Era casi, la media noche. Habían pasado, cinco horas. Desde que el sol artificial, se había ocultado por el horizonte; de la cúpula, del domo. Las ciudades, en cada una de las secciones; del puerto luna blanca. Estaban en completo silencio, tranquilidad, y penumbras. No había un solo, transeúnte en las calles. Y los únicos sonidos, que podían escucharse. Eran, los de las corrientes oceánicas; acariciando, las paredes exteriores del domo. En ese momento. Me encontraba caminando. A mitad, de la sección de los muelles. A diferencia, de la mañanita. Esta vez, no portaba ningún disfraza. Solo usaba un atuendo, bastante simple. Mientras, era acompañado. Por una cuadrilla, constituida por doce hijos de la tierra. Quienes caminaban a, mi alrededor; cual escudos humanos. Lo raro o, lo extraño d