Soledad, aquella amante cruel. Que nos hace sufrir, con cada una de sus frías caricias. Por soledad, se pueden hacer muchas tonterías. Inclusive, caer en la locura. Nadie está a salvo de ella. Todos estamos condenados, a conocerla. En algún momento, de nuestras vidas. Reconocerla, es fácil. Escapar de ella, es lo difícil. La soledad te abraza; aplasta tu pecho; susurra indirectas a tu oído, jugando con tu cordura; se ríe de ti, de manera burlona; y hace que te sientas, cien veces peor de lo que estas. Todo esto, para que al final. Caigas, al borde de la desesperación. Cuando te des cuenta, que nadie podrá ayudarte. Y estas completamente, atrapado a su merced. Al despertar, esa mañana. No recordaba absolutamente nada, de la noche anterior. Estaba mareado, me dolía la cabeza, y sentía la