Jama podre olvidar el día en que todo dio un estrepitoso giro de 180 grados. Fue un miércoles por la mañana, cuando ocurrió. En ese momento nosotros nos encontrábamos regresando a casa, después de una sesión de entrenamiento bastante agotadora. Deseábamos solo llegar al departamento, para darnos un relajante baño de burbujas juntos. Debo admitir que, hasta ese punto, la mañana parecía muy tranquila. Francamente, jamás esperamos que al llegar a casa. Un extraño hombre estuviera esperándonos en la puerta. Mucho menos, el que se encontrara revisando una tableta holográfica rectificando mi dirección. Lo cual no medio buena espina. Dado mi trabajo, podría considerarla una señal de peligro. El hombre era de caballo rubio, y usaba un par de gafas. Vestía un saco casual de color n***o azulad