asi suben—. Eso es muy irrespetuoso Violeta.
—Pero me podías esperar un chiquito mas. —me subo mirándolas por el espejo retrovisor.
—¿Te gustaría que me ponga a hablar con una amiga mientras tienes deseos de ir al baño? Y mas encima si estas desesperada por ir al baño.
—¿Y porque no me dices que quieres ir a hacer popo?.
—¿Lo tenia que gritar delante de todos? Y no me contestes así. —se cruza de brazos mirando hacia afuera—. Lo que faltaba, que debamos hacer lo que dices y encima mal educada. —en la casa dejo mi auto en la entrada, mi hermana ocupa el garaje ya que tiene un auto nuevo y el mío es un modelo viejo y queda en la calle.
—Rapio tia, hago popo.
—Si. —entro corriendo así abro las puertas de la casa, Morita va corriendo al baño de abajo
—Llegaron justo.
—Hola Yoli. —Viole le da un beso saludandola.
—Ya puedes irte, no vuelvo al trabajo menos mal.
—Uh buenísimo. —agarra sus cosas feliz de poder irse antes—. Nos vemos mañana entonces.
—Nos vemos, que tengas lindo dia. —miro a Viole que está furiosa dónde le llamé la atención—. Ve de inmediato a sacarte el uniforme y baja así comemos.
—Si, vengo rapido. —cierro con llave la puerta sacándome los zapatos.
—TIIAAAA TERMINE.
—Voy.
Después de comer pongo ropa a lavar, mi casita queda al fondo del patio y como no tengo lavarropas lavo todo junto, y menos mal que mi hermana puede pagar a una chica que le limpia porque cuando comenzamos con nuestros trabajos debía llegar a limpiar, y encima que Viole iba al jardín y More era bebé cuando ella comenzó de manera fija en el hospital publico, costó muchísimo la verdad porque no queríamos mandarla a la guardería a Morita, entonces no quedó otra que pagar una niñera y que solo nos alcanzaba para que sea niñera no para que limpie, y bueno, las cosas se fueron acomodando gracias al cielo.
Cuando nos levantamos de la siesta veo un mensaje de Marce diciendo que llega en la noche porque llegó una emergencia y tuvo que tomar el turno, así que con las chicas preparamos la cena así la esperamos.
—¿Tia a donde a vas?.
—A sacar la basura, vengan acompáñenme.
—Si. —salen de la mano corriendo y sus perritos atrás y los gatitos, también tienen una tortuga, ya va a ser un zoológico esto.
—¿Esa es mami?. —espero un poco para abrir el portón, cuando veo que si le saco la llave al portón.
—Quédense esperando a que entre el auto. —se agarran del portón esperando mientras llevo las bolsas de basura al canasto.
—Hola mis bellas. —sonrío cuando corren hacia su mamá.
—Viniste mami.
—Siii, vine.
—Mami, hicimos pollito con la tia, estábamos esperando así comemos.
—Bueno, entonces no esperemos mas y vamos a comer, vengo que me corto del hambre. —le hago seña a que entren cuando veo el vecino pesado venir, entro apurada poniéndole llave al portón.
—Eh Lucrecia espera. —entro sin decir nada y cierro la puerta.
—A lavarse las manos así comemos.
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