Lucrecia. —Que rico que esta. —corto una porción grande para mi. —Siempre la hago, bueno, no siempre, al menos una vez a la semana, —le tiendo un mate viendo que no para de comer—. A mis sobris les encanta. —¿No te gustaría cuidar tus comidas?. —¿Tan pasada de peso estoy?. —Estas bastante excedida Lu, —alzo las cejas mirándolo—. No te pongas mal, somos adultos no debemos endulzar la verdad, eres una mujer muy bella y si te cuidaras y bajaras unos kilos serias preciosa. —bajo el tenedor a la mesa sin saber que decir, agarra mi mano apretándola con suavidad—. No lo tomes y no lo digo de la mala manera, todo lo contrario, lo digo porque me gustaría verte saludable nada mas. —la verdad que no sé que decir—. ¿Has ido al gimnasio?. —No puedo ir, pero hago zumba en mi casa. —Eso no sirve L